Capítulo 12

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En la multimedia, la foto del capítulo anterior; ese es el Sevilla Night Club. Disfruten el capí.

Jade

Mis párpados pesaban, quería abrirlos y no podía. Escuchaba unos murmullos a lo lejos pero no lograba entender algo, mi cuerpo parecía estar sedado y no respondía a las señales que mi cerebro le enviaba para que se moviese. Me dejé vencer por la inconsciencia profunda.

Un pinchazo, otro pinchazo más en mi piel, comenzaron a enviar un agudo dolor por mi brazo izquierdo. Abrí los ojos abruptamente y una nube espesa cubría mi visión. Aturdida comencé a patalear y arranqué los cables que tenía conectado al cuerpo. ¿Dónde estoy? ¿Qué me ha pasado?

Mi corazón iba tan acelerado que me dolía el pecho, comencé a hiperventilar. Mi vista cada vez se esclarecía al paso de los segundos. Estaba en una habitación blanca. Miré a ambos lados y una enfermera vestida de blanco salía a toda prisa del pequeño cuarto. Aproveché y me levanté de la cama, mis pies tocaron el frío piso y un dolor atormentó mi cabeza.

Me encontraba desorientada, miré mis brazos y asustada comencé a gritar. El brazo izquierdo estaba empapado en sangre, incluyendo el suelo y la bata que traía puesta. La puerta se abrió y de repente entraron tres guardias junto a un señor.

-¡Sujétenla! -Gritó el señor que no paraba de observarme. No me opuse y dejé que me agarraran, pues ya perdía fuerzas.

-¿Qué...que me...están haciendo? -Logré articular en medio de los sollozos mientras observaba como la enfermera me inyectaba algo en el brazo-. Nooo, déjeme, ¿Qué está pasando? Ayúdenme...por favor.

-Te estamos ayudando, Jade -Habló esta vez más calmado el señor de la bata blanca-. Soy el Doctor Morgan.

-¿Me has sedado? -Fulminé con la mirada a la enfermera y al escucharme la sangre abandonó su rostro-. ¡No quiero que me seden más! ¡Quiero irme a mi casa!

-Es necesario sedarte para que estés calmada y podamos finalizar los estudios. Tu cuerpo está siendo limpiado y necesitas guardar reposo, prometo que al despertar estarás completamente bien. Estás en buenas manos.

Fue lo último que logré escuchar, mis ojos se cerraron y caí en un sueño profundo del que no podía escapar.

-¡Laura!

-Dígame doctor.

-Detenga la hemorragia en seguida, y mande a limpiar éste desastre. No quiero que esto vuelva a suceder, estamos para proteger a los pacientes, no para ponerlos en peligro. ¡Que no se repita!

-Pe...pero doctor, ella sola se quitó el suero y yo estaba sacándole la sangre para poder hacer los estudios finales. Por eso el reguero de sangre derramada.

-¡¡¡No me importa!!! Lo que hiciste fue salir corriendo. Estás preparada para enfrentar éstos arranques en los pacientes.

-Cálmese doctor, la paciente se despertó y me tomó desprevenida. Solo salí a pedir ayuda antes de que escapara. No es la primera vez que sucede, no entiendo su comportamiento con ésta paciente.

-¿No lo entiende? Ella no es cualquier paciente, debo mantenerla fuera de peligro. Se lo prometí a Adán. El chico ha pasado por mucho y se encuentra alarmado.

-Entiendo, no se repetirá.

-Eso espero.

-Le importa mucho ese joven.

-Sí... Ha sufrido bastante y la chica le interesa, de lo contrario no la hubiera traído.

...

Una linterna alumbraba mis ojos, mi cuerpo estaba relajado y ya me encontraba calmada. Habían pasado treinta minutos desde que desperté. Al comienzo no tuve ese ataque como en la vez anterior. El doctor Morgan me explicó lo que había pasado, todo indicaba que estaba bajo los efectos de la droga.

Cambiando al enemigo [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora