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Me acerqué tambaleándome a casa de Harry. Una vez llegué, miré hacia arriba, intentando aguantar el equilibrio. Si lo pude hacer una vez, podré hacerlo ahora. O eso creo...

Me acerqué a la ventana, y apoyé mi pie en ella, elevándome. Después, agarré el toldo de madera para poder seguir escalando. Pero la mano me resbaló, haciéndome así caer hacia atrás.

- Oh joder –me quejé en el suelo.

Me llevé las manos a la cara, y me masajeé un poco la frente. Después, me masajeé la espalda, todavía en el suelo. Menos mal que es césped, y estaba un poco blando. Solo un poco. Escuché cómo se abría una ventana, y acto seguido la cabeza de Harry asomando por ésta.

- ¿Ashley? –preguntó extrañado.

- Hey –dije, saludándole con la mano.

- Joder –gritó.

Desapareció de la ventana, y yo intenté incorporarme. Digo intenté, porque fue sentarme, y volverme a estirar ya que todo daba demasiadas vueltas. La puerta principal se abrió y Harry se acercó a mí corriendo.

- ¿Qué haces aquí? –preguntó agachándose a mi lado-. ¿Estás bien?

- Bueno... -dije, arrastrando esa palabra.

Harry colocó una mano en mi espalda y me ayudó a incorporarme. Mi cabeza en esos momentos explotó, y me la apreté con una de mis manos.

- ¿Estás borracha? –preguntó a la vez que me apartaba el pelo de la cara.

- No –miré a Harry, y sonreí-. Tal vez un poco.

- Un poco bastante –dijo sonriendo-. ¿Me puedes decir qué haces aquí fuera, y en el suelo?

- Intenté llegar a tu ventana, pero me caí.

- ¿Qué? –exclamó, y me levantó la chaqueta y la camiseta.

- Al menos espera a estar dentro de casa, ¿no?

- Estate quieta y déjame mirar si te has hecho algo –noté la mano de Harry recorrerme toda la espalda, y algo dentro de mí se estremeció. Y por fuera también, ya que Harry dejó de tocarme y me colocó la ropa bien-. No es nada, solo es el golpe.

- Bien visto, doctor Marshall –asentí.

- Anda, vamos dentro –dijo colocando mi brazo por encima de su cuello.

- ¡No! Oye, que se supone que eres tú la damisela en apuros, no yo –me quejé, una vez de pie.

- ¿Podrías dejar de llamarme damisela? Hasta día de hoy soy hombre –dijo mientras entraba conmigo en casa.

- Bueno, pues damiselo –me sentó en la silla de la cocina y apoyé mis brazos en la barra.

- Tómate esto –miré a Harry, que me tendía un vaso de agua y una pastilla-. Y ni se te ocurra quejarte.

Rodé los ojos, y a regañadientes cogí la pastilla y el vaso. Una vez tragué la pastilla, dejé el vaso delante de mí, y lo miré fijamente.

- Conocí a Josh cuando estaba en el instituto –comencé a decir-, era la única de clase que entendía de motos y coches, y llamé su atención. Al principio éramos amigos, nos pasábamos todos los días, a todas horas, juntos. Hasta que me enamoré de él, y él de mí. O eso creía.

>>Nos metíamos en los típicos líos de críos, robos, algún que otro disturbio, pero sin llegar a nada grave. Hasta que me mostró el mundo de las carreras ilegales. Al haberme criado con mi padre y mi hermano, digamos que era como un chico más. Rara vez veía a otra chica por allí. Al principio solo acompañaba a Josh, después, decidí probar. Y me gustó. Me gustó tanto la sensación de la velocidad, de libertad, de ganar, que pensé en seguir con ello. Y así lo hice. Josh me convirtió en su pequeño negocio particular. Se aprovechó de que era nueva en eso y de que haría cualquier cosa por él. Pero las carreras no venían solas. Josh decidió vender un poco de droga, para tener algo más de dinero. Pero una vez entraba, no podía salir, así que yo le ayudaba con ello. Recogía la mercancía, la vendía, pero no la consumía, cosa que a Josh no le gustaba demasiado, pero lo dejó pasar ya que le hacía ganar dinero. Un día, hubo una redada: Josh me la jugó. Me vendió, me echó toda la culpa a mí para él no tener que ir a la cárcel. Y ahí fue cuando me di cuenta de que no me quería, que había sido una estúpida. Una completa estúpida por confiar en alguien tan ciegamente, por no saber decir no. Gracias al padre de Eric y a mi confesión, no me metieron en la cárcel ni presentaron cargos, ya que vieron que yo no tenía nada que ver. Aquella noche mi padre me hizo jurar que dejaría todo aquello, que dejaría a Josh. Y así lo hice. Corté con él, dejé las motos. Me alejé de todo.

Cooper [h.s au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora