Rejuvenecer.

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Los días pasaban, el cumpleaños de Alan se acercaba y Emma lo sabía, pero para su mala suerte sus padres habían vuelto del viaje, por lo que no podía hacerle una sorpresa en su casa, incluso esos días debió hablarle entre susurros para que no la escucharan o la tildarían de loca.

Y para ser sinceros, la chica estaba actuando raro, su padre lo había notado, había notado que trataba de estar lo menos posible con ellos, incluso a veces parecía que huía y los dejaba hablando solos, supuso que era algún tipo de problema de adolescentes, de chicas, tal vez un amor, quien sabe, así que no le dio importancia al asunto, como era de esperarse. El jamás se preocupaba lo suficiente.

Alan dirigió su vista a ella, se encontraba distante, pensativa, recostada en su cama mirando al techo, como si muchas dudas estuvieran batallando con su lógica enfermiza.

-¿En que piensas?- Susurró sin necesidad, tal vez para no exaltarla al sacarla de su ensueño, o para ser participe de esa complicidad que ambos tenían cuando no estaban solos.

-En un hombre.- Admitió.

Era verdad, ella estaba pensando en un hombre, estaba pensando en él, aún no sabía que regalarle ni dónde prepararle la sorpresa que tanto quería, sólo faltaba un día para su cumpleaños numero 70. Otra duda atacó la mente de la muchacha, ¿Por qué con el pasar de los días, Alan parecía rejuvenecer? Ya no aparentaba sus 69, aparentaba sus 50, frunció el ceño y lo observó inmediatamente, con la pregunta a punto de resbalarse de sus labios.

-Oh.- Se limitó a responder, la respuesta que su amiga le había dado no le agradó para nada, dio el tema por terminado con un suspiro lleno de rabia contenida, y volvió la vista al libro, pero se sentía observado, eso más lo fastidio, la insistencia de Emma hizo que volviera a mirarla. -¿Que sucede?

-¿Cómo es que ya no aparentas la edad que tienes?- Su pregunta iba directo al reclamo, había algo que él no le había dicho y eso le pasaría factura después.

-...- Se dedicó a observar sus facciones, imaginar la reacción que tendría, incluso sus gritos si es que se dignaba a gritar, merecidamente.-Es un poco largo de explicar.

-Tengo todo el tiempo del mundo.- Escupió sin más, con la mirada fría y sin haber dado tiempo a procesar las palabras del mayor, ordenandole a que prosiguiera con el discurso.

-Me viste desaparecer durante los últimos días.- Hizo una pausa mientras la chica asentía segura.-Volví al lugar donde me encontraste en tus sueños, necesitaba... Aclarar mis dudas.

-Dijiste que saldrías a dar unas vueltas, que necesitabas aire.- Eso le había dolido, y se notaba en su voz.

-No quise mentirte...- Susurró, a modo de disculpas.

-Nada de mentiras, creí que eso estaba claro.- El dolor seguía reflejado en su mirada, ella realmente había creído en el ¿Ahora que pasaría? ¿La abandonaría? ¿Era por eso que se iba tantas veces? ¿Estaba buscando la manera de huir para jamás volverla a ver?

-No podía contarte nada hasta estar seguro, Emma.- Se escuchó irritado y preocupado a la vez, no quería que se enojara, no quería lastimarla.

-¿Hasta estar seguro de que? ¿De irte?- Sus labios se hicieron en una linea recta mientras respiraba con fuerza por el enojo acumulado, ya no importaba por qué rejuvenecía, importaba la falta de valentía para decirle lo que realmente estaba sucediendo.

"¿Entonces él es como todos los hombres?"

"No"

¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora