Capítulo 14

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Terminó de ajustar el nudo de su corbata. Sintiendo una intensa necesidad, tomo el saco de la cama y comenzó a colocarlo, mientras se dirigía a la puerta. Estaba cansado, prácticamente no había dormido nada, pero eso no evitaba que deseara tenerla entre sus brazos, probar al menos sus labios. Camila se había convertido en una necesidad, una que seguía sorprendiéndolo.

Avanzo de prisa por el corredor y fue directo a las escaleras, no queriendo perder el tiempo. La habitación de ella se encontraba en el piso superior. Subió los escalones de dos en dos, sintiendo crecer una sonrisa en su rostro. El recuerdo de la mañana anterior le resultaba más que grato. Su cabello revuelto, sus labios entreabiertos y sus parpados caídos y tranquilos. Le hubiera encantado repetir, pero el encuentro inesperado con Priscila y su esposo había cambiado las cosas. Prácticamente se habían marchado al amanecer. También tenía presente que no debía presionarla al respecto.

En unos minutos, se encontró frente a su puerta. Dio una rápida mirada a su aspecto y golpeó un par de veces. Aceptaría. Algo se lo decía. Ella aceptaría rendirse y él haría todo para que no se arrepintiera. Era consciente de que no sería fácil, pues tendría que brindarle seguridad después de su experiencia anterior, pero se sentía más que capaz de hacerlo. No era un principiante y pondría todo su afán en ello. Ganaría más que su confianza, su corazón.

Frunció el ceño al no obtener respuesta. De nuevo golpeo la madera, con un poco más de intensidad.

«¿Estará en la ducha? ¿O aun dormirá?». Consulto su reloj, eran más de las 11 am. Imposible que aun estuviera en cama.

Llamo nuevamente, pendiente de los sonidos que llegaran desde el interior de la habitación, pero todo era silencio. Saco el móvil de la bolsa del pantalón y busco su número. Tal vez había salido temprano.

Ni siquiera timbro, lo envió directo al buzón. Algo que termino de darle mala impresión.

Escuchó unas voces y al volver la mirada, la reconoció. Era la misma chica que estaba el día anterior con Camila. Su asistente, según logro escuchar.

―Disculpe ―dijo interrumpiendo su andar.

―Dígame ―contestó recordándolo. Imposible olvidar a un hombre como él.

― ¿Sabe dónde está Camila? ―preguntó señalando la puerta. Ella esbozo una sonrisa apenada y negó.

―Lo siento, pero la señorita Sellers tuvo una emergencia y se marchó.

¿Qué? ¿Se había marchado sin avisarle? Aquello era totalmente inesperado y le irrito un poco, pero logro ocultarlo.

― ¿Sabe porque no atiende su móvil? ―Primero averiguaría cual era esa emergencia y luego tomaría acciones.

―No, quizás un está en el avión. Lo siento ―se disculpó, dando por terminada la conversación. Aunque aquello no lo convencía, se hizo a un lado y dejó que siguiera su camino.

Aquello no tenía sentido. ¿Por qué no le había dicho nada? No había problemas, ella se mostraba feliz, entusiasmada con su compañía. ¿Qué podía hacer que se marchara sin al menos un mensaje?

Negó dirigiéndose al elevador. Si ella no estaba ahí, tampoco tenía caso que continuara. De nuevo, desbloqueo el móvil y marco uno de sus contactos.

―Priscila ―dijo al obtener respuesta de inmediato. Cosa que lo hizo sentir menos frustrado.

― ¡Blake! ―canturreó alegremente con voz sensual. Algo que no pasó desapercibido para él.

PleasureWhere stories live. Discover now