Emma sintió una leve caricia en su mejilla y un apretón en su mano, claramente no pudo moverse aunque todo lo sintiera tangible, la fuerza no llego a ella como lo esperó, no importó, se tranquilizó al escuchar esa famosa voz que todo lo calma al hablar.
No había rastros de emoción, felicidad, ni siquiera un poco de simpatía, todo era un susurro triste, un susurro convertido en lamento y tal vez una pizca de mil perdones que salían de aquella profunda voz, la castaña sintió como si algo dentro de ella, pudiera estar peor que el exterior, sintió dolor, ese que no se cura ni con cien palabras de amor, ni con cien besos junto al corazón.
Era un susurro lejano, otra vez volvía a la nada, no veía, no oía, ya no sentía, la mano que la sujetó ya no se aferraba, el hombre que la acompaño, ya no se encontraba.
"¿Me has abandonado?"
"¿Por qué ya no te oigo?"
"¿Qué paso, se te acabaron las palabras?"
"¿O tal vez, se te acabo el amor?"
Otra vez volvió a sentir el tacto de su amor, parecía que la fuerza jugaba con sus sentimientos, con sus miedos, terrores del pasado, ella no quería volver a sentirse sola, sola en la pureza de la luz, que parecía tan oscura, por consecuencia de los actos sombríos de la muerte tan cerca.
Voces eran las que sobraban y no era en la habitación, ya no encontraba espacio silencioso en su escondite, ya no estaba cerca de la paz, estaba lejos, hundiéndose, en la soledad y el caos del temor...
Alan, solo pedía a quien quiera que dominara el universo, un dios, un demonio, un ángel ingenuo, que devolviera a su amor, que devolviera la luz, porque aunque estuviera ciertamente iluminado, no encontraba ideas factibles para vivir sin ella.
Era un vaivén de sensaciones encontradas y lamentables, por momentos creía que iba a abrir sus ojos y sonreír tan genuinamente como lo hacia en los viejos tiempos, oh no, que lejos estaba de la realidad, nada sucedía, nada se comparaba con tan terrible situación, ni los milagros estaban de su lado, ni la suerte, la invadía a la muchacha, postrada con sus ojos tan hermosamente cubiertos por sus parpados.
Las pestañas parecían tan largas y eternas, ya las había contado una por una, eran oscuras, delicadas y preciosas, se reprendía, por supuesto que todo en ella lo era, y que bien se veía con sus ojos abiertos, ahora estaba olvidando el color que los rodeaba, extrañaba verla parpadear.
Sus gestos nerviosos que ya no poseía, ni su sonrisa de medio lado intentando imitarlo, quererlo, de otra forma sin igual, así se divertían, pero ya no lo harían; tal vez debía darse por vencido, buscar la manera de ser feliz y vivir sin ella, pero el recuerdo lo atormentaría, era mejor, esperar hasta las ultimas consecuencias, no le importaba si tenía que desperdiciar esa supuesta buena vida que le esperaba fuera del hospital.
Emma ya no sabía si estaba con los desamparados o en su nuevo mundo, la luz que la rodeaba titilaba cada tanto, un escalofrío terriblemente cruel se apoderaba de ella, a veces lo sentía tan cerca que la respiración le chocaba, otras veces, lo sentía tan lejos que el frió la volvía a abrazar, ahora lo entendía, sus labios morados, sus temblores de a ratos, sus quejas constantes aunque estuvieran en pleno verano, si nadie le daba calor se desvanecía lentamente.
-Ya debes despertar mi amor, van tres días y no compartes la vida conmigo.
"¿Cómo despertar? He dado mi vida por la tuya... ¿Recuerdas?"
-No importa lo que hayas dicho yo se, que no estabas en plenas facultades, yo se, que jamás me abandonarías...
"¿Y si lo hice? ¿Me perdonarías?"
-Y si me quisieras abandonar, no te dejaría, para que no hubiera culpas luego.
"¿Y si me pierdo en el intento?"
-Te guiaré en el camino... Vuelve, vuelve pronto mi amor...
Aunque pareciera un dialogo completamente armado y dedicado, nada estaba más lejos de la realidad, ella lo escuchaba, el no podía siquiera sentir su corazón tan débil latir, era una perfecta sincronía de un extraño amor, ni las palabras eran importantes, tampoco las preguntas internas que se hacía la chica.
Importaba el futuro que los deparaba, preparado para lo peor, Alan se levantó, una pequeña y frágil mano lo aferro por fin, sin saber como ni porque, tenía la necesidad de que no la abandonara.
-¿Emma?.-
"¿Es que ha vuelto la alegría en tu voz?"
-¿Emma, me escuchas?- Se volvió a sentar donde estaba, su voz había recobrado fuerzas y una sonrisa se formó en sus labios.
Las pestañas que admiro todos esos días se movieron dando paso a unos parpados perezosos que se abrían dejando ver esos ojos oscuros y profundos. Primero miró al techo, sin dejar de aferrarse a la mano de su acompañante, los tubos que tenía la incomodaban pero no podía quejarse, miró de reojo a sus costados y se encontró con un deplorable hombre con ojeras recientes, cabello descuidado y alborotado, su barba estaba comenzando a salir.
"Encantador..." Pensó.
El hombre sorprendido y feliz apretó el botón que llamaba a las enfermeras y no dejo de mirarla, acarició su mejilla como acostumbraba y beso su frente que estaba cubierta por una venda.
No solo llego la enfermera, llego el medico corriendo atrás, ambos habían esperado lo peor, pues creían que era prácticamente imposible que despertara y solo sonaría el timbre si dejaba de respirar. Alejaron al rubio pero se quedo observándola desde la puerta de la sala, mientras la controlaban, observaban sus pupilas y quitaban los tubos de su boca.
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¡Ya se que es un capitulo corto! Pero sinceramente estoy teniendo sensaciones encontradas con respecto a Alan y estoy sensible, sepan entender que sigo sin superar que se fue, y más aún después de antes de ayer, que hicieron dos meses de su muerte... Quizá al rato suba un cap nuevo, este lo escribí basado en una canción que compuse hace algún tiempo. Espero les guste y no les parezca muy cursi.
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¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/
Teen FictionEmma Zonswan ha sufrido una terrible perdida, su ídolo y amor de su vida ha muerto tomándola por sorpresa a ella y al mundo entero. El dolor es tan grande que de solo nombrarlo la tristeza vuelve a desmoronar su corazón y en el momento más difícil a...