Capítulo 20; Parte 2 El juramento de amor.

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(Un mes después)

|(Narración de Ana)|

Un mes teniendo a Rey en el calabozo, es igual a un mes de tortura. Los habitantes de Misania han atacado para "recuperar a su Rey" ¿Cómo? Han estado entrando al Palacio cómo locos, con armas y muchas cosas más. Un día me levanté temprano, para ver las cosas en la madrugada, apenas con que sean las 4 de la madrugada, ya se pueden ver a los misanios al frente del Palacio.

Salí, los chicos me acompañaron, seis guardias, y se escucharon los gritos.

-¡¡SILENCIO!! -dije gritando -¡Me están quitando la paciencia! Si no se van en este momento, juro que mataré a Rey al frente de ustedes y verán como su sangre cae en el suelo. -digo para amenazarlos -

Todos se quedaron callados. Y luego empezaron a irse, con miedo a lo que les dije.

-Idiotas. -digo en susurro, sólo para que los guardias me escuchen -No entienden que ahora yo tengo el poder.

-Es cierto Reina. -dice Anum, tomando su espada -

-Puedo hacer lo que quiera con ese idiota de Rey, él ya no tiene derecho de hacerme nada. El imbécil. -digo en burla -Ahora yo gané el juego. -digo entre risas -Entremos, ya tengo ganas de irme al calabozo dónde está ese tonto.

-¿Segura? Es peligroso, ha tratado de escaparse varias veces. -dice Akins -Puede hacerle daño.

-Tranquilos, sólo quiero que me acompañen tres y nadie más. Quiero que me acompañen: Akins, Anum y Azibo. Los demás se quedan aquí. Y no quiero que Taián salga de su habitación, tampoco quiero que Azizi ponga un pie en este Palacio.

-Si Majestad. -dicen los que se iban a quedar -

Tuve una discusión con Tai, escuché que ella se iba con Azizi a las calles, sólos, y se estaban cómo locos y lo escuché de sirvientas y otros soldados. Le prohibí a Tai salir de su habitación hasta que yo diga, y Azizi, le prohibí entrar al Palacio, o ver a Taián. Desde ese día, Taián no me hablaba, ni me dirigía la mirada.

Fuimos a la celda donde estaba Rey.

Ahí estaba, acostado en el suelo, su pelo desordenado, y sus brazos sucios

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Ahí estaba, acostado en el suelo, su pelo desordenado, y sus brazos sucios.
-Levanta niñito. -dije yo en voz de burla -

Me escuchó, se levantó y fue corriendo hacia mí, pero no podía porque nos separaba las verjas. Extendió sus manos a mi cuello, porque en mi cuello yo tenía colgada la llave de su celda. Yo me aparté riendo, en él sólo se veía su rostro molesto y triste.

-¡Déjame ir! ¡O seguirás recibiendo visitas de mis misanios!

-No me interesa lo que digas, bebé pequeño.

-...Te quiero contar un secreto, ven.

-No que fuera idiota para eso.

-...

Larga Vida Al ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora