28.

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Adrian sonrió y me agarró de la mano. El trayecto de la entrada a su puerta fue más largo de lo habitual, ya que no paraba de hablar con la gente que se cruzaba. Una vez dentro, miró a su alrededor, y luego a mí.

- Bueno, tengo que ir a ver a mi hermano. Tú –me tendió un vaso y me sonrió-, date una vuelta por aquí. En unos diez minutos vengo a buscarte.

Asentí, y cuando Adrian desapareció de mi vista, olí lo que había dentro del vaso. Sin fiarme, tiré el contenido dentro de la planta que tenía justo a mi derecha. Empecé a caminar por la casa, esquivando a la gente borracha. Llegué a la cocina, y vi a gente esnifando cocaína en la encimera de la mesa. Inmediatamente me di la vuelta y salí de allí. Fui al jardín, y aquello era un desmadre. Decidí volver a donde estaba, pero por el camino me pararon un par de chicos con gafas luminosas y sin camiseta. Les miré de arriba abajo, y menos mal que no llevaban la camiseta. Sonreí, y ellos gritaron.

- ¡Toma, bebe, preciosa! –dijo el de ojos azules llenándome el vaso de vodka.

- ¡Eres guapísima! –gritó el de ojos verdes dándome un beso en la mejilla.

Negué con mi cabeza, riendo, y desaparecieron de mi vista saltando y cantando. Di un par de pasos y Adrian apareció de nuevo.

- Que desmadre –dijo riendo.

- Ni que lo digas.

- Ven conmigo.

Me cogió de la mano y me llevó escaleras arriba. Adrian abrió la primera puerta, pero la cerró de golpe. Me miró, encogiéndose de hombros, y entonces lo entendí. Fuimos a la habitación que había al lado, y una vez dentro, Adrian cerró la puerta. Yo miré a mí alrededor, y suspiré.

- Bienvenida a mi habitación –dijo sentándose en la cama.

- Olvídate –solté a la vez que me daba la vuelta.

- ¡Espera! –gritó, y yo le miré-. No es lo que crees.

- ¿De verdad que no?

- Bueno, vale, puede que un poco. Estás muy buena, y no voy a negar que te echaría un polvo.

- Tu sinceridad me abruma –abrí la puerta y salí de la habitación. Adrian se acercó a mí y me cogió del brazo-. ¡Suéltame!

Me giré para soltarme, y la mitad de mi bebida se derramo encima de él. Yo lo miré, sonriendo.

- Ups.

- ¿Hacía falta? –dijo secándose la cara.

- Puede ser.

Bajé las escaleras pero frené en seco cuando delante de mí aparecieron Harry y la morena. Besándose. Me acerqué a ellos, y derramé encima de los dos lo que quedaba de bebida.

- ¿Qué narices? –gritó la morena.

- ¿Pero qué...? –Harry me miró, y yo sonreí-. ¿Ashley?

Un chico pasaba por delante de mí y le quité la bebida que llevaba. Se quejó, pero no hice caso. Acto seguido, se la tiré a Harry.

- ¡Pero por qué haces esto! –gritó secándose la cara.

- Por gilipollas.

Tiré el vaso al suelo y salí de casa de Adrian. Apresurada, me abría paso entre la gente que iba tambaleándose fuera de la casa. Una vez estaba en la entrada, giré a la derecha. Sin saber a dónde ir, sin saber si llegaría a algún lado.

Cooper [h.s au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora