Yo confío en éstas personas y sé que nunca me mentirán. Capítulo 3.

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Yo confío en éstas personas y sé que nunca me mentirán.  

El día comienza tranquilo y rutinario. Hoy tengo clases por la tarde, por lo que aprovecharía la mañana para terminar de estudiar algunas cosas pendientes y hacer una videollamada a mi madre y hermano.

Aún en pijama, o más bien ropa interior porque las prendas me van diminutas, voy al baño y me cepillo el cabello y los dientes. Nieves abre la puerta bruscamente e invade mi espacio personal a gritos.

— ¡Harper, he perdido mi trabajo de historia! ¿¡Tú me lo has escondido!? ¡Si quieres ganarte mi atención, no lo hagas de ésta manera, chica! ¡Exijo mi trabajo!

—Nieves, cálmate. No tengo idea de donde está tu trabajo, pero si quieres te ayudo a buscarlo.

— ¡No es si quiero, estás obligada a partir de ahora a buscar las malditas hojas! — abre la puerta y murmura muchas cosas. — ¡Más de quince mil palabras, mierda, no puedo ser tan despistada! — se escucha cuando sale del cuarto de baño.

Una vez estoy preparada para salir al exterior como una persona decente y no como un indigente o algo parecido, voy a la cocina y preparo el desayuno. Y por "preparar" me refiero a hacer un café en el microondas y comer unas galletas humedecidas, nada de formalidades, aquí tengo un objetivo: encontrar el trabajo antes de que Nieves explote de la furia.

La puerta del piso se abre y se deja ver un Shet transpirado de pies a cabeza, con una playera de tirantes a pesar del aire fresco y con una expresión de extrema preocupación.

— ¿¡Ambulancia o policía!? — su grito hizo que la parte de mi cerebro que seguía dormida despertase y mi curiosidad aumente.

— ¿Qué te pasa Shet?

— ¡Nieves enviar mensaje auxilio! — suelto unas risas y Shet me observa sin comprender.

—Tranquilízate, ella ha perdido un trabajo de historia— abre la boca, suelta un suspiro y se tira en el sofá.

Rio y le sirvo una taza de café. Cuando le ofrezco, él la rechaza y tengo la impresión de que sigue mal por mi reacción.

—O quizá ya se olvidó y tú eres la única que lo recuerda. Ya sabes, eres muy perseguida.

Esa también es una opción, pero más vale sacarme la duda que matarme en pensamientos por haber cometido una estupidez. Me siento a su lado y trato de formular la oración para sacar el tema.

—Oye Shet, quería pedirte disculpas... por lo de anteayer— me mira confundido. — Cuando me dijiste sobre tu sexualidad.

—Oh, por eso, no te preocupes— dice dando por terminado el tema, pero yo no me doy por vencida, debía preocuparme.

—No, en serio. Escuché lo que le dijiste a Nieves y no soy como tú piensas, pero me tomó por sorpresa. Nunca había estado en una situación como esa y no supe cómo reaccionar, me puse nerviosa y salió de mí lo que salió, ¡pero estoy muy arrepentida! Lo siento, Shet.

—Harper, te entiendo. Has vivido en una sociedad homofóbica en la que no te han enseñado que las personas con distintos gustos, en cualquier aspecto, no deben ser discriminadas. Pero, ¿sabes? Me alegra que te estés disculpando, no porque has subido mi autoestima, sino porque creo que has cambiado de pensamiento o al menos lo estás considerando y es genial. Aunque no lo parezca, una persona de mente abierta transmite esos pensamientos y terminaremos siendo una comunidad mucho más tolerante.

—Pues ahora sé que tu homosexualidad no te hace menos humano— usé las palabras de mi hermana, la que me hizo reconsiderar mi homofobia mínima. Los ojos de Shet se abrieron con sorpresa. — ¿Qué? ¿He dicho algo malo...?

Instituto De HomosexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora