Especial 1K votos. Nieper.

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Capítulo especial 2/3.

Nieves.

Me desperezo sin muchas ganas, obligada mayormente por Shet que está tratando de que le haga el desayuno hace treinta largos minutos. Creo que lo consentí demasiado por mucho tiempo, teniendo en cuenta que tiene diecisiete años y no es capaz de hacerse su propio desayuno.

—Nieves, por favor, Destiny y Caleb están esperando hace rato en la cocina.

— ¿Y yo te he dejado invitarlos? ¿Yo me ofrecí a hacerles el desayuno? Demasiado si se lo hago a Harper y a ti.

— ¿Se lo haces a Harper? — me dedica una mirada pícara y yo ruedo los ojos.

Aunque mis actitudes ariscas las había dejado hace mucho, cuando me despierto, tengo que estudiar mucho o tengo sueño, siempre vuelven a mí. Agarro una sudadera escotada rosa y unos shorts de jean para poder salir un poco decente a la cocina y cocinar algo para todos los amigos de Shet. Y todo porque Shet quiere que Caleb me caiga bien.

—Buenos días, linda— me dice Destiny cuando paso delante de ella con mala cara.

—Buen día, chicos— alcanzo a decir. — ¿Y Harper?

—Salió temprano para estudiar en la biblioteca, me dijo que iba a volver para el almuerzo— me dice... Destiny. Dejo escapar un suspiro y me adentro en la cocina.

Preparo una chocolatada para Shet y tres cafés para los demás y para mí. Dejo las galletas que no son de Harper en la mesa y me siento al lado de Shet, que a su vez está al lado de Caleb. La tensión sexual es palpable. Creo que Shet me había dicho que estaban tratando de comenzar una relación o algo así. La verdad es que últimamente estoy muy distraída.

Revuelvo repetidamente mi café, sin haberle echado azúcar ni nada. En realidad, no hay nada que mezclar ahí. Luego levanto la cuchara y me tiro algo del café en la mano sin querer, logrando despertar apenas de mi ensueño. Caleb y Destiny le están contando a Shet unas vacaciones que pasaron en una isla en medio de la nada, sin internet ni enchufes. Lograron sacar muy pocas fotos, al parecer, y a Destiny la había mordido una víbora no venenosa.

Cada cinco minutos, doy un vistazo a la puerta. Tengo la esperanza de que Harper llegue y me salve de esta tortura. Caleb me cae relativamente bien, y Shet no necesita mi aprobación para salir con él. Sin embargo, Destiny no me agrada. Es una persona muy impulsiva, demasiado teniendo en cuenta lo guapa que es y a cuántas chicas podría tener a sus pies en un chasquido de dedos.

—Nieves— me llama Shet y yo reacciono. — ¿Qué opinas?

— ¿Sobre qué?

—Sobre la cita de Destiny y Harper.

¿Dijo cita? ¿Entre Destiny, una de las chicas más lesbianas del instituto, y Harper, una de las más heterosexuales? ¿Y por qué Harper aceptaría una cita con ella?, cualquiera se da cuenta que Destiny lo hace con fines sexuales.

—Espero que la pasen bien— digo.

— ¡Estoy tan emocionada, chicos! — grita ella. — Fue tan lindo. En realidad yo no esperaba que ella me dijera que sí, pero me la jugué. ¡Y dijo que sí! Estaba taaaan feliz, que la besé.

— ¿¡Que besaste a Harper!? — grito yo, tirando la taza y su contenido por toda la mesa, provocando que el móvil de Destiny se moje.

— ¿Qué te pasa, Nieves? Hace segundos dijiste que te parecía bien.

— ¡Me da igual el beso...!

—Ya, seguro— dice Destiny de mala gana.

— ¡... Lo importante es que Destiny no respetó la sexualidad de Harper! ¡Ella es hetero!

— ¿Y por qué no me corrió, entonces? — pregunta ella con una sonrisita.

—Porque Harper es buena persona. Ella no te correría la cara, no te dejaría en ridículo. ¡No te hagas ilusiones por nada! — le grito.

— ¡Estás celosa, eso es lo que pasa! ¡Sientes envidia de mí! ¡Quién lo diría, Nieves, una chica tan buena y querida como tú, sintiendo envidia! — ella se levanta como yo, con las palmas sobre la mesa para apoyar su peso.

Me deja en ridículo. Soy mucho más bajita que ella y mi expresión no representa tanto enfado como la de suya. Ella sonríe cínicamente, haciendo que me ponga roja de ira. Luego me guiña un ojo.

—Harper va a salir contigo. Me da igual si estás enamorada de ella, porque no eres mi amiga.

—Des...— susurra Caleb pero ella niega la cabeza.

—Tú cállate. Tienes a tu noviecito. Yo no, y creo que Harper podría serlo. Me da igual que tu pareja sea amigo de esta chica, no por ello voy a dejar salir con la chica que me gusta.

Destiny se va del piso, llevándose consigo el celular mojado y su bolso. Caleb mira con una mueca de frustración a su hermana y luego le da un beso en la frente a Shet, despidiéndose y haciendo que mi amigo se sonroje, y después dándome un beso en la mejilla a mí.

Shet no me dice nada, sabe que en este momento estoy más que confundida y no tengo ganas de discutir. Tantos años de amistad nos permite eso: saber cuándo el otro está capacitado para hablar y cuándo no.

Me voy a mi cuarto con el estómago vacío. Me siento en el piso con una mueca de fastidio y la espalda apoyada en mi cama. Harper no me gusta, no estoy celosa porque Destiny salga con ella; sólo me molesta que Destiny haya invadido su espacio, porque estoy segura de que Harper no quería besarla, no después de lo que pasó con Nina.

Niego con la cabeza y apoyo mi cabeza en el colchón. A pesar de que me duele el cuello por estar en esa posición, cierro los ojos.

No puede gustarme Harper. No puedo enamorarme de una heterosexual. Es como ir con los ojos tapados por una habitación llena de pinches. No sabes cuándo, pero vas a salir lastimada, y la herida siempre va a estar ahí, la espina siempre va a quedar agarrada a tu piel, recordándote que te enamoraste de alguien que no te corresponderá.

Además, no creo que Harper me guste. Es guapa, inteligente y simpática, pero yo también soy inteligente y sé que ella es heterosexual, que no tengo posibilidades con ella.

Pero tiene esa manera de hablarme, como ignorando el hecho de que soy lesbiana y que hay probabilidades de que me guste. Siempre con una sonrisa en el rostro, contagiándomela, y los ojos observándome con detenimiento, tratando de descubrir en lo que pienso.

Harper no me gusta. No, no es posible. No puedo estar haciendo esto.

Harper no me gus...

— ¡Nieves, ya llegué! ¡A que no sabes con que chica hablé hoy! — grita alguien desde la cocina. Enrojezco al instante, aprieto los puños y frunzo el ceño.

Quizá sí me guste.

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"Quizá sí me guste

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"Quizá sí me guste."

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