EMMA (1)

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"ALERTA DE URGENCIAS. REPITO, ALERTA DE URGENCIAS. DOCTORA HOPKINS PRESENTARSE EN CIRUGÍA. DOCTORA HOPKINS PRESENTARSE EN CIRUGÍA"

La alarma de emergencias empezó a sonar con estridencia, erizándome la piel. El reloj marcaba las 2.30 de la madrugaba, solo podía tratarse de un accidente grave. Traté de correr lo más rápido posible mientras resonaban los altavoces solicitando un equipo de traumatología.

Entré al quirófano y vi a varios cirujanos inclinados sobre la ensangrentada víctima de una colisión. El accidentado tenía fracturado el brazo y la pierna derecha estaba en terrible condición, mostrando incluso el hueso, roto en varias partes. Era un muchacho muy joven y aún a pesar del magullado rostro me pareció casi un niño. Tenía los ojos verdes muy abiertos por el shock y los enfermeros comentaban que habían tardado más de una hora en sacarlo del coche, que estaba exhausto de gritar y llorar. Le puse una mano en la frente con la esperanza de calmarlo aunque no reaccionara.

Uno de los médicos, trabajando febrilmente a mi lado para contener una peligrosa hemorragia, me sacó del sortilegio con un grito: "Emma, por Dios, podríamos perderlo en cualquier momento!"

Empecé a rogarle al chico suavemente que aguantara. "No es tiempo de que mueras", murmuré. "Aún eres muy joven!". Esperaba que me oyera. Mis colegas trataban de contener la sangre que no dejaba de manar, temía que algún órgano hubiese estallado, tal vez el hígado. Era una carrera contra el tiempo. Me concentré en reubicar y reparar los huesos de la pierna que estaban destrozados, serían necesarios clavos en varios puntos para devolverlo todo a su sitio.

Podía oír el zumbido que producían los enfermeros al cuchichear a mis espaldas: "Crees que vuelva a jugar?", "Ni pensarlo, tiene la pierna rota en tres pedazos". De pronto una voz histérica rompió la concentración: "Las pulsaciones están bajando, tendrá un paro cardiaco!". Inmediatamente pusieron electrodos en el pecho del paciente para desfibrilar, contuve la respiración mientras contaba. Sentí frío y al levantar la vista de la mesa de operaciones pude ver al muchacho rubio, irreal, angélico, mirando su propio cuerpo e irradiando una profunda tristeza. "Ah no, no te atrevas a irte! No lo hagas!" mi grito pareció molestar al jefe de cirujanos pero inmediatamente el monitor cardíaco chilló con la vuelta de los latidos. Había regresado.

Trabajamos más de seis horas corridas. Una fuerte punzada me atenazaba los hombros y sentía las rodillas como goma. Jamás había visto heridas tan extensas. Eran las 8.30 de la mañana cuando dejé el quirófano y me reuní en la sala de espera con los responsables del chico. Era mucha gente y se presentaron como el técnico y los jugadores del Borussia Dortmund, fue evidente para ellos que yo no parecía tener reacción ante esto y se mostraron visiblemente incómodos y confundidos. Tres de ellos presentaban hematomas y curaciones recientes, supuse que iban en el auto con el chico rubio. Uno de ellos, alto, moreno y de cabello extravagante gemía sin lágrimas con la cabeza entre las manos, consolado por alguno de sus compañeros. Finalmente uno de ellos tomó la palabra y se dirigió a mí en inglés, con fuerte acento alemán.

-Soy Mats Hummels, el capitán del equipo.-dijo ofreciéndome una mano, que estreché- Cómo está Marco?

-Mucho gusto, señor Hummels. Soy la doctora Emma Hopkins y estuve a cargo de la cirugía de su compañero. Puedo decir que el señor...-busqué el nombre en la tablilla-Reus, está fuera de peligro aunque sus fracturas son múltiples y de consideración. Tendrá una larga y dura recuperación por delante.

Al decir esto noté que todos bajaron la cabeza consternados, con expresiones de profundo dolor. El muchacho moreno y lloroso no dejaba de repetir que era su culpa, que iba conduciendo y habían bebido.

-De momento no puedo decirles más, ya que es todo lo que tenemos por ahora. Está en terapia intensiva, fuertemente sedado pero estable. Llamaron a sus familiares?

-Sí, sus padres y hermanas vienen para acá.

-Eso es bueno. De ser así me retiro, en un momento podrán pasar a verlo aunque debo pedirle encarecidamente que sean breves.

-Se lo agradezco mucho, doctora. En nombre de todo el equipo- tenía una mano fuerte, ojos oscuros y penetrantes y por un momento sentí un vacío en el estómago. Si no me echo pronto, voy a desmayarme.

-No me lo tiene que agradecer, es mi trabajo. Chocar a esa velocidad y salir vivo es un verdadero milagro, no solo para él. También para los otros que lo acompañaban. Hasta pronto.

Tomé un taxi a casa, al distrito del East End. Vivo en Shoreditch, uno de los vecindarios más vanguardistas, bohemios y cool de Londres. Mi apartamento es antiguo y reciclado, con toques vintage. Pensé en beber un café pero me derrumbé en el sofá de la sala mientras mi mente somnolienta repetía las imágenes de la operación, mis ojos clavados en los verdes ojos de Marco...dijeron que se llamaba Marco.

Cuando abrí los ojos David estaba frente a mi, sosteniendo una taza de té que acepté agradecida.

-Hola! - me saludó en tono apacible-. Fue una noche realmente mala, verdad? Vi el choque, pobres tipos! Se vio muy impresionante.

-Lo se, fue realmente espantoso! Solo uno de ellos resultó muy malherido aunque logramos conservarlo íntegro.

-Son los jugadores del Borussia Dortmund, lo sabías? Los muy cabrones nos arrebataron el juego- se refiere por supuesto al Tottenham Hottspurs, equipo del que es fanático.

David tiene 25 años y aires de Kurt Cobain, dificilmente llegue a tocar una nota como él aunque cree que lo intenta. Cuando me casé con él a los 19 años creí que ya nunca más estaría sola, pero descubrí muy pronto que no hay soledad mayor que vivir con un músico desempleado demasiado pagado de si mismo.

Corro a la ducha, esperando que el agua hirviente se lleve el cansancio que me invade hasta los huesos. Mi reloj marca las 11.30 de la mañana, era la undécima hora y...claro, empezó a sonar mi localizador. Me comuniqué de inmediato al hospital: "Doctora Hopkins, su paciente de anoche acaba de despertar. Creímos que seria mejor que usted lo viera"

Veo a David pulsar las cuerdas de su guitarra, tarareando una melodia y tomando notas. Levanta la vista y su gesto se tuerce al verme lista para salir.

-Debo volver al hospital- digo con voz débil- El localizador llamó

-Por supuesto, el localizador llamó! Tal vez debería hacer sonar un localizador aquí, cuando necesito algo!

-Dave, tú haces cosas que te parecen importantes- señale su guitarra- Pues bien, esto es importante para mí. 

Tomé mi bolso y mi abrigo y salí por la puerta sin volver la vista atrás.


Für Immer ||Mats Hummels|| Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora