MATS (36)

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No me sorprendí cuando desperté solo aquella mañana. En cierto modo llevaba preparándome para ese momento desde el preciso instante en que Marco reapareció en nuestras vidas. Paseé la mirada por el vestidor intacto, como si ella no pensara salir más que un momento, como si se hubiera ido con lo puesto. Revisé el tocador donde, por supuesto, faltaba su pasaporte.

Saqué a Tatiana de su cuna y bajé con ella a la cocina a prepararle su biberón. Veía de reojo la nota que estaba pegada a la puerta del refrigerador, no pensaba leerla con el estómago vacío, aunque tal vez no tuviera ánimos de comer nada en todo el día. Me preocupó lo que haría cuando la niña empezara a sentir falta de su mamá. Solo había una persona a la que podía llamar y les juro por Dios que no quería hacerlo. Pero al pasar la primera hora tuve que marcarle.

—Marco, tenemos un problema— le dije, sin saludar— Emma se fue de la casa.

"Me iré por un tiempo. Necesito encontrarme a mí misma. Sé que soy una cobarde y lo acepto, pero ya no aguanto el peso de mis múltiples errores, de lo que te hice, de lo que nos hice. Cuiden muy bien a Tatiana, aprendan a convivir y hagan lo mejor para ella, que es lo más importante. Dile que la amo.  Voy a volver Mats, pero no me busques por ahora. No me encontrarás"

— ¡Dejó una nota, que considerada!— remató Marco, sarcásticamente. Tomó a Tatiana en brazos mientras se paseaba por la cocina — ¿Qué te parece? Mamá nos abandonó para irse a un viaje de descubrimiento espiritual ¡Podría haber esperado a que cumplieras 18 años!

Nos comunicamos con los respectivos clubes para pedir unos días de licencia, para tratar de ponernos en orden y ver como llevaríamos adelante nuestras vidas, al menos los primeros días. Marco estaba decidido a llevarse a la niña a su casa pero no lo iba a permitir.

—No lo harás, no ha dormido en otro lugar que no sea su cuna.

—Eso fue antes de que a Emma le diera un ataque y nos dejara solos con un bebé de nueve meses. Me la llevaré a mi casa, mi madre está ahí para ayudar con todo. Soy su padre Mats, no lo olvides.

No tenía ganas de discutir con él. Comencé a preparar un bolso para ella con su ropa y sus juguetes. Además escondí ahí la camiseta con la que había dormido yo. Sabía que la iba a necesitar. "Si Marco quiere hacerse cargo, me parece bien. Que se haga cargo al completo" pensé. Le di todo lo que podía necesitar, incluido el asiento para bebés que tenía en mi carro. Besé a Tatiana y le dije que la amaba, para luego sentarla en su silla.

—Mats, algo más... ¿Crees que podrías prestarme a la niñera? —preguntó con una risita.

—Cuando vuelva de la universidad hablaré con ella y si está de acuerdo la enviaré a tu casa. —me di vuelta para entrar.

—Gracias, Mats... en serio, te lo agradezco

—Lo hago por Tatiana, que te quede claro.

Cuando Marco se fue, la casa me pareció inmensamente triste y vacía. Como si siempre hubiese sido solo yo. Aún duraba el vago aroma de Emma, como un rastro indeleble que yo podría seguir de vuelta hasta ella. Todo la recordaba: los muebles, las cortinas, la vajilla, el color de las paredes, todo lo que le había dejado elegir para que no solo reinara en mi casa, sino en mi vida.

Un desastre. Esa era la mejor definición para mi estado de ánimo en ese momento, no tenía ganas más que de volver a la cama. Me revolví incomodo pensando que me sobraba toda la otra mitad, al tomar su almohada para abrazarla una foto se cayó de la funda. La primera foto que nos habíamos tomado juntos, en un paseo por Fredenbaumpark. Más de un año atrás...

Für Immer ||Mats Hummels|| Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora