11.

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Llegué al bar y vi el coche de Mason aparcado fuera. Pero no era el único vehículo, ya que había un coche y una moto más. Me parecía raro, ya que Mason no abría a esas horas. Me bajé de la moto, y vi salir del bar a Josh y sus amigos. Me acerqué a la puerta, pero me barraron el paso a mitad de camino.

Me fijé en la cara de Josh, y era todo un cuadro. Un ojo y un pómulo morado, el labio roto y la ceja más de lo mismo. Eché una rápida mirada a sus amigos. Estaban con heridas también, pero Josh el que más.

- Vaya, hola Ashley, ¿qué tal? –preguntó, fingiendo interés.

- ¿Qué tal yo? Mejor dicho, ¿qué tal tú? Pareces un poco magullado –dije señalándole la cara-. ¿Mala noche?

- Sí, bueno, recibí una paliza anoche –soltó encogiéndose de hombros.

- Qué lástima. Seguro que te lo tenías merecido.

- Sí, o eso creo. ¿Recibir una paliza por enviar a alguien al hospital es justificación suficiente? –preguntó sonriendo.

Fruncí el ceño, y entonces todo cuadró: Kayla. Iba a abalanzarme sobre él, pero sus amigos se adelantaron y me agarraron uno de cada brazo.

- Calma fiera –dijo Josh riendo.

- Dile a tus amigos que me suelten si no quieren acabar peor que tú, Josh –advertí.

- ¿Crees que tus amenazas me dan miedo, Cooper? –preguntó ladeando la cabeza, y luego negó lentamente-. No preciosa, tus amenazas me dan risa.

- Que me suelten, a ver si sigues pensando lo mismo –escupí, a la vez que intentaba librarme del agarre de sus amigos.

- Vas a perder el tiempo –dijo alejándose de mí. Cuando se subió a su moto, sus amigos me soltaron-. ¡Dale recuerdos a Kayla y a Mason!

Entré corriendo al bar, y miré a mí alrededor.

- ¡Mason! –grité. Pasé por detrás de la barra para ir a su despacho, y me encontré a Mason sentado en el sofá-. Mase...

Mason me miró, y me dedicó una sonrisa. Me acerqué a él, y me senté a su lado. Le acaricié la cara, y él se apartó.

- Mírame –no me hizo caso y le cogí de la cara, obligándole a mirarme-. ¿Ha sido él?

- Ash...

- ¿Ha sido Josh?

- Sí –se levantó del sofá y me miró-. Pero me lo tengo merecido. No debí haberle pegado anoche.

- ¡No te merecías esto! –dije señalándole la cara-. Se ha pasado. Esta vez se ha pasado.

Me di la vuelta, pero Mason me agarró del brazo.

- ¿Qué vas a hacer?

- Lo que mejor se me da: meterme en problemas.

[...]

- Vamos Alan, ¡por favor! –ésta era la décima suplica.

- No Cooper –negó con su cabeza-. Es muy arriesgado.

- ¿Desde cuando dices no a ganar dinero? –pregunté cruzándome de brazos.

- Lo que me estás pidiendo es una completa locura –dijo levantándose de su silla-. ¿Y si te sale mal?

- Alan, pues entonces no lo hagas por mí. Hazlo por Mason.

Alan me miró unos segundos, sopesando la información y decidiendo qué hacer.

Cooper [h.s au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora