Cuídala. Capítulo 8.

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Laila.

Si hubiese sabido que Harper estaría en la biblioteca en el mismo momento que yo, no habría ido a ayudar a Cassie, no la habría dejado gritar mi nombre. Pero más que todo no me hubiese quedado callada cuando las mejillas de mi hermana se comenzaron a llenar de lágrimas al ver que nadie respondía sus preguntas.

Ni Cassie ni yo podemos detener esas lágrimas, ni siquiera lo intentaremos. Estamos anonadas y de seguro Cassie se está martirizando de culpa. Harper sigue balbuceando cosas inentendibles hasta que Cassie se levanta de la silla y comienza a caminar hasta ella.

—Harper...— susurra.

—Cállate— la corta mi hermana. — Quiero hablar con ella— indica refiriéndose a mí.

—Pero, Harper...

— ¡Cállate, Cassie! ¡Quiero hablar con Laila! — su voz suena distante y fría.

Mi hermana comienza a caminar hasta llegar a la mesa, pero no se sienta y eso ya es una mala señal. Le dedico una mirada a Cassie y ella llega a mi lado. Por debajo de la mesa nos tomamos de la mano sin que Harper se dé cuenta.

—Explícame qué está pasando, Laila— pide con un hilo de voz.

Suspiro y trago saliva forzadamente. No puedo siquiera mirar a los ojos a mi propia hermana. Deseo que todo sea un sueño y pellizco tres veces mi brazo en busca de despertarme pero nada ocurre. Todo es verdad; Harper me ha descubierto.

—Por favor...— susurra.

— ¿Qué es lo que sabes, Harper? — pregunto y la miro a los ojos.

— ¿Cómo...? ¿Qué dices? ¿¡Me preguntas qué es lo que yo sé!? — pregunta enojada. — Tendrías que preguntarme qué es lo que no sé.

—Entonces cuéntame qué es lo que no sabes— digo.

—Aquí haré las preguntas yo— indica ella secándose las lágrimas. — ¿Eres alumna del instituto? — asiento de mala gana. — ¿Y por qué no me lo habías dicho?

—Esperaba...— comienzo a hablar y bajo la mirada. — Esperaba el momento oportuno para decírtelo.

—Pero, ¿por qué? ¿Hay algo de malo en que asistamos al mismo instituto?

—Es que...

Quiero contarle. Todo, para que sepa completamente toda la verdad. Quiero contarle sobre mi sexualidad, sobre mi novia, sobre todos los chicos del instituto. Pero no puedo. Me había costado tanto mantenerlo todo en secreto que ahora que ella está por descubrirlo me niego a contar nada más.

— ¿Es que qué? ¿Sabes lo que me costó adaptarme al instituto sin ayuda de nadie a quien conociese? — toma aire y prosigue. — Mi guía es gay, mi compañera de cuarto lesbiana. Conocí a dos chicas que cambiaron formas de pensar en mí. No acepté a ninguno de primeras y me martirizaba cada maldita noche, todo porque era homofóbica— comienza a llorar de nuevo y tengo ganas de abrazarla. — Y ahora aparece ésta chica que...— suelta un largo sollozo y baja la mirada. — Que no deja que duerma porque desapareció. Y en vez de martirizarme por ser homofóbica, me martirizo por no encontrar a Nina. Y...

De seguro quiere hablar más. Pero no lo hace. Se queda callada, mirándonos a Cassie y a mí, con lágrimas recorriéndole todo el rostro, con el maquillaje corrido.

—Creo que me siento mal...— apenas pronuncia esas palabras, se desmorona en el suelo.

Suelto un grito y la alcanzo antes que su cabeza golpee demasiado fuerte el piso. Cassie llega a mi lado con una mirada de horror y se muerde el labio.

Instituto De HomosexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora