Sus piernas lo llevaron hasta aquella mesa, tomó el primer regalo, el más pequeño y la observo curioso antes de volver la vista al paquete y romper el envoltorio de color verde y plata.
Una pequeña caja azul forrada en una tela suave reposaba en su mano derecha, frunció el ceño escondiendo una sonrisa y la abrió, encontrándose con la misma llave que había visto sobre el cuello de Emma, era un poco más grande tal vez, pero similar.
Antes de que dijera nada, la chica había tomado aquel obsequio en sus manos y se paró en puntitas de pie para alcanzarlo y poder colocárselo, no se puso a pensar lo cerca que quedarían en ese momento y sus miradas volvieron a encontrarse, se conocían, se conocían muy bien aquellos ojos avellana y aquellos color café, de punta a punta.
-Ambas llaves son iguales, por lo que abrirán la misma puerta.- Dijo terminando de colocárselo, volvió a pararse normal pero sin dejar de mirarlo, sus manos ahora reposaban en el pecho del hombre. – Siempre nos llevará al mismo destino, siempre llegare a ti...-Su voz disminuyó, convirtiéndola en un susurro lleno de emoción.- Siempre llegaras a mi.
-¿Sabes...?- Alan suspiro- Al principio me sentía perdido, solo, era extraño.- Emma lo miraba prestando muchísima atención.- Hasta que llegaste. Llegaste y marcaste el camino que debía... Que quería seguir.
-¿Cuál es ese camino?- Preguntó, sin despegarse de él.
Una de sus manos se posó en el pequeño rostro de la chica, corrió un mechón de pelo rebelde que se colaba para no dejar admirar bien su belleza. La acaricio y contesto.
-Tú. Tú eres el camino.
"¿Qué ha dicho?"
"Oh... Será mejor que reacciones antes de que se arrepienta."
-Yo...- No supo qué decir, estaba sorprendida, realmente sorprendida y su corazón parecía que iba a salirse de su pecho,
-Hablaremos de eso después, cuando quieras hablarme también de tu camino.- Eso lo había dicho por despecho, camuflado de simpatía, en su cabeza seguía rondando aquel supuesto hombre que a ella la tenía tan pensativa y distante.
-El camino está frente a mis ojos.- Contestó, pero antes de que dijera nada, solo cambio de tema.- Te queda un regalo más.
Lo abrió, leyó la contraportada y agradeció aquel libro, sospechaba que valdría la pena y prometió que lo leerían juntos cuando fuera el momento, porque ahora, debían disfrutar de otra cosa.
La cena prosiguió sin problemas, había hecho pasta, era su especialidad y Alan supo darle la razón, entre risa y risa la noche se fue haciendo madrugada, Emma sugirió que podría poner música.
Tomó un último sorbo de vino de su copa y se levantó dirigiéndose a la otra punta de la sala, colocó música de piano, era la preferida de su hombre, lo sabía porque él siempre contaba que su madre tocaba excelente ese instrumento y por eso a él le encantaba, aunque se frustró por no haber aprendido y adquirido el mismo don de aquella mujer.
-¿Me concede esta pieza, Señor Rickman?- Sonrío de lado con una mano en su espalda y la otra delicadamente estirada en su dirección.
Él la observo entre divertido y enternecido, sus ojos viajaron por el cuerpo entero de su acompañante, "una bella mujer", pensó. Apuro lo último que quedaba en su copa y se levantó tomando su mano.
No tardó en ponerse en posición, colocando ambas manos en la cintura que tanto anhelaba acariciar, la pego a su cuerpo logrando que ella rodeará los brazos en su cuello, se miraron largo rato, balanceándose de un lado a otro en silencio, la música daba paz, la paz los llevaba a divagar en pensamientos.
De un momento a otro, Emma estaba jugando con el cabello de su amigo, lo acariciaba sin dejar de observarlo ni de abrazarlo, él le sonrió como respuesta y empezó a hacer círculos con sus pulgares en su cintura, enterró los dedos con delicadeza y la apreto aún más a él si es que se podía, sus rostros se acercaron sin titubeos.
Tenían una lucha de miradas, de sus ojos a sus labios... De sus labios a sus ojos, la tensión no era participe de ese momento, se había esfumado, se aventuró a recorrer la espalda con una de sus manos por sobre el vestido, un escalofrío estremeció a quien recibía esas caricias, no hubo protestas, no hubo intercambio de palabras, se fueron acercando cada vez más hasta que se fundieron en un beso.
Un beso lento y lleno de ansiedad, de ganas, un beso necesitado y placentero.
Ella se sentía en el paraíso, él... Se sentía vivo, de nuevo.
-Feliz cumpleaños.- Susurro sobre sus labios y con los ojos cerrados.
-¿Siempre fui yo aquel hombre?- Tampoco se despegó, la beso otra vez.
-Siempre.- Dijo entre besos, abrazándolo más fuerte aún mientras la música seguía sonando.
Ese era probablemente, el mejor regalo que Alan había recibido en mucho tiempo.
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Bueno, sé que es un capítulo bastante corto, pero sigo sin computadora, estoy muy muy muy cansada y mis ojos ya me duelen (de por sí soy miope y chicata) y sigo escribiendo desde mi celular... Trataré de subir algo hoy a la madrugada también, espero lo disfruten. (Además, ayer subí dos capítulos, el último es el cap más largo que escribí en todo el fic xD)¡Feliz cumpleaños mi amor, donde quiera que estés!
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¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/
JugendliteraturEmma Zonswan ha sufrido una terrible perdida, su ídolo y amor de su vida ha muerto tomándola por sorpresa a ella y al mundo entero. El dolor es tan grande que de solo nombrarlo la tristeza vuelve a desmoronar su corazón y en el momento más difícil a...