Capítulo 26

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Con paso firme, Blake se dirigió a la entrada del edificio, seguido de cerca por Minerva y Douglas. A pesar de haber demorado en ponerse en contacto en él, al salir del club, lo esperaba para ponerlo al tanto. Tal como supuso al enterarse, había sido quien presentó la denuncia de manera formal, dando a conocer a las autoridades el paradero de Rubén y conseguido su detención prácticamente inmediata.

Lo que no esperaba era saber que tenía una mujer y una hija. Fue algo que lo tomó completamente por sorpresa. Tantos años de amistad y ni siquiera eso le había confiado. ¿Qué clase de persona era? Ahora comprendía las extrañas conversaciones y los llantos apagados que en ocasiones percibió al llamarlo. No obstante, no cambiaba las cosas. Era culpable y debía pagar por ello. Nada lo detuvo para traicionarle, así que él tampoco lo haría.

Hizo una mueca al reconocer la voz agitada de su hermano, quien definitivamente con la discreción y calma no era bueno, mucho peor que él. Empujó la puerta de cristal, acelerando la cadencia de sus zancadas, pero frenó de golpe al reconocer a las personas que enfrentaba. Camila y... Derek, su ex. Verlos juntos fue como un golpe bajo, que lo descoloco y enfureció. Se obligó a controlar sus emociones, recordándose la razón de su presencia. No necesitaban otro energúmeno.

―¡Leandro! ―exclamó interrumpiendo su arrebato. Olvidándose del resto de los presentes, la mujer con una pequeña en brazos y desconocido.

Acortó la distancia, sin mirarla, a ninguno de ellos, a pesar de sentir sus ojos sobre él. En ese momento comprendió la familiaridad del nombre de la mujer de Rubén; eran hermanas y eso explicaba su presencia y la llamada que había recibido.

Quería hablar con ella, no obstante, lo primero que necesitaba era alejarlo y evitar que continuara armando caos que complicara aún más las cosas. Algunos elementos se habían acercado, mirándolos inquietos.

―Ella... ―intentó explicarse Leandro, pero él su interrumpió.

―Suficiente. ―Tiró de su brazo, obligándolo a alejarse. Minerva y Douglas lo siguieron sin que lo ordenara y sin mostrar reacción alguna. Anduvieron un par de metros, hasta que los perdieron de vista.

―Iré a ponerme al corriente ―anunció Douglas dejándolos solos.

―Blake... ―habló su hermano liberándose de su agarre. Necesitaba decirle lo que acaba de descubrir y según él, era algo que cambiara las cosas con respecto a esa mujer―. Camila...

―¿Pensabas pegarle a una mujer? ―cuestionó duramente, dejándolo confuso―. ¡¿Estás loco, Leandro?!

―¿Qué? Yo...

―Eso es lo que parecía que pensabas hacer ―apuntó Minerva negando.

Leandro observó a ambos y sacudió la cabeza. «¿Qué les ocurría? ¿Era lo primero que decían?», pensó molesto.

―¿Acaso eso importa? ―masculló restándole importancia. No se habría atrevido, por mucho que esa mujer lo hubiera fastidiado y exasperado―. Ese maldito...

―Douglas y Duran están en eso ―explicó Blake sintiéndose abrumado―. No tienes por qué armar un escándalo.

―Podrían detenerte ―secundó ella, mirándolo reprobatoriamente.

―Eso sería bueno ―murmuro mirando detrás de ellos―. Tal vez me pongan en la misma celda que ese cretino...

―Basta, Leandro. No seas imbécil.

―No sé porque te desquitas conmigo ―gruño sacudiendo los brazos―. ¿Acaso no viste con quien estaba? ¿No se supone que terminaron? Te ha estado viendo la cara, Blake.

PleasureWhere stories live. Discover now