Capítulo 12

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Aunque le sorprendió que se marchara de su cama, no esperaba que desapareciera por completo y que no atendiera sus llamadas. Era evidente que estaba huyendo de él y eso aumento sus ganas de verla.

Encontrarla no había resultado tarea sencilla, pues parecía haber dado órdenes de negar su paradero, sin embargo, eso no lo detuvo. Tras insistir, logro que una de las chicas de la casa de modas, cometiera una indiscreción y de ahí fue fácil.

― ¡¿Blake?! ―exclamo Leandro a través de la bocina―. ¿Dónde estás?

―En el aeropuerto ―respondió con diversión ante el noto angustiado de su hermano. Había optado por dejar solo una nota con instrucciones, dándole a conocer su repentina ausencia "por tiempo indefinido".

― ¿Y qué diablos haces ahí? ―cuestiono exasperado―. ¿Cómo que te vas? ¿Adonde?

―Ya te contare después. Tengo que abordar.

― ¡Blake! No puedes hacerme eso... ―Sabia llevar las cosas, pero las responsabilidades siempre terminaban en manos de su hermano y él se dedicaba a divertirse. La idea no podía resultarme menos atractiva.

―He dejado todo en orden. Deja de hacer dramas, Leandro. Espero regresar en un par de días. Solo ocúpate de que no rompan las reglas, eso es todo.

―Pero...

―Adiós, hermano ―dijo antes de cortar la comunicación y encaminarse hacia la fila de abordaje.

Desde que la vio abandonar el edificio pensó en interceptarla, pero cambio de parecer al notar que pensaba caminar. A distancia prudente la siguió, deleitándose con cada uno de sus gestos, reafirmando que aquella fascinación no solo era en el plano sexual, ella lo atraía de todas las maneras posibles. «¿Por qué?» No existía una respuesta concreta.

Al llegar a la plaza, marco su número y sin perder detalle, observo su reacción. Le sorprendió ver que no le resultaba indiferente. Su sonrisa lo cautivaba y lo hacía querer descubrir que había más allá de su apariencia y actitud defensiva.

― ¿Y si te invito a cenar? ―Blake intento disimular su sonrisa, había logrado sorprenderla. Si esperaba que la arrastrara de nuevo hasta una cama, como lo deseaba, estaba equivocada. Ahora no solo buscaba unas horas de placer, quería más que eso―. Regálame tu compañía, Camila. Quiero conocerte.

Las palabras se atascaron en la garganta de Camila, que se encontró incapaz de negarse. Abrumada por su cercanía y la manera en la cual la sostenía, solo pudo asentir.

―Gracias ―susurro besando su mejilla, haciéndola desear más. Pero controlo su cuerpo y se apartó.

Con un suspiro, observo su imagen en el amplio espejo de su habitación de hotel. Aun no comprendía como se había dejado convencer. Negó y tomo su bolso.

«Solo una cena, es solo una cena» intento convencerse. Pero una parte de ella, pensaba lo contrario. Tener a ese hombre cerca, era tan peligroso como jugar con dinamita y fósforos. Negó y se encamino a la puerta. Casi era la hora acordada.

―Hola ―saludo Blake con una enorme sonrisa.

Verlo afuera de su puerta, la sorprendió, pero no tanto como su aspecto. No cabía duda porque todas estaban detrás de él.

― ¿Qué haces aquí? ―pregunto luchando por parecer normal.

―Es la segunda vez en el día, que me preguntas eso ―comento acercándose, para besar su mejilla―. Te ves hermosa.

―Gracias ―dijo tratándose mostrarse serena. Pero era inútil, él la alteraba demasiado.

― ¿Nos vamos? ―inquirió tomándola del brazo.

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