EMMA (15)

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Preparé mis maletas para viajar a Suiza mientras aguzaba el oído para escuchar a Marco cuando llegara. La primavera ya había entrado de lleno pero las noches aún eran frescas, sobre todo en Basilea, dónde se llevaría a cabo la final de la Europa League. Ansiaba ir con Marco, pero se negó de plano alegando que no deseaba ver todo lo que se había perdido. Pasarían al menos tres meses hasta que pudiera hacer algún tipo de trabajo con pelota pero se había esforzado mucho y su físico respondía de manera positiva. Era posible hacer cálculos más optimistas.

Me llegaban mensajes de Mats, Nuri y otros miembros del equipo; había aceptado viajar con la delegación, "Es usted parte del equipo, Emma. Podría sernos de ayuda" dijo el doctor Engel, sonriendo. Había llegado a pensar incluso, en comenzar una especialización en medicina del deporte. En estos meses había aprendido cosas muy interesantes y sentía admiración hacia la intensa labor física y mental de los jugadores. Un nuevo mundo impensado se había abierto para mí. Y todo se lo debía a Marco.

Miré el reloj, ya casi era hora de salir para el aeropuerto, no me quería ir sin despedirme. En estos meses casi no me había separado de él. Experimentaba una rara sensación de vacío, algo extraño, jamás demoraba tanto en regresar del club. Le envié un mensaje, casi al instante respondió: "Voy a comer en casa de mis padres. Que tengas un buen viaje. Hablaremos al regreso" Nada más. No tuve tiempo de analizarlo, el bocinazo del taxi en la puerta me anunció que era hora de partir.

En el aeropuerto se notaba la efervescencia de los fanáticos del equipo, que luchaban y gritaban para obtener la atención de los jugadores, una foto, un autógrafo. Me encantaba ese clima de fiesta, esa confianza, los chicos lo necesitaban mucho. Mats era uno de los más requeridos, las adolescentes eufóricas se codeaban para estar cerca de él, abrazarlo y desearle suerte. Todas comentaban lo guapo que era; y es que Mats es realmente muy distinto al alemán clásico: rubio, ojos claros, piel muy blanca; como Durm, que apenas podía con su propia avalancha de admiradoras. A pesar de la marea de gente a su alrededor Mats sacudió la mano para saludarme, y le correspondí muerta de risa. Llegó jadeante a mi lado y no pude menos que notar lo bien que se veía de traje y corbata, una parte de mí lamentaba no poder ver a Marco vestido de la misma manera.

— ¿Acaso vas a reemplazar a Zayn en One Direction y no me dijiste? ¡Pensé que perderías el avión porque te secuestrarían!

—No solo Marco tiene fans— dijo ladeando la cabeza, ofendido.

—Ya me quedó claro que no, señor Hummels— me eché a reír. Me rodeó los hombros con su brazo mientras caminábamos hacia a la sala de embarque.

—Déjame adivinar, tu adorado Marco se ha quedado en casa a ver la final por televisión lamentándose de su estado ¿me equivoco?

—No entiendo por qué eres tan injusto, si pasaras por una situación semejante también estarías deprimido. Además no está solo, su familia estará ahí para apoyarlo.

Mats evitó hacer contacto visual, como si escondiera algo. Iba a preguntar pero anunciaron el vuelo y debíamos embarcar. El vuelo fue relativamente corto, Basilea es una ciudad ubicada en la frontera con Francia y Alemania. Todos se alegraron de por fin llegar al hotel y descansar, pero yo no tenía sueño. Aún había luz así que salí a recorrer el lugar.

Sentía miles de sensaciones encontradas, que el universo había sido más que generoso conmigo. De niña nunca me sentí una consentida. Recuerdo que me acompañaba una nostalgia constante más la sensación de no pertenecer, de no merecer. Nunca me había dado tanta cuenta de esto como ahora que siento justamente lo contrario. Mi entorno me acoge y me mima y la abundancia se manifiesta de muchas maneras. Para hacer girar este círculo virtuoso, mi gratitud genera una ola de dicha que se vuelve hacia mí, abarcándome. Pero era algo que solo sentía cuando Mats estaba cerca.

