¿El principio del fin?

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Emma se hallaba recostada y dormida sobre el pecho de Alan, habían acordado que dormirían una pequeña siesta antes de seguir el curso del día, y es que a decir verdad, habían quedado agotados.

Pero la única que había caído en los brazos de Morfeo era la castaña, el rubio se encontraba rodeándola con un brazo y acariciando su cabello con los ojos cerrados, los abrió de golpe cuando escucho vibrar el celular de la chica.

Frunció el ceño y volvió a cerrar los ojos, el molesto ruido no se terminaba, así que giró la cabeza hasta encontrarse con el aparato encima de la mesita de luz. No se veía nada más que un destello de luz en la pantalla pero de reojo pudo ver que era una llamada.

A Alan siempre le pareció de mal gusto no respetar la privacidad de la gente, eso sería pasarse de confianza y generar problemas, lamentablemente su conciencia le sugirió que obviara sus reglas pautadas y discursos mentales sobre el respeto, si pretendía dormir, tenía que contestar o apagar el celular, optó por lo segundo.

Hizo un gran esfuerzo para no despertar a la chica que estaba desnuda sobre él, se maldijo porque estaba muy cómodo sintiendo su piel y su respiración pausada, se maldijo más cuando la escucho protestar entre sueños por moverla, cuando al fin la dejo sobre la cama acaricio una vez más su cabello y se sentó, tomando el celular...

¿Jeremy?

La miro con el rostro totalmente transformado en uno de ira, corto y dejo el teléfono tirado en el colchón.

La brisa que corrió estremeció a la muchacha que seguía dormida, él por  lo pronto, se levanto hecho una furia y se comenzó a vestir, no iba a compartir la cama con alguien que recibía llamadas de un extraño.

Aún no se explicaba cómo es que fue capaz de darle su número a alguien que apenas conocía, pero estaba más que seguro que no era eso lo que le preocupaba, sino lo que podía venir después... Y él no se iba a quedar mirando cómo le veían la cara de estúpido.

¿Por qué eso era así, cierto? Le había visto la cara de estúpido y evadió sus preguntas llevándolo a la cama. ¡Cómo si fuera un adolescente iluso! ¡Él había caído en la trampa!

Aunque se sorprendía teniendo estos debates internos y la juzgaba, estaba demasiado enceguecido como para buscarle explicaciones a la situación.

Se paró en frente de ella ahora vestido, con sus manos en la cintura, la observo desnuda, enredada en las sabanas y con el rostro más angelical que jamás hubiera visto y no podía creer que lo hubiera engañado.

"¿Y si solo intercambiaron su número?"

"¿Pero y si pasó algo más?"

"Ella no lo va a admitir..."

Inhalo el aire y lo exaltó con fuerza, se fastidió al ver que podía dormir tranquilamente sin que nada la atormentara mientras a él lo carcomía la inseguridad, la furia, la tristeza y los celos, los jodidos celos.

El celular volvió a sonar. Se exasperó, lo tomo y atendió sin decir una sola palabra.

-¿Emma?- Una voz alegre y masculina se escucho del otro lado de la línea, Alan ya sabía quién era.- ¿Hey, estás ahí cariño?

¡¿Cariño?! Corto y ahora sí que no le quedaban dudas, iba a esperar a que ella despertara, sentado en el sofá mirando a la nada, iba a preguntarle y sacarle respuestas, esto no podía quedar así.

¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora