Prólogo. Algunos le llaman karma.

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N/A: Soy consciente de que dije que lo subiría a las 17:00 (horario ARGENTINO) pero me colgué viendo una serie. Sorry.


Algunos le llaman karma.

La alarma de Harper comienza a sonar y sus pies se mueven solos hasta llegar a la puerta del baño, como de costumbre. Ella sigue sin abrir los ojos pero eso no le impide moverse con agilidad, tiene un mapa de su habitación en su cabeza.

Entra en la ducha y da un salto cuando el agua sale fría, abre el paso del agua caliente... nada. ¿Conclusión? Su hermano se había duchado con todo el agua caliente que había, y los vientos fríos de otoño ya habían comenzado. Harper no comienza bien el día.

En contra de su voluntad, sigue duchándose. Deja que el jabón corra por su cuerpo mientras siente que el agua comienza a tomar temperatura y el baño comienza a nublarse por el vapor del agua.

—Harper, hija, tu desayuno está listo— grita su madre.

—Ya bajo, mamá— grita mientras sale de la ducha con una toalla que tapa parte de su cuerpo, hasta sus muslos.

Abre el armario y saca un jersey color mostaza de cuello alto y unos jeans oscuros. Se pone su ropa interior y las medias para luego pasar por su piel las prendas que decidió usar ese día junto a unas botas de tiro medio y con poco taco marrones.

Seca su cabello rubio lo mejor que puede y hace una trenza con él. Se pone sus anteojos y sale de su habitación con el móvil en mano.

Baja despacio las escaleras ya que están llenas de juguetes y líquidos... que en realidad no quiere saber qué pueden llegar a ser.

—Buen día, mamá— la mujer la fulmina con la mirada.

— ¿Cómo se te ocurre decirle buen día? ¿Es que acaso no ves el desastre que es la casa?— dice su consciencia.

—Harper, sé que es domingo pero llamaron de la empresa, necesitan que vaya sólo por unas horas. ¿Puedes hacerte cargo de tu hermano?— Harper suspira cansada.

—Pensaba salir con Aurora, ya sabes, es mi último día aquí— dice la rubia en tono de reproche.

—Por favor, Harper. Te lo recompensaré, te pagaré si es lo que quieres— Harper maldice entre dientes pero al final accede.

—Vale mamá, yo cuidaré de Logan, pero prométeme volver para... ¿la cena?— su madre asiente no muy segura.

—Lo prometo, bebé. Gracias— besa su frente y saluda a Logan que juega con unos autitos en el corral.

—Para tener dos años, eres bastante inquieto— él sonríe, obviamente sin entender lo que su hermana le dice. Harper comienza a tomar el desayuno que hizo su madre.

Han pasado dos horas desde que su mamá se había ido; luego de desayunar, fue a hacer las compras para el almuerzo, cambió el pañal de Logan, preparó su comida y la suya, jugaron y vieron la televisión hasta que se hicieron las dos de la tarde y fue en ése momento que el pequeño se durmió y ella cayó derrotada en el sofá en busca de alguna serie que llamase su atención.

Pero eso pasa a segundo plano cuando la puerta de su casa se abre y aparece la melena castaña de su mejor amiga que está maldiciendo entre dientes.

—Parece que alguien tuvo un mal día, ¿haremos tarde de helado?

—Hoy, estoy para tarde de siesta— admite la chica mientras se sienta en el sofá y apoya su cabeza en el hombro de Harper. — Mi casa es un criadero de locos, mis padres están peleando de nuevo, mi hermano está en el hospital por una sobredosis de no sé qué droga y encontramos a la mujer que nos ayuda en casa teniendo sexo en la cocina con el jardinero— con esto último, Harper no pudo evitar soltar una risita. — Sexo en la cocina. Mi madre echó el chillido de su vida cuando entró a por algún aceite para sus mascarillas.

Instituto De HomosexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora