Capitulo 13

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-Disculpa, ¿se te ofrecía algo más? –pregunto la chica que se encontraba frente a mí, lucia muy cansada.

Fruncí el entrecejo y cerré el libro que estaba leyendo. Mire hacia el plato vacío que anteriormente estaba repleto que pequeños panques y luego cheque la hora. 9:40 pm. No quería regresar a la casa, no todavía.

-Un café me vendría bien, muy cargado.

-Por supuesto, en seguida.

-Gracias.

La chica atravesó la puerta de la cocina, desapareciendo para hacer el pedido. Mi vista vago por el lugar y por primera vez note lo pequeño que era, aunque extrañamente cómodo. Quedaban solo unas cuantas personas: un chico de gafas que tomaba una malteada, dos mujeres que platicaban amenamente y un hombre de aspecto musculoso que miraba ceñudo una revista. ¿Estarían estas personas evitando volver a casa también?

Menee la cabeza y ajuste más la chamarra que llevaba puesta, regrese la atención a mi lectura mientras esperaba el café.



**

10:30 pm.

-Hola, lo siento, pero tenemos que cerrar ya. –dijo la chica tímidamente detrás del mostrador.

Mire alrededor y me sorprendí al ver que era la única persona ya, los trabajadores estaban recogiendo y limpiando las ultimas cosas antes de irse.

-Oh, vaya. No, yo lo siento, la verdad no tenía ni idea y el tiempo se pasó demasiado rápido. Ni siquiera lo note.

Me levante del banco, guarde el libro en la bolsa que llevaba conmigo y la colgué sobre mi hombro.

-Suele pasar, no te preocupes. –responde con una sonrisa.

-Aquí tienes, -dije poniendo el dinero sobre la mesa- muchas gracias.

Al empujar la puerta para salir, el sonido de una campanilla me abrió paso a la noche. El viento estaba helado aquí en la calle, se sentía como si estuviese a punto de llover aunque no había ningún nubarron en el cielo. Crucé los brazos tratando de abrazarme por el frío, y comencé a andar por la banqueta más iluminada. El lugar donde tomé el café no se encontraba lejos de la casa, de hecho, sólo tenía que rodear el parque y caminar otras dos calles, pero estaba tan oscuro y silencioso que seguro parecería a mil kilómetros de retirado, como uno de esos caminos interminables.

-¡Hey! –grito alguien detrás.

Me giré confundida, para encontrarme con el chico de gafas que había visto antes. Su cabello se revolvía con el viento mientras avanzaba en mi dirección, aunque no estaba segura de que me hablase a mí, me detuve a esperarlo.

Una tímida sonrisa asomo por sus labios una vez se detuvo.

-Perdón si te asuste. –dijo en tono amable.

Negué con la cabeza. –Solo me tomaste por sorpresa. –respondí-. ¿Se te ofrece algo?

Quizá sonaba ruda y cortante, pero era demasiado tarde como para quedarme platicando con un extraño a mitad de la noche.

-Veras, unos amigos iban a pasar por mí, pero al final me dejaron plantado. ¿Te molesta si nos hacemos compañía? Ya es tarde, prefiero no andar sólo. Aunque entiendo perfecto si dices que no porque no me conoces, pero te aseguro que soy totalmente inofensivo.

Mordí el interior de mi mejilla y clave la vista en la calle completamente solitaria. Bueno, lo cierto es que tampoco quería andar sola a estas horas, pero mi suerte con los extraños no había sido nada buena que digamos. ¿Y si resultaba ser un loco de remate y se obsesionaba conmigo? O peor, sacaba un cuchillo de ese maletín que llevaba y me lo enterraba en la garganta.

Le observe durante un momento, sonreí cuando sus ojos se encontraron con los míos y él sonrió de vuelta, esperando.

Bueno, que mierda.

-¿Vives cerca? –dije al fin, deseando no arrepentirme.

-Pasando el parque y doblando la esquina, no queda muy lejos. Por cierto, mi nombre es Eric, Eric Wells.

Estiro la mano en mi dirección y las estrechamos torpemente, en un especie de saludo que duro pocos segundos. Reprimí una risa, la verdad la situación era graciosa, y él lucía demasiado nervioso. Presione los labios en una línea y por un momento cruzo por mi cabeza darle un nombre falso.

-Yo soy Emma. –mi voz salió demasiado baja, como queriendo que no me escuchase-. También vivo cruzando el parque, ¿nos vamos? Creo que se hace tarde.

-Si, claro. –Asintió.

Ajusto la correa de su maletín y apenas a unos centímetros de distancia, comenzamos a andar.

-¿Eres de aquí? –pregunte tratando de llenar el cortante silencio.

-Sí, siempre he vivido aquí. Eres nueva, ¿cierto? Nunca te había visto.

Sonreí brevemente, apartando los mechones de cabello que caían sobre mi cara. –No, solo estoy de visita.

Mientras cruzábamos la calle, una sensación amarga me invadió, una que ya había sentido en otra ocasión, cuando tuve que atravesar el parque también. Probablemente mi cara estaba pálida, y tenía un gesto de desagrado que me era difícil controlar.

-Este lugar me pone los pelos de punta. –comente honestamente.

-Parece que fueras a vomitar -dijo divertido-. ¿Qué te parece si lo rodeamos?

Reí. -Estaría estupendo.



Después de 10 minutos, alcance a vislumbrar la calle y mi casa. La casa de mi tía, para ser precisa. Me di vuelta para despedirme de Eric, pues él tenía que doblar una calle antes.

-Gracias por acompañarme, yo voy para allá –dije señalando la casa.

-Oh... -su rostro empalideció, como si estuviese viendo una aparición o algo parecido.

-¿Te encuentras bien?

-Sí, si, perfectamente. –sonrió, pero la sonrisa apenas y alcanzaba sus ojos-. Es solo que conozco a Harry, tu vecino, ¿ya tuviste el placer de conocerlo?

Aunque trataba de sonar casual o simplemente curioso, note que su tono de voz esperaba algo más. Como si aquella pregunta tratara de decirme secretamente otra cosa. Fruncí los labios, ¿Que si conocía a Harry? El chico era un completo loco y me había colado en su casa una vez. Y él había entrado en la mía no sé cuántas veces. Y, oh, sorpresa, la última vez que lo vi me echo de su casa antes de besarme.

-Desafortunadamente no he tenido el placer. –respondí, encogiéndome en hombros-. Llevo aquí pocos días, apenas y he dejado la casa.

Las mentiras salieron naturalmente, solo esperaba que Eric no se diera cuenta. Su cara parecía aliviada ante mi respuesta y no trato de ocultarlo.

-¿Qué dices si vamos mañana por un café? Paso por ti a las seis.

-Me parece bien –respondí un tanto sorprendida por su invitación- Nos vemos mañana entonces, buenas noches.

-Adiós, Emma. –dijo guiñándome descaradamente un ojo.

Lo observe dar vuelta en una esquina y finalmente me dirigí a la casa. Subí las escaleras de la entrada con cansancio, mientras buscaba las llaves en la bolsa.

Antes de entrar, me pareció ver a Harry parado frente a la ventana, mi corazón se detuvo por una fracción de segundo. Cuando volví a mirar, lo único que había era una cortina ondeándose por el viento. Fruncí el entrecejo, anonadada. Empiezo a creer que me lo estoy imaginando en todos lados. Eso o esta tratando de jugar con mi mente.

Dark Soul »h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora