Capitulo 2

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  - ¿Pensas que va a quejarse? Por Dios, le diste una hijo precioso.

- No conoces a Federico... - Gabriela soltó un suspiro. Al mencionar su nombre, varias escenas de su rostro se le vinieron a la cabeza. Vaya... cuanto tiempo sin verle.

- Samuel no tiene la culpa de esto. – Adriana acomodó a Sam entre sus brazos y el niño clavó sus ojos celestes claros sobre ella, cruzando miradas. – el no tiene la culpa de lo que paso con ustedes dos ¿lo entendes? Y él... él tiene derecho a saber esto.

Las manos de Gabriela cubrieron su rostro. Maldición... esto era tan estúpidamente difícil. Verle. Después de tanto tiempo..., sus manos se humedecieron de un momento a otro y su corazón empezó a latir más. ¿Esto era lo que quería? ¿Debía hacerlo?

- No vas a echarte para atrás después de todo lo que hiciste para venir a New York, nena. Me tienes a mí y no voy a permitir que hagas una tontería como dejar todo inconcluso. Federico tiene que saberlo. Si no se lo decis vos, voy, busco a ese idiota y se lo digo yo.

Gabriela la miró mal.

- Y vos estás mal de la cabeza si pensas que voy a dejarte hacer eso. – negó con la cabeza y caminó hasta donde Adriana se encontraba con Sam en brazos. Gabriela estiró los suyos, haciendo que el pequeño Sam actúe ante lo que veía. También estiró los brazos y se acurrucó entre los de su madre, que lo cargaba ahora.

- Eso quería ver. Dale. ¿Y cuándo le vas a ver? ¿Hoy tal vez?

- ¿Qué? ¿Hoy? ¡Acabo de llegar!

- Cuanto antes mejor. Además, mírate, estás hermosa. Apuesto lo que quieras a que Federico va a quedar maravillado cuando te vea. – Adriana empujó el hombro de Federico suavemente, haciendo que esta se sonroje, ilusionada.

- No lo creo.

- Vamos, paso mucho tiempo.

- Sí, sí, pero...

- Pero nada. Yo me quedo con Sam y vos vas y lo enfrentas esta noche ¿dale? Sé muy bien donde podes encontrarlo esta noche.

+++

El lugar estaba ambientado con música en piano y un coro muy costoso.

Varios flashs arroparon el rostro de Federico. Muchas personas, que no recordaba conocer, le saludaron con la mano y otros incluso la estrecharon con él. Definitivamente esta era su noche.

Iba vestido con un smoking caro que Roxana había conseguido para él desde hace varios días de anticipación y unos zapatos italianos que se había visto obligado a comprar. Y no era para nada él, por supuesto, jamás en toda su vida se había sentido más incómodo con algo. Le provocaba desnudarse en ese lugar frente a toda esa gente que le sonreía sin conocerle y chocaba copas con él como si de sus amigos íntimos se tratara. Aunque se sentía muy honrado porque la ceremonia era a su nombre, no veía la hora de irse.

- Quiero irme. – apretó el cuerpo de Roxana, que traía un vestido amarillo que llegaba hasta el suelo y tenía un escote que dejaba mucho a la imaginación. Su cabello estaba recogido en una trenza muy elaborada que no dejaba ningún cabello a la deriva. Estaba realmente linda esa noche.

- Lo sé... - acarició su mejilla y le brindó un pequeño beso en los labios con sabor a Champagne. Lo primero que había aprendido de Federico cuando lo había conocido, era que odiaba las reuniones tipo coctel. – falta poco cielo.

- Detesto este puto smoking, no me deja respirar. Sacamelo.

Roxana soltó una risita.

- ¿Qué?

- Que me lo saques.

- ¿Aca?

- Sí, aca, sacamelo, me vendría bien.

TENTATION 3 | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora