Capítulo 34

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Jade

Un olor extraño inunda mis fosas nasales; alcohol. Abro los ojos, los mismos los siento pesados y cansados de tanto llorar. Observo el pequeño algodón frente a mí nariz, y de un manotazo lo aparto haciendo contacto con una mano suave. Volteo mi cara y observo a mi madre depositar el algodón en la mesa de noche. No ha sido un sueño, menos una pesadilla. Mi madre, la que creí muerta por poco más de un año está viva. Su mirada triste me enfrenta. Nerviosa estruja sus manos contra el pantalón color crema que lleva puesto.

-Te has desmayado. -Murmura con voz rasposa, seguro de tanto llorar.

Aparto mi mirada de ella y la fijo en el techo. Si antes me sentía engañada y utilizada, ahora me siento mucho peor. Me siento destrozada. No me quedan fuerzas para luchar, tampoco para continuar. Cierro mis ojos cuando las malditas lágrimas ahogan mis pupilas. ¿Ésto era lo que tanto Adán temía que supiera? Tantas veces que me suplicó que tuviera paciencia y que lo entendiera es porque no sabía cómo decirme la verdad.

Una tierna caricia, provocada por el movimiento de una suave mano me alertan. Tan pronto siento el movimiento en mi mejilla me aparto enfurecida. Arrastro mi cuerpo por la cama y me alejo de ella. Clarisa se queda sorprendida, con los ojos llorosos y la mano extendida en el aire. Su rostro se contrae a causa del sufrimiento.

-¿Por qué? -Pregunto en un leve susurro.

Mis mejillas, cansadas de ser mojadas, reciben una vez más mis lágrimas.

-Todo este tiempo has estado viva. -Respiro hondo y mis pulmones se preparan para la descarga acumulada-. Viviendo una vida diferente, lejos de mí, de todos.

-No es lo que piensas... -Me interrumpe luego de sollozar.

Rompo a llorar con más fuerza. Me duele sacarle en cara todo mi sufrir. Ella, mi amiga del alma. La que una vez creí perdida está aquí, frente a mí. Mi corazón grita pidiendo ser liberado pero no puedo, porque no sólo era mi amiga sino mi madre también. -Hazlo- Me pide mi subconsciente, y eso hago. Tomo valor y reúno fuerzas para enfrentar a mi madre, aunque me duela.

-Me dejaste. Fingíste tu muerte y no te importó dejarme en manos del asqueroso de Bill.

Clarisa se levanta e intenta decirme algo pero el nudo en su garganta no la deja. Se lleva las manos a su cara y tapa su boca mientras silencia un grito ahogado. Sus hombros se sacuden mientras llora en silencio y niega con su cabeza.

-¿Te imaginas todas las veces que fui a llorar a tu tumba? ¿Los castigos de Bill por tu supuesta muerte? ¡¡¡Siempre me echó la culpa y me maltrataba por ello!!! -Grito con fuerza y toso al sentir mi garganta rasposa-. ¡Y tú! ... -La acuso a la vez que le dedico una mirada de desprecio-. ¿Qué hiciste tú en todo este tiempo mientras yo vivía en el infierno? Un infierno en dónde no habían llamas quemando mis entrañas, no. Fue peor, me tocó vivir con el mismísimo demonio. Soportar sus asquerosas manos y sus obligaciones.

Clarisa cae al suelo de rodillas y llora desconsolada. Reprimo el impulso de ir hasta ella y abrazarla. No se merece mi compasión. Ni mis lágrimas. En mi interior me siento que estoy siendo injusta, ¿pero acaso no lo fue ella conmigo?

-Déjame explicarme, hija... -Ruega clavando sus ojos en mí.

-¡Nooo! No merezco escucharte. Me has engañado. ¡Tú! Mi propia madre. -Digo al tiempo que me levanto de la cama-. Te hubieras quedado enterrada. Era mejor vivir así que descubrir una verdad que me está rompiendo en mil pedazos. -Clarisa niega a la vez que se levanta y da pasos para acercarse a mí-. ¡No te acerques, quédate ahí!

Haciendo caso omiso de mi súplica, se acerca y me abraza cubriendo mi cuerpo con sus delgados brazos. Me retuerzo e intento separarla.

-No, mi niña. No me alejes, déjame estar cerca de ti. -Pide con voz desesperada.

Cambiando al enemigo [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora