Capítulo 22

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Ambos estaban demasiado frustrados, Pablo se dio cuenta lo tan cierto que había dicho ella, Patricia no lo pensó más y se fue, no le gustaba que la vean llorar, no contó con que él la seguiría.

—¿Qué haces?— dijo con los ojos llorosos.
—Te dije que te iba a acompañar.
—No puedes ir a mi casa,  me meterás en problemas.
—No se darán cuenta.
—Vete a la mierda— caminó lo más rápido posible.
—Patricia espera— la cogió de la mano. —Tienes que escucharme— ella lo miró con súplica.
—¿Si te escucho, te vas?
—Con tal de que me escuches.
—Habla.
—Me he acostado con muchas mujeres en mi corta vida, y ahora mismo podría hacerlo, pero no contaba con la llegada de alguien,  una chica muy especial, qué con solo verla, me hace olvidar a las demás mujeres con las que he podido estar, aquella mujer que sin la necesidad de vestirse provocatibamente, hace que la desees más que a nada en esta vida, y te aseguro que no sólo me pasa a mí, pero también te aseguro que no habrá hombre que te ame más que yo, y si lo hay, espero no lo encuentres, por eso no te quiero perder, por eso contigo me vuelvo inseguro, por eso reacciono así, pero tratare de dejar de hacerlo, te lo prometo.
—Sé lo mucho que me amas, por lo que hemos pasado y superado y me pasa lo mismo que a ti, cada vez que estoy contigo, mi forma de ser cambia, tú calmas todos mis demonios, yo quiero hacer lo mismo contigo amor, hacerte sentir que eres él único hombre en mi vida, para que no ocurra lo que acaba de pasar, sólo te pido, espérame, te juro que buscaré la forma de no escondernos, porque tampoco soportaría tenerte por partes cerca y por partes lejos.
—Te amo,  te amo,  te amo.
—<<Y con todos mis demonios>>— empezó a reír. —Pero ya tienes que irte,  en serio.
—Le diré a mi madre.
—¿Qué?
—Que estamos.
—¿Y no se molesta? Pero que hablo, se va alegrar que su hijo por fin tenga una relación seria.
—Auch!  Eso dolió.
—Jaja, vete, te amo.
—Hasta mañana mi amor.
—¿Te conectas?
—Sí.
—Pero sólo hablas conmigo.
—No conocía tu parte celosa, PP.
—Te estoy jodiendo pp— le robó un beso.
—¿Y eso?
—Chao.
—Espera, me provocaste, quiero un beso.
—Yo quiero una foto... Mejor ambas— lo besó lentamente, pasó su lengua por los labios de él, justo ahí tomó la foto. 
—Ahora sí me voy, te paso la foto para que no dejes de pensar en mi.
—Antes de esa foto ya lo hacía.
—Chao— le dio un beso rápido y se fue.
<<Era sorprendente como podía llegar a ser tan inocentemente provocativa>>

Patricia se dirigía a su casa,  le venía un gran problema, pero no como el que se imaginaba. Llegó a su casa, tenía llave, entró y parecía no haber nadie.

—Patricia.
—Hola— era,  Alberto,  le sonrió nerviosa.
—¿Quién era ese imbécil?
—Ya te dije, un amigo.
—Eso no es cierto.
—Me llega lo que pienses.
—Eres muy linda, sólo no quiero que te hagan daño.
—Yo me sé cuidar sola.
—No parece, tendré que decirle a mi padrino.
—¿Qué te pasa? ¿Acaso a mi me importa lo que hagas? ¿Me meto en tus cosas? ¡Habla!
—Es que tú me importas mucho— la intentó besar, ella lo esquivó y luego lo empujó.
—¡Estás enfermo!  Tú eres como, mi primo ¡El ahijado de mi papá!
—Pero me tienes loco—le echó cerrojo a la puerta del cuarto de Patricia.
—¡Alberto vete!— se fue a un rincón, temía volver a pasar por lo mismo.
—Yo siempre te he amado en secreto— lo dijo mirando al vacío, parecía haber enloquecido.
—Tú no me amas, si es así, te ruego que te vayas.
—¡No lo haré, tú serás mía!— dijo, mientras desabrochaba su correa.
—¡No me jodas!— le tiró un puñetazo, por fin las clases de karate que le había puesto su padre funcionaban, pensaba.
—¡Estúpida!— se limpió con su polo,  causó asco en Patricia, en eso escucharon que alguien entraba.
—Prometo no decir nada si nunca más vuelves a molestarme— ambos sabían que no lo haría, entró Gonzalo, había llegado temprano.
—¿Qué pasó?— preguntó preocupado.
—Alberto intentó tocarme— no dudó en decirlo.

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