Aún así revisaba mi móvil cada dos minutos, esperando un mensaje de Marco que jamás llegaba. Pensé en llamarlo pero me contuve, estos últimos días había estado frío, distante, totalmente en su mundo. Temía preguntar ya que Marco era tremendamente imprevisible. Luego de muchas vueltas regresé al hotel, donde tuve que abrirme paso entre empujones y codazos con más fanáticos del Dortmund que custodiaban la entrada, esperando ver aunque sea de lejos a los jugadores. No quise cenar, evite a todos con la excusa del cansancio pero lo cierto era que tenía un muy mal presentimiento. "Llegamos bien, nos haces mucha falta =( Te quiero" escribí finalmente, "Me alegro mucho, envíales mi saludo a los chicos", nuevamente me topé con un muro de ladrillos de 1.80 y cabello rubio.

"Les damos la bienvenida a St. Jakob-Park, la casa del F.C Basel, dónde en unos momentos nada más conoceremos al nuevo campeón de la UEFA Europa League. ¡Se enfrentan el Sevilla F.C y el Borussia Dortmund en un emocionante encuentro! Los invitamos a ocupar sus lugares y esperamos que lo disfruten mucho"

La atronadora voz del estadio daba las estadísticas y formaciones de ambos equipos antes del juego. Las novias y esposas de los jugadores se dirigían a sus lugares, las seguí, ya que tendría que compartir el palco con ellas. Estaba sumamente turbada por esto, Tugba lo notó y apretó mi mano.

— ¿Estás incomoda? — preguntó, mientras instalaba a Ömer a su lado

—Un poco, me siento fuera de lugar, yo no soy pareja de ninguno de los jugadores.

—Creí que Mats y tú...ya sabes...— intervino Alysha Behague, la novia de Aubameyang, una mujer que siempre me hacía sentir especialmente intimidada, ya que es preciosa.

—No, para nada, solo somos amigos— estaba cansada de aclararlo, sobre todo cuando todas las WAG'S me miraban con gestos de incredulidad.

— ¿Sabías que la revista Playboy eligió a Mats como el jugador más sexy de la Bundesliga?— terció Jenny, la esposa de Schmelzer.

—Cualquiera pensaría que sería Marco— dije, con un hilo de voz

— ¡Que va, cualquier mujer elegiría llevarse a Mats a su casa! Tú eres la única que ha esquivado el bulto.

— ¿A qué te refieres?

— ¡Daaahhh, a que todos saben que Mats está loco por ti!— dijo Xanthippi, la esposa de Sokratis, que venía llegando al palco con su hija Chara en brazos— y ya que hablamos del tema, ¿vieron quien está en la entrada provocando un tumulto entre los periodistas?

Alysha abrió los ojos como platos e hizo gestos negativos con la cabeza mientras Tugba palidecía. Xanthippi pareció contrariada pero se recompuso pronto — ¡Uy, qué bárbaro, el juego ya va a empezar! Podemos hablar luego.

No pensé sentir tanto nerviosismo, el partido estaba muy trabado, ninguno de los equipos pensaba ceder un solo centímetro de terreno. Mats estaba muy concentrado, era impasable y constantemente alentaba al resto, aún cuando parecía inevitable que el partido iría a tiempo extra. De pronto, cuando parecía que ya se habían agotado todas las reservas de energía, Mats sacó un pelotazo desde el fondo que cayó a los pies de Marcel Schmelzer que apelando a sus últimas fuerzas desbordó a la defensa española y sacó un centro certero que Auba empujó al fondo de la red. Toda la afición aurinegra estalló, así como nosotras, mientras Alysha lo celebraba a gritos y enviando besos. El árbitro pitó el tan ansiado final y el Borussia Dortmund se consagraba campeón europeo.

Luego de la celebración en campo y la entrega de la copa y las medallas, el equipo se retiró a seguir festejando en el vestuario. Todas se abrieron paso entre la maraña de curiosos y periodistas que aguardaban por la palabra de los campeones, tal parecía que se nos haría imposible entrar. Tugba parecía inquieta, como si tuviera miedo.

— ¿Por qué mejor no buscamos otra entrada?

—Pero no hay otra entrada, ya lo chequeé, además le prometí a Mats que bajaría a saludarlo al terminar el juego— La rechifla de la prensa era ensordecedora, no parecía que solo quisieran entrar al vestuario. El tumulto se hizo mayor y escuché que coreaban un nombre conocido:

— ¿Marco, que te ha parecido el juego?

—Muy emocionante, estoy orgulloso de mis compañeros. Aunque no pude estar con ellos en el campo los acompañé con el corazón.

No podía verlo a través de la maraña de gente pero su voz era como un imán que me atraía inexorablemente. A empujones y codazos llegué a la puerta dónde alegremente daba su entrevista. No estaba solo, se recostaba sobre la espigada y pálida figura de una rubia que yo ya conocía: Scarlett. 

Für Immer ||Mats Hummels|| Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora