Capitulo 15

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Y estoy hecho mierda.


Manejo a velocidad mientras mi cuerpo se mese debido al rugido del Mustang. Puedo sentir el motor bajo mis pies y mi estado no hace más que llenarme de adrenalina.

Estoy ebrio. Como jamás, desde hace casi un año, lo estuve. De algún modo tome descontroladamente segundos después que Gabriela colgó la llamada.

La cabeza me da vueltas y puedo ver la línea divisora de la pista repetidas veces. Solo tengo noción de la ropa que llevo puesta y que mis pies están apretando el acelerador fuertemente. El resto desaparecio. No me importan los riegos que estoy corriendo por manejar así, ni mucho menos lo que la gente podría pensar al verme. También puedo reconocer la música en los amplificadores, es alguna canción de Calvin Harris... creo que se trata de "Sweet Nothing" pero no estoy muy seguro. Y la verdad no me importa. Mi mente está en otra parte, en otro espacio. Solo intento sentirme mejor de una manera que me derroto completamente.

Hace tiempo que no me emborrachaba de esta manera. La última vez que lo hice, si más no recuerdo, Roxana estaba en mi departamento y ambos estábamos en el mismo estado celebrando mi asenso. Pero esta vez, mi caso se asemejaba a la última noche que había visto a Gabriela. Solo. Solo en el puto mundo, lleno de lágrimas y con muchísimas dudas en la cabeza. Solo y traicionado. En ese entonces no se me ocurrió mejor idea que emborracharme. Beber hasta que la garganta me ardiera y mágicamente funcionó. Logré borrar a Gabriela dos o tres horas de mi mente. Pero ella volvía...volvía siempre... recuerdo que esa noche me embarqué en un viaje lejano y llegué hasta el cementerio donde Martin está enterrado. Le hablé y lloré. Lloré mucho. No sabía que otra mierda hacer en ese momento. Estaba tan desesperado. Tan perdido. Le hablé y sentí que podía estar seguro al frente de una lápida de mármol. Pero al amanecer, entendí que el sol iba a seguir saliendo, y las cosas no iban a cambiar.
Gabriela se había ido. Me había dejado y nunca... nunca pensé que algo llegaría a dolerme tanto como eso.

¿Entonces ella podría decirme ahora que sufrió más que yo? No tenía ni una maldita idea de lo que decía.
Mi vida dejó de tener sentido. Me volví un idiota melancólico que no salía nunca y que cuando lo hacía, terminaba peleándose con algún desconocido en la calle porque lamentablemente... mis ataques de ira se hicieron cada vez más grandes. Y peleaba. Apostaba. Ganaba. Y la rutina era casi siempre la misma, sin contar las noches que me embriagaba. Era una mierda. Un infierno y siempre tratando de entender por qué es que las cosas habían pasado de esa manera. ¿Por qué carajo Gabriela me había hecho esto?

Entonces... ¿de qué manera ella había sufrido más?
La necesité. Quise hacerle el amor mil veces. Pero no estaba. Y me dolía la idea de pensar que jamás iba a volver a estar. Y pasaban los días, y seguía esperanzado en que volvería y tal vez después de un tiempo la perdonaría. Pero pasaron los días, las semanas y acompañadas con los meses se volvieron años. Un año. Y dos. ¿Dónde estás Gabriela? Todo estaba perdido, no iba a volver jamás.

Y entonces, en varias noches me jodía pensarlo de esta manera. Antes de conocerla, podía fumar lo que quisiera, tomar lo que quisiera, tener un polvo con quién quisiera y hacer lo que quisiera. Era un ladrón. Un ladrón de banco entrenado que había estado en rehabilitación por los líos que se ganaba en la calle. Un ladrón, que formaba parte de la mafia más grande de todos Estados Unidos y Europa. Un ladrón. Una mala persona. Alguien no digno si quiera de respirar. Y tantas personas habían intentado cambiarme y ayudarme. Varias personas que ni siquiera conocía se preocupaban por mí y rogaban porque yo cambiase. Pero no lo hice. Siempre pensé que estaba destinado a vivir solo y coger a quién yo quisiera. Que de eso se trataba la vida.

Y no hicieron falta un ejército de personas, la policía de Estados Unidos o un centro de rehabilitación... solo hizo falta ella... solo hizo falta Gabriela en mi vida para que yo dejara esa vida de mierda.

TENTATION 3 | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora