Un buen futuro.

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Lo veía, sentada desde alguna butaca perdida en el teatro vacío, solo contaba con poquísimos espectadores, entre ellos, los productores, en el escenario se encontraba quien más anhelaba actuar desde siempre, a las personas les sorprendía el terrible parecido con el reciente fallecido actor, Alan Rickman.

Su voz, era la misma, realmente intimidaba, realmente no había cambiado y eso le alegraba, lo agradecía cada mañana con exageradas plegarias graciosas mientras se duchaba.

Aunque había llegado nervioso porque no contaba con el guion y debía improvisar, Emma lo alentó, recordándole los años de experiencia y que haber muerto una vez no lo hacía un ignorante, los recuerdos no se olvidaban, y su talento siempre estuvo intacto, era igual que aprender de niño a subir a una bicicleta, olvidarla y encontrarla cuarenta años después, subirse y seguir el camino que dejo, no iba a caer, no iba a fallar.

Dejando sorprendidos a todos los presentes, hizo una reverencia y se bajo de la tarima rompiendo la cuarta pared, una sonrisa ingenua en sus labios, una sonrisa arrogante en la chica que lo observaba detenidamente, ella lo disfrutaba, porque era la única que sabia la verdad, el talento y el amor que tenía por su profesión, lo haría saltar a la fama cuanto antes.

Sintió que dentro del regocijo placentero, algo la asfixiaba, era el egoísmo de querer tenerlo solo para ella, le molestaba el hecho de saber que era un hombre atractivo y único, algo en el siempre se destacó, no era tonta y el ambiente siempre fue duro.

No iba a quejarse, iba ser una buena mujer, lo esperaría cada noche que lo viera desfallecer en sus brazos, cuando sus parpados se cerraran contra su voluntad, cuando la respiración pesada inundara la habitación, era ella la que estaría cuidándolo, apoyándolo, confiaría en él, porque aunque en su pasado todo fue de mal en peor, apostaba por un buen amor.

Un buen amor que no la traicionara, que crecieran juntos y aprendieran, quería estar a su lado ahora que sería su momento de grandeza, así como estuvo en los momentos más duros cuando nadie notaba su presencia; no era Rima, no era su primer amor, era Emma, su verdadero amor, no importa si llego tarde, no importa si se perdió gran parte de sus etapas, era una nueva vida que sabrían aprovechar, juntos, juntos al fin.

Era un nuevo comienzo, un comienzo sin final, no estaban dispuestos a ponerle limites a lo suyo, cuanto más lejos llegaban, más se amaban, cuanto más tiempo pasaba, más se convencían el uno al otro que eran los indicados.

La abrazó, con fuerza ante la vista de aquellos que quedaron en silencio ante su maravillosa puesta en escena, la chica le respondió el abrazo y susurró en su oído:

-Te dije que lo harías.- Sonrieron.

Un feliz hombre apoyó la mano en en el ancho hombro del "principiante" actor. Lo felicitó.

-Veo que tu chica tenía razón.- Habló por fin.

-Mi chica siempre tiene razón.- Bromeo tomándola de la cintura y se giraron para ver al otro rubio, rodeo los ojos divertido y miro a la castaña.

-Ya veo porque lo elegiste a él. Siempre te complace en lo que quieres escuchar.- La señaló acusadoramente divertido con el guión hecho un rollo.

-¡Creí que eso quedaría entre tú y yo!- Le dijo un alegre Alan a Jeremy.

En el poco tiempo que había pasado, Alan había asumido que no habría más que una buena amistad entre aquel actor y su chica, la visitaba a diario para ver como se encontraba y con el correr de los días ya no le resultaba molesto, incluso se podía decir que se había creado un lazo amistoso entre los tres.

Emma le pegó al hombre que la sostenía entre sus brazos y miró con fingido enojo a Renner. Todos rieron y fueron interrumpidos por uno de los directores que se acercaban.

-Tienes talento, Alan.- Le sonrío, el rubio agradecido le devolvió la sonrisa tímidamente, algo que a Emma le pareció tierno y extraño a la vez.-Pero creo que tu futuro no esta entre esas tablas.

La cara del nombrado se quedó seria y de piedra, lo miró sin comprender, sin darse cuenta estaba apretando la cintura de su novia quien no emitía sonido alguno.

-Tu futuro esta en la pantalla grande.- Golpeo amistosamente su hombro con unos papeles que tenía en la mano, que a diferencia de Jeremy, no los tenía arrollados, sino en una carpeta.- Todos sonrieron por el comentario aliviados, mucho más Alan, quien aflojo el agarre.

-Te agradezco esas palabras, John...- Rió.- Pero nadie me tomara en la pantalla grande si no tienen referencias de mi, creo que debo empezar aquí si quiero tener una buena propuesta.

Jeremy empezó a reírse y él lo miro confundido, John le siguió la risa y comenzó a ponerse incomodo. Su castaña paso una mano por su espalda y lo acaricio a lo ancho.

-Creo que ya tienes la propuesta cariño.- Lo miró insinuante y con una mueca en sus labios, él tardo en comprender.

-¿Cómo te ves siendo un doble espía?- Preguntó su nuevo amigo.

Alan enarco una ceja y los miro a todos sigilosamente, ahora caía en la cuenta, él era el único que no sabia que esa prueba no era para una obra de teatro, lo habían llevado engañado entre Emma y Jeremy, John, un buen amigo del actor accedió con la condición de que no fuera una perdida de tiempo. Claramente no lo fue.

*Flashback*

-¿Tienes todo listo?- Preguntó en un susurró mientras se terminaba de vestir en el baño.

-Si, Emma.- Notó la voz fastidiada del otro lado del teléfono.-Si sigues actuando así pensará que tenemos algo.

-¡Prefiero eso a que se enteré la verdadera razón!- El chico rió.

-Bien, pero el que se tiene que aguantar el golpe soy yo, querida.

Emma rodeo los ojos, se exaltó cuando escuchó que alguien golpeaba la puerta.

-Emma, se nos hace tarde... ¿Con quien rayos hablas en el baño?- Preguntó entre indignado y confundido, a veces sus costumbres lo desencajaban.

-¡Con Marianne!- Gritó y estaba más que segura que Jeremy estaba quedando sordo desde el otro lado.- Ya salgo.

-Bonito nombre me cargo, ¿No crees amiguis?- Bromeo entre risas y ella puso los ojos en blanco intentando no reírse.

-Imbécil. Te veo en una hora.- Cortó y salió encontrándose con su hombre apoyado en la mesada, se le notaba nervioso, jugaba con la taza de chocolate caliente pero no la bebía.

-Deja de marear el chocolate y bébelo, todo ira bien, habrá recompensa luego.- Le guiño un ojo ganándose un gesto pervertido y un roce bastante subido de tono para la situación.

-¿No podría recibir la recompensa antes?

-¡Alan!- se rió.- Termina de beber eso y nos vamos.- Lo empujó levemente y se puso su chaqueta.

*Fin del flashback*

-Eres un jodido cabrón.-Dijo después de un breve silencio rompiendo en carcajadas con los demás.


¡Mi ídolo es un fantasma! /ARREGLANDO REDACCIÓN/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora