EMMA (25)

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Me estiré perezosamente en la cama mientras la conciencia volvía de a poco. Abrí los ojos despacio para acostumbrarme a la claridad y ni bien lo hice sonreí al encontrar un par de ojos castaños analizándome.

—Buenos días— dijo Mats.

—Buenos días— respondí— Tienes que parar con esa costumbre rara de mirarme mientras duermo— bufé, todavía sonriendo.

—Me gusta hacerlo— soltó una carcajada— Te ves linda dormida.

—Mats, nadie se ve lindo dormido— puse los ojos en blanco.

—Si te vieras dormida me darías la razón— retrucó mientras me envolvía en un abrazo apretado. Un llanto conocido interrumpió lo que amenazaba con volverse un momento romántico.

— ¿Crees que sepa cuando intentamos hacer algo? — Mats se cubrió la cabeza con la almohada.

— ¡Yo creo que tiene un radar! — me levanté resignada y salí para apaciguar a la hambrienta criatura que lloraba en el cuarto contiguo.

Tatiana había cumplido siete meses y era la niña mimada de toda la familia y del Arsenal, hasta el propio Arsene Wenger, que no sonreía casi nunca, prorrumpía en carcajadas cada vez que la veía. Adondequiera que pasaba, un coro de risas la acompañaba. Su llegada, como por arte de magia, aliviaba la tensión hasta en el ambiente más pesado. Por eso los jugadores tenían la costumbre de pedir que estuviera en el vestuario antes de cada partido, jugaban con ella y le hacían caretas para disipar el estrés. "Ya sabemos que será psicóloga cuando crezca" solía decir Mats.

En un arranque de sinceridad les contamos a los padres de Mats que Tatiana no era su hija, aunque no revelamos quien era su verdadero padre. Esto no les importaba, dijeron; si Mats estaba feliz, ellos también lo estaban. Mats es un hombre maravilloso, claro como el agua y enamorarme de él terminó siendo lo más fácil y natural del mundo. Habíamos construido una familia y jamás hubiese creído que se podía ser tan feliz.

Había vuelto al hospital, aunque solo medio tiempo y para consultas muy particulares, pues también trabajaba como coordinadora del equipo médico del Arsenal y eso demandaba la mayor parte de mi tiempo. Era perfecto, Mats y yo pasábamos algún tiempo más juntos del que nos era permitido, encontrándonos por los rincones como adolescentes. El recuerdo me hizo sonreír y seguía sonriendo cuando bajé las escaleras y me encontré en la cocina con la mejor postal del día: el desayuno. Él se encargaba personalmente del desayuno de Tatiana, que aunque aun tomaba el pecho, había comenzado a comer alimentos sólidos. Como siempre me decía, esa experiencia lo hacía sentirse un verdadero padre. Habíamos llegado incluso a disputarnos hasta el cambio de pañales.

—Ahora me toca a mí— decía él—Tú lo haces toda la semana.

Luego él se iba a entrenar, yo al hospital y Tatiana solía quedarse al cuidado de Annie, su simpática niñera, que había llegado de Bristol para estudiar literatura en Londres y tenía un sorprendente parecido con Harry Potter, sobre todo por los enormes lentes redondos. Justamente ella bajó al comedor, porque vivía con nosotros, y dijo bostezando:

—Y bien, ¿qué tenemos para hoy?

—Pues lo usual— respondí, mirando mi agenda— No tengo nada más que hacer después de las 4:30, así que luego de esa hora ya no te necesitaré.

— ¡Genial, hoy es mi noche libre! — sacó a Tatiana de la sillita y se la llevó al cuarto de juegos de la planta alta.

— ¡Hurra, genial! —dijo Mats, entre dientes— Había pensado en invitarte a cenar fuera esta noche.

Für Immer ||Mats Hummels|| Marco ReusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora