EPÍLOGO

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Seis años después...

— ¡Tatiana, por favor! ¡Se te hace tarde, papá te está esperando!

— ¡Mami, por favor! No quiero quitármela, por favor...por favor...

Es su primer día de escuela y llegará tarde. Teniendo en cuenta la hora que es debería desistir y dejar que su padre resuelva esto. Así que le trenzo el cabello rubio con dedicación y bajamos lentamente las escaleras. Ella porque su abultada mochila la hace parecer una simpática tortuga ninja y yo...bueno, pues...porque apenas me puedo mover.

— ¡Dios mío, estas cada vez más enorme! —dice Marco, que nos espera junto a la puerta.

—Tengo nueve meses de embarazo de un par de gemelos que me harán explotar en cualquier momento y una niña que lleva esa playera del Dortmund que apesta. Podrías ser de más ayuda.

—A mí también me pasaba lo mismo a esa edad con mi traje de Batman— explota en carcajadas

— ¡Marco, hace una semana que la lleva puesta! No se la ha quitado ni para dormir.

—Tampoco yo mi traje de Batman.

Sacudo la cabeza. Es imposible hacer que un niño eduque a otro niño. Marco y Tatiana chocan los cinco, se hacen gestos, usan palabras que solo ellos entienden. Ella pasa por la fase "soy la novia de papá" "papá se casará conmigo" y Marco solo tiene ojos para ella. Tatiana se acerca a mí y se despide.

— ¡Adiós, cariño! —la abrazo todo lo fuerte que puedo —¡Que te vaya muy bien!

— ¡Adiós, cariño! —grita Marco, imitándome desde la puerta —Intenta quedarte quieta, no queremos que esos niños nazcan en cualquier esquina.

Les doy una palmadita a Jan y Erik, mientras me subo al carro. Hace casi un año que volvimos a Dortmund, después de un periplo que nos llevó por dos años al Atlético de Madrid y otros dos al París Saint Germain. De todos los lugares tenemos buenos recuerdos pero sentíamos que era hora de regresar a casa. A nuestra verdadera casa.

Todos me saludan alegremente en el Signal Iduna Park, donde ahora detento el cargo máximo en materia médica.

— ¡Doctora, debería quedarse en su casa! — dice una de las recepcionistas al ver lo avanzado de mi estado.

—Apúrese, doc —agrega uno de los jugadores al pasar— Necesitamos con urgencia a ese par de centrales.

—Si cabecean y patean como ahora, te aseguro que tendremos material de sobra para varias temporadas.

— ¡Buenos días! —Unos brazos cálidos y conocidos me abrazan por la espalda con ternura.

— ¡Hey, ya me estaba preguntando por donde andabas!

—Esperándote...esperándolos —agrega Mats, con una risita — ¿Marco ya se hizo cargo de Kill Bill?

—Sinceramente no sé quien se hace cargo de quién—resoplé.

Tatiana se ganó el apodo de Kill Bill a fuerza de sabotear con furia vengadora y gran éxito, todos los romances de Marco. La última víctima fue aquella modelo francesa de nombre impronunciable a la que la adorable criatura le embarró goma de mascar en el cabello. Por supuesto ya no quiso volver a verlo. Ahora tengo todas mis esperanzas puestas en Cinthia Hoffman, su última novia, una fotógrafa berlinesa de admirable carácter...y cabello corto. Por lo pronto Marco ya le ha pedido que no se case con él. Según dice, no lo volverá a hacer. Yo ruego por lo bajo que cambie de idea.

Desde aquel día en la India, hace casi seis años, muchas cosas han cambiado en mi vida con Mats. Nada fue fácil, principalmente los primeros meses donde las sombras de los acontecimientos que nos separaron estaban aún muy presentes. Fueron días difíciles, pero el amor y la fuerza de voluntad fueron más fuertes. Tuvimos incluso el apoyo de Marco, que se reveló como un gran amigo y mejor padre.

Aprendí de la manera más difícil que un matrimonio es una renuncia y un aprendizaje constante. Pero con Mats a mi lado todo se hacía más llevadero, nos elegíamos día a día. Estábamos orgullosos de la familia que habíamos formado, de cómo educábamos a Tatiana y de nuestros hijos que estaban por nacer.

Me sentía bendecida. No logro recordar mi vida de años atrás. Aunque a veces veo la extensa cicatriz que Marco lleva en la pierna derecha y una marea de recuerdos viene a mi memoria. Él dice que yo le salvé la vida, yo creo que él cambió la mía y me dio un mundo completamente nuevo, una parte de si mismo que nos une para siempre.

Observo el entrenamiento mientras pienso en estas cosas. Mats cumplirá 33 años y presiento que ya está un poco cansado del fútbol, que desea parar y dedicarse más a nosotros. Aun es increíble, de los mejores en su puesto, y mientras lo veía correr sin descanso en la práctica, me pregunté si era posible amar más a ese hombre.

Él se volvió a verme en determinado momento y me saludó a lo lejos. Le correspondí sonriendo, sintiendo el temblor en mi corazón. Y mientras admiraba al hombre de mi vida supe que esto no era un final feliz.

Sería un nuevo comienzo para siempre.


Für Immer ||Mats Hummels|| Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora