¿Mi vida por la suya?

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Emma se despertó algo aturdida y con el lado izquierdo de la cama desocupado, las sabanas estaban frías y los muebles estaban en diferente lugar, podía asegurar que era su habitación solo por la mera coincidencia de que la única ventana de la casa era la que estaba viendo en ese momento y se encontraba en el lugar de siempre. Su cabeza dolía y estaba sumamente perdida.


"Como si hubiera vuelto a beber..." 


Pensó, recordando con amargura su pasado.


-Es curioso.-Una voz amable se escuchó por alguna parte haciendo eco entre las cuatro paredes.-Dos almas llegan al mismo destino.-Ahora los pasos resonaban por el lugar.-Por distintos motivos.


-¿Alan?- Susurró la chica volteando a todas partes con la esperanza de verlo, pero no sucedió, no todavía.


-Creo que Alan tiene una voz muy particular, dudo que me hayas confundido con él.- Sonrío y se dejo ver, un viejo vestido de blanco, imagino un Dumbledore muggle, pero ni a eso llegaba, porque no era tan siquiera un humano. ¿Dios? Cualquiera se reiría de ella si la escuchara decir que ese ente era Dios, era tan creyente en él como si una oveja fuera rosada por naturaleza, imposible, a no ser que fuera Umbridge. -Te preguntarás quien soy...- La chica se aferró a sus sabanas y asintió, el anciano jamás dejo de sonreír y se quedó parado a los pies de su cuerpo.


-Claramente cualquiera se preguntaría quien es el intruso que entra a su casa como si fuera suya.- Escupió entre el enojo y el susto, su labio inferior temblaba levemente, su frente ya le dolía detener el ceño fruncido.


-Verás, no soy dios.-Juntó sus palmas haciendo un leve ruido de aplauso.-Sólo soy un mensajero, el mensajero de las almas.


-Vaya al punto.- Interrumpió con rudeza.


El viejo rompió en una sola carcajada.


-Que distintos son...- La observó con sus ojos claros, que parecía la traspasaba con facilidad.-La paciencia que tuvo Alan al recibirme, tú la desapareciste por completo...-Esa conversación ya no le estaba gustando.- Es muy intrigante, la verdad, parece que los polos opuestos se atraen al final.


-Cualquiera que sepa algo de física lo sabría, o un tuviera un poco de sentido común.- No sabía de donde había sacado esa fachada tan desagradable y poco educada, pronto lo recordó, la genética nunca falla, su padre.


Su acompañante jamás perdió la sonrisa, parecía que estaba esperando esa respuesta para ensanchar más su sonrisa, pero su mirada se oscureció de la nada, no había brillo gentil, ahora el estomago de la muchacha rugía pero de miedo y en silencio, se levantó enfrentándose a el.


-¿Crees en eso de que, favor con favor se paga?- Preguntó, ahora con el semblante serio y sin rastros de alegría.


La pregunta la tomó por sorpresa pero no lo demostró, contestó con rapidez.


¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora