Capitulo 18

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  Mientras luchaba con sus pensamientos interiores, escuchó minutos después el grifo de la ducha abrirse. Y pudo imaginarse el agua seguramente empapando a Federico en todo su esplendor... la escena hizo que se relamiera los labios. Deseaba tanto poder tocarlo. Poder sentirlo. De poder pasar sus manos por cada centímetro de él.

Entonces, escuchó un grito proveniente de Federico.
Despertó de todos sus sueños y corrió rápidamente hasta el cuarto de baño.

- ¿Estás bien? – preguntó realmente preocupada. Abrió la puerta del baño y entró sigilosamente.

- Esto arde. – se quejó él. Su voz se escuchaba chillona y sensible. – no puedo alcanzar a ver la herida.

Ella cerró los ojos... una vez más puesta entre la espada y la pared...

- Necesito que entres. – le pidió. Y Gabriela sintió muy dentro de ella que se lo estaba pidiendo porque realmente necesitaba de su apoyo. Porque estaba asustado y no podía con esto sin su ayuda.

Tenía que hacerlo.

Se armó de valor y apartó las cortinas de baño.

Un Federico desnudo de pies a cabeza la miraron intensamente. Sus ojos estaban oscuros y los de ella no tardaron en cambiar de intensidad.


Gabriela tragó saliva.

- Entra, por favor. – le volvió a rogar Federico.
Gabriela asintió y se quitó las Converse con las manos, quedándose descalza. Necesitaba encontrar un punto de concentración que no la llevara a observar lo que no debía.

Puso un pie en la ducha e hizo lo mismo con el otro. Y estaba dentro. Junto a él. Junto a ese Dios griego completamente desnudo y radiante que la miraba deseoso a un punto no muy lejano. Podía sentir su respiración agitada y no dudó lo que eso podía estar produciendo en toda la longitud de su miembro. Pero no bajaría la mirada. Por nada del mundo se atrevería a observar su inquieta erección.

- Date vuelta. – rogó Gabriela. Su voz se había vuelta ronca y era tan solo una pequeña muestra de cómo ella también se encontraba.
Federico se dio vuelta lentamente y dejó que el agua de la ducha cayera sobre la herida y se la refrescara. Fueron varios segundos satisfactorios, hasta que sintió una vez más los dedos de Gabriela palpar sobre su hematoma. Endureció los pómulos e hizo lo mismo con los puños. Pero esta vez no se debía al dolor producido por la herida. Era más bien el hecho de tener a Gabriela tras él y no poder voltearse y devorarla como tanto quería. Sus deseos afloraban en todo su miembro. Esto definitivamente podía con él. Estaba excitado. Erecto. Necesitado. Deseoso. Listo... completamente preparado para ella. ¿Por qué no podía hacerle el amor todavía? El juego empezaba a gustarle y solo esperaba ansioso el momento de poder meterse en todo su cálido cuerpo.
Gabriela lo tocó lentamente, echando agua sobre las partes más profundas del gran raspón. También dolía. Pero dolía más el no poder besarla.

Cerró los ojos suavemente e hizo la cabeza para atrás, dejando que el agua le mojara el cuello.

- ¿Mejor? – preguntó ella en susurros.

Y lo que podía ver solo frustraba más todo lívido. Federico se retorcía bajo el agua tibia que caía sobre su cuerpo y se derretía bajo su tacto. Y ella que lo observaba todo. Y ella... que necesitaba con todas sus fuerzas a ese hombre. Se mordió un labio y su propio instinto hizo que sus dedos subieran poco a poco por la espalda de Federico. Su tacto se hizo suave. Lento. Divino. Su mirada subía, llena de lujuria y malditas ganas de hacérselo, por donde sus dedos tocaban... y tocaba... y él seguía retorciéndose bajo el agua. ¿Esto podía ser más torturador? Sus dedos pararon en la nuca de él y acariciaron su pelo suavemente. Su otra mano se enredó también entre el pelo de Federico y empezó a masajearlo con suavidad.

TENTATION 3 | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora