Reencuentros. Capítulo 14.

11.3K 620 123
                                    

Laila.

La mayoría de las personas a mi edad se van de fiesta cuando llega un fin de semana largo, de cuatro días seguiditos. Pero yo no, tengo cosas que solucionar y a nadie más que mi padre para preguntar. Y a mi madre, para ya me sé su discurso de pies a cabeza.

Cierro la maleta bajo la atenta mirada de Jessie, quien está molestando para saber qué me dijo Harper desde que ésta se fue. Sé que la odia, que quiere romperle la cara y que lo que yo le cuente solo servirá para que su enojo hacia ella aumente. A veces, creo que lo mejor que le pudo haber pasado a Jessie fue Jane; actúa de filtro siempre y es la única que puede calmarla en sus momentos de ira interna o, en el peor de los casos, externa.

—Si quieres opinar algo sobre esto, hazlo ahora. Tu mirada está agujereando mi espalda— le digo de mala gana.

—Tengo algunas preguntas— asiento con la cabeza, dándole paso a sus preguntas. — ¿Por qué te vas? ¿Por qué todavía no has recuperado a Cassie? ¿Por qué necesitas a tu padre para esto, cuando me tienes a mí? ¿Por qué ahora y no hace dos meses cuando Harper todavía no sabía nada y tenías más tiempo de pensar qué harías?

—Me voy porque mi padre está metido en esto también, y necesito su ayuda— le respondo a su primera pregunta. — No se trata de recuperarla, ¿entiendes? Ella va a decidir cuándo esté lista qué hacer, mientras tanto, aunque duela, no me queda más que esperar— tomo aire. — A la tercera, es simplemente porque mi padre no haría un escándalo de esto, y tú sí.

— ¿Y la última?

Trato de evadir la pregunta con todos mis recursos: ¿cómo está Jane?, ¿cómo está superando tu madre el rompimiento con su decimotercera novia?, ¿quién está cuidando que nadie le esté coqueteando a tu novia? Pero nada sirve.

— ¿Por qué ahora, Laila?

— ¡Porque nunca pensé que Harper sería tan inteligente como para darse cuenta de esto! ¡Lo tenía planeado todo! En cuanto terminase este año, yo seguiría con mi relación y Harper en el instituto, superando del todo la homofobia. Y cuando ella se graduase, le contaría— grito. — No lo entiendes, no es tu lucha. No es de nadie más que mía, y por eso lamento haberlos metido a todos en esto. Fue un error, y no debería haberlo hecho. Y, ¡mierda!, lo siento. Lo siento, lo siento, lo siento. Soy una maldita egoísta que...

Jessie me abraza por un milisegundo y viniendo de ella me sorprende, pero dejo que lo haga porque de otra manera rompería en llanto. Y yo nunca lloro. No delante de las personas.

—Llamó tu padre, Laila, dijo que saldrá del trabajo a la hora que le dijiste para poder estar cuando tú llegues— interrumpe Jane en la habitación y yo le sonrío. — ¿Estás bien, Laila? — pregunta, acercándose a mí.

—Estoy bien, Jane. ¿Puedo pedirte algo? — ella asiente.

—Si te hace sentir mejor, lo que sea.

—Cuando no esté aquí por estos días, por favor, cuida de Harper. Es grande, pero sigue siendo la misma niña de trece años que se reía cuando me veía en bikini en un lugar público. No quiero que se meta en problemas, y no quiero que se entere por otra boca lo que yo le diré en poco tiempo.

—Claro, yo me encargo— me dice y luego me rodea con sus brazos. — No te preocupes por nada más que resolver tus problemas, nosotras tenemos todo controlado aquí— asiento contra su hombro y sonrío.

—Gracias, chicas.

Cuando bajo del piso, me encuentro con Nieves que me da una mala mirada y sigue su camino.

Instituto De HomosexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora