29. Redención

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- Llevémoslo al filo de la torre – le informe a Tony – Ahí podre impulsarme hacia arriba.

- Te ayudare con los propulsores – aseguro Tony – Sera un trabajo en equipo, linda – asentí.

- Ana no lo hagas – pidió Steve – Es una misión sin retorno – aunque no quería que ellos se dieran cuenta, mis piernas flaqueaban de nerviosismo y miedo.

Mi corazón en mi pecho parecía salirse de mi cuerpo por tan rápido que bombeaba, y las palabras de Steve no me habían ayudado de mucho. Mucho menos su tono de voz.

- Nada está seguro – comente – Hay que arriesgar para saberlo ¿No es así?

- Esta vez no – comento.

- Esta vez es la indicada – respondí – Es como tirar una moneda al aire. Solo debemos esperar si el resultado es el que deseamos. Apostar para ganar.

- Tu vida es la que está en juego.

- Claramente lo sé – aseguré de manera un tanto divertida – Lo supe desde que volé tras de ese misil. No voy arriesgar la vida de miles de personas. Tengo la oportunidad de redimirme y pagar todo el daño que hice y lo hare, Steve – aseguré.

- No creo poder esperar otros setenta años para tener una cita – sonreí.

- Lo lamento – susurre – No está en mis manos esa decisión.

- Si lo está – aseguro – Lo está, solo tienes que soltarte.

- Esta vez no – asegure – Lo siento, Steve – él iba hablar nuevamente, pero cerré el canal abriendo el de Romanoff - ¿Natasha?

- ¿Sí? – respondió.

- Si esto no funciona, cerraras el portal – mencione con un hilo de voz – Primero son ellos – asegure – Pase lo que pase, ciérralo.

- Yo no...

- Promételo – pedí. No hubo respuesta de su parte más que solo un terrible silencio – Romanoff.

- Lo prometo – respondió.

Solté el aire retenido en mis pulmones lentamente y volví a respirar una vez más tomando todo el aire que me era posible debido a mi ubicación actual.

- ¿Estás listo? – le pregunte a Tony mirándolo a mi lado. El asintió con un movimiento de cabeza – Hagámoslo juntos.

- Hagámoslo juntos.

Tony lentamente comenzó a subir un poco más inclinándose hacia arriba tanto como le era posible, la ayuda de sus propulsores nos era a ambos de mucha ayuda. El peso del misil, más la velocidad a la que iba, nos hacia las cosas un poco complicadas, ambos estábamos dando más de nuestro esfuerzo y aun así parecía no ser suficiente o al menos eso era lo que parecía.

Tony logro inclinar el misil antes de llegar a la torre y tirando mi cuerpo hacia el frente, coloque ambos pies en la torre impulsándonos los dos hacia arriba y guiando el misil al agujero en el cielo.

- ¡Te soltaras en cuanto lleguemos! – le ordene a Tony mirando cada vez más cerca el universo.

- Por supuesto – aseguro.

Tan pronto como Tony pronuncio aquellas palabras deje de ver el cielo celeste de Manhattan para ver uno más obscuro y lleno de estrellas. Deseaba con todo mi ser poder hablar con Tony, deseaba poder decirle que soltar aquel misil y se dejara caer, que volviera con todos, pero ciertamente no puede hacerlo.

El aire no volvió a entrar a mi sistema, el oxígeno se había terminado en cuanto había cruzado aquella barrera, y no había vuelto a respirar comenzando así, a cerrar mis ojos lentamente y sintiendo como la vida se me iba entre las manos.

Libre - Steve RogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora