Capítulo 3.

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A la mañana siguiente me siento demasiado frustrada, comienzo a empacar las cosas que creo necesarias para sobrevivir con mi tía todo el período vacacional. No es una maleta grande, así que me centro sólo en lo esencial: varios cambios de ropa, mi laptop -aunque sé que probablemente no habrá Internet-, algunas cosas de uso personal y, aunque dudo un momento, tomo mi diario y lo meto hasta al fondo de la maleta, enterrado entre toda la ropa. Al menos tendré algo en qué ocupar mi tiempo libre. 

Listo, pienso unos minutos después, admirando la maleta roja que descansa sobre la cama y que apenas pude cerrar. Suelto un suspiro desganado, de repente me siento cansada y con ganas de dormir y no despertar hasta dentro de un mes. 

El motor del carro de papá me saca de mis pensamientos, me trae de vuelta al mundo real y recuerdo el tortuoso destino que me depara el día de hoy. De tan sólo pensar en el largo camino en carretera quiero tirarme de la ventana de mi cuarto, pero tengo tan mala suerte que seguramente saldré ilesa y aún así tendré que ir. 

―¿Todo bien? ―La cabeza de mi madre asoma por la puerta y me regala una sonrisa cuando mis ojos se conectan con los suyos. 

―Sí, de hecho ya estaba justo por bajar, solo checaba algunas cosas. 

Tomo la maleta de la agarradera y la sostengo un momento antes de echarle una ultima ojeada al cuarto y caminar detrás de mi madre. 

―Esto será para largo. -digo en voz baja y cierro la puerta. 


 ~.~


 ―¿Falta mucho aún? ―pregunto a mi padre. Llevamos 4 horas de viaje y siento las piernas entumecidas. 

 ―Ya casi llegamos. ―me mira de reojo y luego vuelve nuevamente su vista al frente― Si no me equivoco, creo que falta media hora. 

 Asiento y me recuesto en el asiento de cuero, tamborileando los dedos al son de yellow de coldplay. Mi padre sonríe y le sube más al radio. Al menos esto es agradable. 

Fijo la mirada en la ventana del coche y la naturaleza que pasa rápidamente me mantiene ocupada durante un buen rato. Exactamente media hora después, veo a lo lejos un pequeño letrero oculto entre unos matorrales que dice "Bienvenidos a Westville". O al menos eso solía decir, pues las letras apenas y se alcanzan a distinguir. 

Mi padre gira el último tramo de la carretera para internarnos finalmente en el pueblo, pero un freno a último momento detiene el carro, haciendo que casi salga volando contra el parabrisas y mi frente pegue fuertemente contra la encimera del carro. 

 Cuando logro volver a mi lugar, froto mi frente y justo voy a preguntarle a mi padre qué demonios fue eso cuando un auto negro polarizado pasa por nuestro lado como alma que lleva el diablo, tan cerca que un poco más y nos lleva de corbata. Va a tan alta velocidad que las llantas botan las piedras que hay en el camino y deja a su paso lo que parece una tormenta de tierra. 

―Imbécil ―Gruñe mi padre, demasiado enojado. Su cara se a puesto tan roja que parece jitomate― ¿Te encuentras bien Lena? 

 ―S-sí. ―Digo con un hilo de voz. Mi corazón late con fuerza aún― Sólo me he metido un fuerte golpe en la frente, pero estoy bien. 

Toco ligeramente el chichón que se me ha hecho y frunzo el ceño al sentir un poco de dolor. 

―No sé cómo les permiten a esas personas tener licencia, son unos irresponsables, solo causando accidentes. ―Sigue diciendo mi padre mientras pone en marcha el carro y seguimos nuestro camino.

Dark Soul »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora