MATS (29)

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Arrullaba a Tatiana junto a la ventana, esperando ver el pequeño VW escarabajo azul de Emma entrando al garaje. Eran casi las ocho de la noche y ella nunca se demoraba, temí que le hubiera sucedido algo de camino a casa. Tatiana me observaba soñolienta mientras jugaba con mis cejas, como siempre hacia para poder dormir. Acostumbraba a envolverla con mi jersey de entrenamiento mientras le cantaba suavemente en alemán, para que no se sintiera sola mientras dormía, para que me sintiera siempre cerca. La besé suavemente en la frente mientras le murmuraba lo mucho que la amaba, y la dejé dormida en su cuna.

Me serví una copa de vino y me senté distraído frente al televisor, más atento a mi celular y al ruido de la calle. Iba a marcarle nuevamente cuando ella entró sacudiendo las últimas gotas de lluvia del paraguas y quitándose el impermeable. Dejó un par de bolsas sobre la mesa y pasó por la sala donde estaba yo, a oscuras. Encendió la luz.

— ¿Por qué estás aquí escondido en la oscuridad?

— ¿Dónde estabas, Emma? — pregunté, tratando de controlar la rabia en mi voz. Me preocupaba que fuera capaz de mentir, u omitir, que para el caso era lo mismo.

—Lo sé, se me hizo muy tarde. Había mucho tránsito y ya no llegaba a tiempo para cocinar, así que pasé por ese restaurante japonés que tanto te gusta y traje la cena.

Me quitó la copa de las manos y bebió un sorbo, el vino tinto le dejó su color en los labios. "¡¿A qué esperas?! ¡Dilo de una vez, dilo!" le imploré mentalmente que me lo contara, que no fingiera que nada había pasado.

— ¿Mats, que sucede? No me estes viendo con esa cara ¿Pasó algo?

—Me preocupó que no llegaras...llamé a Sylvie...—noté como palidecía intensamente y apuraba lo que quedaba del vino— Dijo que te había dejado con un paciente, que te habías quedado con Marco.

Apartó la vista, como buscando un lugar hacia donde correr. Pero no le iba a permitir que mintiera viéndome a los ojos, en nuestra propia casa.

—No sucedió nada— dijo con voz quebrada —Él solo se presentó en el hospital, sin más... ¡Sabías que me buscaría, sabías que esto iba a suceder tarde o temprano!

— ¡No me interesa si te fue a buscar! ¡Me importa muy poco lo que te pudo haber dicho, aunque me lo puedo imaginar! ¡Lo que quiero saber es por qué me mentiste deliberadamente cuando te lo pregunté, te pregunté con quién estabas y dijiste que sola!

— ¡¿Qué querías que hiciera?! — levantó el tono de voz, erguida para acercarse a mi rostro— ¿Qué querías que te dijera? "Sí, Mats... Marco está en mi oficina y vino a disculparse y a decirme lo hermosa que estoy y lo mucho que siente no haberse quedado conmigo" ¿Sabes por qué no lo hice? ¡Porque te amo, porque me importas lo suficiente como para querer evitarte el más mínimo dolor!

No nos dimos cuenta de lo mucho que gritábamos hasta que nos llegaron los berridos de Tatiana en el piso superior, Emma se secó las lágrimas y subió corriendo las escaleras. Me sentí impotente, con ganas de destruirlo todo, con ganas de destruirlo a él, a la sombra, al fantasma que siempre estaría entre nosotros. Tomé mi abrigo y las llaves, y salí hacia la calle sin rumbo fijo hasta que recalé en un pub alemán de Lambeth, llamado Zeigest.

Me senté en la barra hasta que al quinto whisky de la noche mi mente ya no estaba allí, no percibía la música ni las conversaciones de la gente, no prestaba atención a los rostros. Mis pensamientos estaban con Emma. Lo único que hacía era repetir la escena de la pelea en mi cabeza. Sabía que había sido injusto con ella pero lo único que me quemaba más que el propio whisky eran los celos, cómo podría vivir de aquí en más sabiendo que Marco la acechaba, quería confiar en ella pero no sabía si lo podría hacer.

Für Immer ||Mats Hummels|| Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora