Faltaba un día para que comenzarán las clases y Emma todavía estaba terminando de instalarse en su nuevo apartamento, pequeño pero cómodo y acogedor, se tiro en su sofá a tomar un pequeño descanso. Un nuevo comienzo, al fin.
Flashback
-¿Estás segura de que podrás vivir sola? ¿Aquí?- Preguntó su madre un poco preocupada, aunque la chica sospechaba que en realidad solo quería desestabilizar su seguridad para que no se fuera.
-Claro que estoy segura, siempre me las arreglo cuando ustedes desaparecen.- Respondió cortante, dejando la última caja sobre el suelo, fastidiada porque en ningún momento aquella mujer la ayudo a mudar sus cosas, solo la seguía del camión a su casa y de su casa al camión para hacerla cambiar de opinión. Eso no pasaría.
"Y menos mal que el alquiler lo pago yo, porque seguro ni en eso iban a ayudarme"
La castaña se recomendó a sí misma, buscar un trabajo de medio tiempo si no quería estar justa en dinero, sus ahorros solo le darían para un par de meses. Pero, ¿qué más da? No iba a vivir mucho. ¿Cierto? Bien, ya se había puesto de malas.
-Podrías ser un poco más amable... Es tu madre después de todo.- interrumpió Alan cruzándose de brazos apoyando en el marco de su nuevo hogar mientras su "¿suegra?" salía a atender una llamada de negocios, cuando no.
Lo miro con mala cara y empezó a acomodar sus cosas sacándolas fuera de la caja.
-Quizá si ella fuera menos egoísta, yo podría ser más amable.
Él sólo rodeo los ojos y se dispuso a observarla, lucía demasiado bien en ese pantalón ajustado a sus piernas y esa blusa que dejaba poco a la imaginación, no le agradó recordar que el conductor del camión la miraba de reojo con cierta intención poco virginal en sus ojos.
La madre de Emma entro disculpándose y como siempre, se tenía que ir apresurada quién sabe a dónde, ya no era de sorprenderse, se despidió y pidió que llamara si necesitaba algo.
-No te quedes ahí parado Alan, ayúdame.- Dijo en voz alta aprovechando que ahora estaban solos.
-¿Qué tal si primero te ayudo a quitarte ese humor de perros que traes?- Susurro cerca de ella mientras la tomaba de las caderas y apoyaba la suya en su trasero con descaradas intenciones, logrando que se enderezará con los ojos muy abiertos. Se rió.- ¡Vamos, siempre funciona! Además... ¿No te molesta que este todo tan limpio?-Acerco sus labios a su oído.-Un buen polvo no le hará daño...-Mordió el lóbulo de su oreja y la chica se estremeció.
Fin del Flashback
Se quedó viendo a la nada por un rato con una sonrisa en sus labios, no podía creer que aquello estuviera pasando, si, sabía que le duraría poco, pero eso no le impedía disfrutarlo y sentir todas las emociones juntas.
Se levanto dirigiéndose a la heladera por una lata de cerveza, eso de vivir sola se le iba a dar de maravillas, la abrió y le dio un buen sorbo antes de que unos brazos fuertes la rodearan y un rostro sonriente se pegara a su cabello.
-Pensé que volverías más tarde.- Se giró para verlo y le robó un beso.
-No es como si tuviera mucho que hacer allá afuera, más que tomar prestadas algunas galletas.-Le mostró una bolsa llena de dulces y galletas que dejó sobre la mesa.
Lo miro con evidente reprobación y lo regaño.
-¡Eso no es tomar prestado!
-¿Y cómo le llamas? ¿Crimen fantasma?- Rió divertido ante su actitud.
Ella ocultó su sonrisa, había sonado ridículo y gracioso a la vez, golpeo su hombro con poca fuerza y se fingió indignada.
- Sabes que si quieres esas cosas puedo ir a comprarlas, deja de delinquir, no quiero un delincuente en casa...
-Las tome prestadas, dije.- Le corrigió poniendo su índice sobre sus labios para callarla. Ambos rieron.
-Eres increíble.- Negó divertida.
-Lo sé, por eso me amas.
-Tengo una sugerencia para ti.
-Soy todo oídos...- Enarcó una ceja sin dejar de abrazarla y mimarla.
-El primer papel que puedes interpretar, será el de Robin Hood.
-¡Oye! No lo había pensado...- Sonrío bromista, le hacía gracia que le llamara ladrón en tan sutiles palabras.
-Lo digo en serio, el Sheriff de Nottingham te queda de maravilla, pero Robin seguro es tu segundo nombre.
-Me parece que hay que enseñarte modales... No se le falta el respeto a los mayores...- Tiro de su labio con los dientes.
-Hablando de eso... Te estás poniendo más guapo de lo que ya eras...
-¿Será que me queda bien rejuvenecer?
-¡Definitivamente!
Aparentaba unos 48 años y había que admitirlo, se veía jodidamente precioso, su cabello alborotado y rubio, sus ojos claros llenos de vida, su toque arrogante que lo caracterizaba cada vez iba tomando más forma, incluso su cuerpo era fornido y fuerte.
Le sonrió cuando notó que ella empezó a divagar en pensamientos sin dejar de mirarlo con sus ojos color café, era fácil para la chica perderse en su mundo, a él no le molestaba, aprovechaba para observar mejor sus rasgos y disfrutarla en silencio.
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¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/
JugendliteraturEmma Zonswan ha sufrido una terrible perdida, su ídolo y amor de su vida ha muerto tomándola por sorpresa a ella y al mundo entero. El dolor es tan grande que de solo nombrarlo la tristeza vuelve a desmoronar su corazón y en el momento más difícil a...