capítulo 32

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Adán

Otro nuevo día sin ella, pienso a la vez que me coloco mi chaqueta de cuero. Alboroto un poco mi cabello con mi mano sin apartar la mirada del espejo. Cuando finalizo, tomo el teléfono para llamar a Max y saber como ha amanecido Jade. La llamada va directo al buzón.

-Maldito Max. -Siseo entre dientes. Ha apagado el teléfono.

Puede que esté siendo un completo estorbo pero me he acostumbrado a Jade en poco tiempo y es un calvario no tenerla aquí a mi lado. He pasado estos cinco días extrañando su sonrisa, su tacto, su voz. Axel Franklin no sé como me detendrás pero de Jade no me pienso alejar. Harto de lo mismo decido ir a la clínica. Cuando abro la puerta me sorprendo al ver a Jade enfrente de mí, sonriendo como una niña pequeña. ¿Acaso estoy soñando? Parpadeo un segundo, arqueo una ceja y la miro no creyéndome que esté aquí.

-¿No se supone que estés en la clínica? -Pregunto mientras la observo.

-¿Así me recibes? -Me responde con una pregunta luego de soltar una encantadora risa.

Divertido, niego con mi cabeza y sonrío.

-Ven aquí -me alejo de la puerta y extiendo mis brazos hacia ella.

Jade da un salto y me abraza. Envuelvo su cintura con mis brazos y giro sintiéndome vivo al tenerla tan cerca de mí. Aspiro su aroma y beso su cuello.

-Te extrañé demaciado. -Me confiesa acercando su boca a la mía.

-Dios, nena y no sabes cuánto yo a ti.

Sin titubeos me besa desesperada. Su boca, ¡bendita boca! Cuanto la extrañaba. Por esta vez dejo que ella sea quién me guíe. Jade envuelve mi cintura con sus piernas a la vez que su boca riega un camino de besos por mi barbilla. Mordisquea mi cuello y yo reprimo un gemido.

-Jade, detente... -Jadeo al sentir su húmeda lengua en mi oreja-. Por favor, necesito controlarme. -Sus manos de cuelan por debajo de mi suéter. El suave contacto de su mano acariciando mi caliente piel me enciende-. No quiero hacerte daño, acabas de salir de la clínica.

-Estoy bien, bésame. -Su boca vuelve a encontrar la mía-. No me duele nada. -Dice en medio de nuestros besos hambrientos.

Jade muerde mi labio con sensualidad, provocándome. Mis manos cobran vida propia y le acaricio el comienzo de su espalda hasta llegar a su redondo trasero. Abro mi boca y dejo que su lengua invada la mía. Camino a ciegas, cuando siento el borde de mi cama me dejo caer con ella en mis brazos. Jade se coloca encima de mi e intenta retirar mi chaqueta de cuero a toda prisa.

-¡A la mierda! -Me levanto y en un rápido movimiento me la quito.

-Olvídate de todos. De mi padre y de todo aquello que se quiera interponer. -Dice al tiempo que retira mi suéter.

Cuando mi torso queda descubierto vuelvo a acostarme. Cierro los ojos y jadeo al sentir su boca besar todo mi pecho. Mi piel arde en llamas ante su contacto.

-Estás traviesa hoy. -Le digo en medio de un gemido cuando siento sus dientes rozar mi piel.

Jade se levanta y se quita su suéter, quedando sólo en sujetador. Desabrocha mi pantalón luego de dedicarme una mirada llena de deseo. Esa mirada es sufieciente para perderme. En los siguientes minutos nos devoramos a besos. Rodamos por la cama consumiendo la pasión desenfrenada. Disfruto de su cuerpo sobre el mío y me entrego a ella. Siento que toco el cielo con las manos al dejar que Jade me haga el amor. A pesar de su falta de experiencia la considero mi diosa. Nadie antes me había tocado como ella, ni mucho menos amado. Jade incrementa la velocidad cuando su orgasmo se aproxima. Vuelvo a rodar quedando yo encima de ella. Fuera de control, así nos encontramos. Nuestros gemidos se mezclan al igual que el sudor se vuelve uno cuando nuestros cuerpos chocan.

Cambiando al enemigo [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora