Capitulo 11

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  Otro fin de semana más. Y esta semana sí que se paso lento. Había todavía tantas cosas por asimilar. Tantas cosas que él no tenía claras, que necesitaba resolver, pero que su propio ego no le dejaba.

Desde hace tres días había dejado de verla. Ni visitas nocturnas. Ni espionaje desde su auto. De alguna manera sentía que estaba dejando que las cosas pasaran y estaba sobrellevando muy bien la situación. Esto era lo que había estado buscando, manejar el hecho de que Gabriela apareciera de un día para otro después de dos años y no sentir nada. Sí. Esto. Exacto. Se sentía tan bien de poder pasar un día como otro cualquiera, aun sabiendo que Gabriela estaba en New York y sin sentir la desesperación de ir a buscarla. Podía hacerlo y lo estaba logrando perfectamente.

- Quiero irme de viaje contigo. – soltó Roxana. Sus dedos recorrieron el pecho desnudo de Federico, acariciándolo lentamente y derritiéndose ante su exquisita piel.

- Suena bien.

- Y será mejor de lo que pensas.

- ¿Sí? – Federico relamió sus labios. Le gustaba verla así de emocionada por un próximo viaje.

- Créeme. Lo será. – se inclinó y besó los labios de Federico. Este se quedó perplejo y en la espera de más. Pero Roxana se separó. - ¿Qué te parece París? – dijo animada.

Y él se quedó sin aliento, mirándola y sin saber que decirle.

Oh París, si esa ciudad hablara...

- ¿No te gusta la idea? – preguntó ella al verlo plasmado.

- Me encanta. Pero tal vez podríamos elegir otro lugar. – dijo pensando realmente en una segunda opción y tratando... tratando muy dentro de sí que los recuerdos de París se fueran de su mente.

Acarició el muslo desnudo de su novia mientras trataba de hallar un lugar para los dos. Para que pudieran viajar o simplemente estar... o quizá solamente hacer el amor...

- Cualquier lugar me vendría bien si es contigo. – ella lo miró enternecida. Su cuerpo también desnudo, se apoderó de la situación y se posicionó sobre el cuerpo de Federico. El cabello rubio y largo, cayó sobre el torso de él. Y este lo acomodó, de tal manera que ahora podía ver su rostro con menos dificultad. Al encontrarlo, le besó los labios delicadamente. Mientras abajo, su erección hablaba por sí sola. Tenía tantas ganas de esta mujer. Como siempre, le venían bien las reconciliaciones. Y ahora, de nuevo, habían recobrado la estabilidad en su relación. No habían más problemas, no más pasado, solo ellos dos una vez más.

Sus besos se hicieron más largos y húmedos. Y el ambiente más caliente y deseoso. Federico por su lado, acariciaba con los dedos la espalda desnuda de su chica. Era una sensación suave y tranquila. Jamás le había sucedido esto, pero le gustaba hacer el amor lento con ella. Era algo que había venido haciendo desde la primera noche que habían pasado juntos.

- Te quiero. – susurró ella. Soltó un gemido en medio de los toques de Federico y su lengua introduciéndose en ella.

¿Por qué él nunca le respondía un "te quiero" con las mismas palabras? lo había esperado desde hace más de un año... ¿por qué no ahora?

- Y yo a vos. – respondió él una vez más, como casi siempre después de que Roxana le declarase sus sentimientos. Pero todavía, dejándola insatisfecha con sus palabras.

+++

Precioso. Sus mejillas ruborizadas naturalmente se estrujaron en medio de una sonrisa. Apretó los dedos de su madre con su pequeña manito y abrió los ojos, celestes y suaves, aun sorprendido por lo que veía.

- Te extrañé. – le dijo Gabriela. Hundiendo los labios en las mejillas de su hijo una y otra vez.

Por fin podía pasar un día completo con el. Le hacía tanta falta poder verlo reír como lo hacía ahora o tan solo vivir uno de esos momentos que las madres acostumbran vivir al criar a sus hijos. Un cambiar pañales, o un enojo por alguna travesura.

- ¿Vos me extrañaste? – le preguntó haciéndole muecas y estirándole las manos para luego ponerlas sobre su rostro. Sus dulces y delicadas manos tocaron la piel de su madre. Y ella la miraba. Con esa mirada limpia y preciosa que solo Gabriela Toscano y su hijo podían demostrar.

También se le parecía tanto.

- Yo sí mi amor. Muchísimo. – se mordió un labio al mirarlo. Qué lindo era.

¿Tendría una idea de cuánto había hecho su madre por tenerlo? La oración era tan diminuta para lo que de verdad había significado. Sin embargo, la recompensa estaba ahí. Acostado y moviendo los pies. Riéndose y pareciéndose cada día más a ella y a Federico. No había nada más grande que eso.

- Cuanto te pareces a él...- susurró Gabriela. El pequeño Sam sonrió una vez más, sumido en su propio mundo.

"Te le pareces mucho" pensó. Y una vez más los problemas y las dudas vinieron a su cabeza.

Hace tres días que no sabía nada de Federico. Que no le había buscado. Ni ella a él, ni él a ella. Y suponía que era mejor así. Mantenerse alejados. Cada uno sumergido en su vida y manteniéndola al ritmo que había estado antes.

Pero eso solo le demostraba una cosa... su llegada no había significado absolutamente nada en la vida de Federico. Solo había sido una desesperación carnal que había sentido al verla. Sin más. No había otra cosa que le pudiera decir lo contrario. Tres días después, él ya había continuado su vida con Roxana y ella... Gabriela seguía ahí, aun dudosa, y con muchas cosas que decirle.

¿Pero cómo demonios se lo iba a decir? Se preguntaba de nuevo... ¿Era justo todo esto? Por Dios... claro que lo era. Pero es que no se imaginaba si quiera como es que Federico iba a reaccionar ante la noticia. Habían tantas posibilidades que no cabían en una sola. Podía hasta dudar de ella y de su propia palabra. Maldición... ¿quería exponerse a ella y a su hijo a todo eso? ... pero había algo más, algo en lo que no había pensado... ¿Cómo reaccionaría Federico al saber que Gonzalo la había estado protegiendo durante dos años?... pero no solo a ella, sino también a su propio hijo.

Había tanto que debía decirle... tantas cosas... sobre ella, sobre Tentation... ¿Cómo reaccionaría él al saber que Tentation le perseguía por no haber terminado en buenos términos? Es que todo esto era su culpa... Federico se enojaría mucho. Maldición. Y es su propia familia. Tentation es su propia familia. Y ahora que lo pensaba... también familia de Sam.

El celular empezó a sonar sobre la mesita de noche.
Gonzalo  

TENTATION 3 | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora