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- Así que este era el regalo del sobre de tu abuela –dije mientras nos servían la cena.

- Ajá –Harry cogió la botella de champán, y llenó nuestras copas-. Una cena, en el mejor restaurante del pueblo.

- ¿Y la droga? –pregunté cogiendo la copa, y Harry levantó una ceja-. Solo bromeaba.

- Bebe, y disfruta de una preciosa velada –dijo chocando su copa con la mía.

- ¿Por qué yo? –pregunté mientras troceaba el lenguado.

- ¿Y por qué no? –rebatió, con una sonrisa.

- ¿Qué tal Karen?

- ¿Y Eric?

- Oh, ¡venga ya! Eric ni siquiera es mi ex –dije, riendo.

- Pues Karen... -en esos momentos Harry se calló-, sí –solté una carcajada y Harry le dio un corto sorbo a su bebida-. No es gracioso. Mamá ya me contó lo del supermercado.

- Bueno, entonces corramos un tupido velo y disfrutemos de esta magnífica cena.

Seguimos cenando, mientras nos explicábamos cosas de nuestras vidas. Bueno, ya que mis anécdotas eran más bien pocas, Harry no paraba de hablar. Pero no era molesto, al contrario, era agradable escucharle hablar. Sobre él, sobre su familia y amigos, sobre su etapa en el instituto... Y lo que más me gustaba, era cuando se reía antes de explicarme la anécdota, como agachaba la cabeza y reprimía la risa, levantaba de nuevo la cabeza para mirarme y estallaba en una carcajada. Una bonita carcajada que inundaba mis oídos, y me hacía sonreír. Me hacía sonreír como nunca antes lo había hecho.

Acabamos de cenar, y nos levantamos. Harry me colocó el abrigo, y se lo agradecí. Extrañada, le pregunté por la cuenta, y me dijo que era parte del regalo de la abuela. Asentí, y salimos fuera del restaurante. Nos metimos en el coche y empezó a conducir. Yo miraba por la ventana, las calles tenían un poco de nieve, y la luna iluminaba el oscuro cielo. Vi que Harry se desvió, dirigiéndose a unos polígonos que parecían abandonados. Aparcó, junto a otros coches, y me miró. Cosa que estaba haciendo yo también.

- ¿Es un picadero? –pregunté, mientras señalaba fuera.

- No –dijo riendo-. Hay algo que no te he contado. Y lo vas a saber ahora.

Abrió la puerta y bajó del coche. Decidí hacer lo mismo, y guardé las manos en los bolsillos. Harry cerró el coche y se acercó a mí.

- ¿Vamos? –asentí, y empezó a caminar.

- Menudos modelitos hemos elegido para venir a este siniestro lugar –dije mirando a mi alrededor todavía-. ¡Si lo llego a saber vengo menos arreglada!

- Ha sido de improviso esto –me miró, y cogió aire-. ¿Recuerdas que te conté que Adam murió en un accidente de moto? –asentí, y él miró al frente-. Bueno, no fue exactamente así.

- ¿Qué quieres decir?

- A ver, sí, fue un accidente de moto, pero fue en una carrera ilegal.

Frené en seco, mirando a Harry como seguía caminando. Al darse cuenta de que no estaba a su lado, dejó de caminar y se giró para mirarme.

- ¿Me estás diciendo que tu mejor amigo corría?

En esos momentos escuché a alguien pitar, me giré y vi pasar a una moto por nuestro lado a toda velocidad. Miré a Harry, sin entender nada, y él sonrió.

Cooper [h.s au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora