La noche paso tranquilamente, nada los perturbo ni la culpa los irrumpió,se trataba, en realidad, de saldar las cuentas pendientes, ambos necesitaban avanzar y dar ese paso, y cuando menos lo esperaron, sucedió lo que tenia que suceder, se hablaron en otro lenguaje.
Aquel lenguaje que hace que las personas no escatimen el valor de los sentimientos, aquel que no tiene preguntas ni respuestas,es ese que se entiende sin hablar, ese que muchas veces, es la solución al problema, el primer paso de muchos grandes amores.¿Quién dice que ese no seria un gran amor? Raro, si, pero sincero.
-Esta es la primera cosa que si se la cuento a mis amigos, no me creerían...- Dijo Emma divertida.- Besé a un fantasma, al fantasma de mi ídolo.
Alan rió.
-¿Y sabes que otra cosa no podrían creerte?- Enarcó una ceja y la miró con un brillo perverso en los ojos, acercándose a ella que en ese momento se encontraba sentada en un sofá.
-¿Qué?- Preguntó devolviéndole la misma mirada.
-Que no solo me besaste.- Se acercó más, provocando que ella terminara recostada sobre el sillón y se posiciono entre sus piernas, besó su cuello.
-También me permitiste acariciarte...-Metió una mano debajo del vestido, tocando cada centímetro de piel que encontraba, empezando por su muslo y subió hasta el vientre, sin despegar los labios de su cuello. -Ni que te estás estremeciendo ante mi tacto...-Su mano subió un poco más y dibujo un par de círculos debajo del sostén. -Y mucho menos... Que logras volverme loco de verdad.
Levantó la cabeza para mirarla, ahora sus ojos brillaban por la lujuria y una mueca atrevida se asomo por la comisura de sus labios, restregó su entrepierna sin miramientos.La chica, que ya estaba un poco agitada por la situación, abrió los ojos con sorpresa y un jadeo se escapó de sus labios, no imaginaba esa parte de él y a decir verdad, no le molestaba. Tragó saliva y coloco las manos en la ancha espalda de Alan, la recorrió hasta llegar a su trasero y lo atrajo más a su cuerpo, provocando otra fricción en sus puntos débiles, el hombre jadeo un poco fuerte por la sorpresa y el placer, la erección era muy notable.
-Esa parte... No pensaba contarla...- Susurró antes de tomarlo del cuello de la camisa y besarlo casi con furia, él le respondió con las mismas ganas hasta que el timbre sonó con impaciencia, se separaron bruscamente.
-¿Esperabas a alguien?- Preguntó con el ceño fruncido reincorporándose.
-Claro que no.- Contestó rápidamente, era la casa de su amiga, estaba claro que quien tocaba timbre no la buscaba a ella. Se acomodó el vestido, se acercó a la puerta y vio por el mirador.
"Oh... No... Puede... Ser..."
Suspiro y abrió la puerta con algo de nerviosismo. ¿Justo ahora debía aparecer?
-¿Emma?- Preguntó un chico de mediana estatura, cabello negro y un poco largo, con la cara contraída en un claro gesto de disconformidad. La observó de la cabeza a los pies con desprecio y su boca se torció.
-¿Dónde esta mi hermana?
-Salió.- Contestó desde la puerta.
Sin mucho esfuerzo la hizo a un lado y entro, observando el lugar. Sus manos en los bolsillos y su porte autoritario ya no la intimidaba como en los viejos tiempos, pero igual mantenía distancia.
-He dicho que no esta, si te puedes ir...-
-¿Con quién estas?- La miró alzando una de las copas que estaban sobre la mesa... Luego alzó la vista a la escalera y señalo con esa misma copa en la mano-¿Ya esta esperándote en la cama?- Su irá iba en aumento y se notaba en aquellas palabras que soltaba tan "tranquilamente"
-No estoy con nadie.- Respondió cortante, se cruzó de brazos y por el rabillo del ojo vio que Alan se paraba y se posicionaba a un costado de Eric, viéndolo con desagrado y luego la miró con un millón de preguntas atoradas, ella esquivo su mirada y se volvió al hermano de su amiga.
-Él ya se fue.
-¿La pasaron bien?- Su mandíbula se tenso, dejó la copa con fuerza sobre la mesa y volvió a guardar su mano. Se quedó en silencio procesando la situación, ¿Cómo podía ser tan descarado y preguntar aquello?
-Tan bien como la pasaste tú el día de nuestro aniversario.- Se dirigió a la puerta, abriéndola con fuerza.-Ahora vete.
-Tú sabes bien que no sucedió nada.-Respondió caminando hacia ella.
-Claro.- Escupió sin mirarlo.- Estar en mi cama, con mi mejor amiga, lo convierte en nada, queda entre familia... ¿Verdad?- Eso último lo dijo con la máxima gota de ironías que podía caber en su ser, como si no importara, como si fuera una travesura de niños y nada más.
-Eso no justifica lo que estás haciendo.-Se paró en seco en medio de la puerta y el marco.
Ella rió con ganas y ahora si lo miró directo a los ojos.
-No, no lo justifica. ¿Sabes por qué? Porque yo no hice nada que me atrofie la conciencia.- Le dolía hablar con él.-No hice nada que atentara contra el dolor ajeno.
Más allá de que los sentimientos amorosos ya no estaban, la decepción y el dolor no se habían ido, jamás se borraría esa cicatriz cuando la herida fue tan grande, el timbre de su garganta se había vuelto agudo y triste, incluso le temblaron las palabras.
-¿Él mío no cuenta?- Preguntó algo herido.
-Vete, Eric.- El suspiro y amago a decir algo más, pero ella lo interrumpió.-Por favor.
El chico respiró hondo y camino fuera de la casa, lo vio irse y cerró la puerta sin decir nada más, se volteo y Alan seguía mirándola, ahora más serio que nunca y con sus brazos cruzados.
-¿Me quieres explicar que fue eso?- Su voz sonó demandante y dura, ya no estaba jugando, quería una respuesta y no la iba a dejar ir hasta que se la diera.
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¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/
Novela JuvenilEmma Zonswan ha sufrido una terrible perdida, su ídolo y amor de su vida ha muerto tomándola por sorpresa a ella y al mundo entero. El dolor es tan grande que de solo nombrarlo la tristeza vuelve a desmoronar su corazón y en el momento más difícil a...