Capítulo 5

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Enredó sus dedos y tiró con fuerza de sus cabellos, imaginando por un instante que la melena rubia y lisa que sujetaba, era en realidad, una castaña y ondulada. Asimismo, evocó la textura de su piel nívea, reemplazando la piel bronceada que tocaba. Su pulso se aceleró ante la idea y sus ganas se dispararon. «Eres tú», pensó. Cerrando los ojos, se hundió con ímpetu en su hendidura. Ella gimió, aferrándose al borde de la cama.

Blake se perdió en su fantasía, arremetiendo contra su firme trasero. Sus dedos se clavaron en su cadera, manteniéndola firme, atrayéndola hacia él, acelerando el ritmo de sus estocadas. Deseó con todas sus fuerzas que fuera ella, esa desconocida. De la cual tenía grabada su imagen, su olor y la suavidad de su piel. «Ella, solo ella».

Escuchó como la chica alcanzaba el orgasmo, gritando su nombre a todo pulmón. No fue capaz de resistirlo y se dejó ir. Apenas terminó, salió de ella y de prisa retiró el preservativo. Escuchar su voz lo había sacado del ensueño.

―Estuviste increíble, Amo ―alabó la chica mordiéndose los labios, afectada por el intenso orgasmo que acababa de experimentar.

Blake no respondió, se limitó a mirarla de reojo y se dirigió a la ducha. De golpe había regresado a la realidad, comprobando que la chica que yacía desnuda sobre la cama, no era la misma que había imaginado. Cosa que lo frustró.

Apoyándose en la fría superficie, suspiró y golpeó varias veces con el puño. «No puedo creer lo que me haces», pensó dejándose empapar por el agua tibia.


****

―¿Y esa cara? ―preguntó Leandro al entrar en su despecho.

― ¿Qué cara? ―cuestionó malhumorado Blake. De sobra sabía a lo que refería. Después de lo ocurrido la noche anterior, no fue capaz de conciliar el sueño, así que tenía ojeras. Pero no solo eso, aunado al hecho de no tener noticias de Rubén, sentía que se volvería loco.

Su hermano soltó una carcajada y negó, dejándose caer en una de las sillas, frente a él.

―Pensé que después de disfrutar de Amara, estarías de regreso, pero ya veo que no es así. Sigues con un humor de perros.

―Deja de joderme ―se quejó fulminándolo con la mirada. Odiaba admitirlo, pero él tenía razón. Blake había esperado lo mismo al estar con Amara, pero resulto todo lo contrario. Deseaba con más fuerzas a la chica extraña.

―Debiste tirártela, si tantas ganas tenías ―comento con malicia. Al verlo marcharse del antro con ella, creyó que lo haría, no obstante, a la mañana siguiente, sus sospechas desaparecieron cuando lo vio aparecer con un genio del demonio y renuente a tocar el tema.

―No sé de qué hablas ―mascullo revolviendo el contenido del folder que sostenía.

―Sé que estas así por esa chica. ¡Hombre! Ambos sabemos que tiene madera de sumisa, pero ¿no crees que ya tuvo bastante con Corby? Casi la mata.

―No es eso ―debatió moviendo la cabeza. Lo había reflexionado largamente y definitivamente lo suyo no eran instintos de dominación o flagelación, era algo diferente, algo que ni siquiera él lograba entender. Aunque no podía negar que le hubiera encantado poder amordazarla y tenerla arrodillada, tal como lo había hecho con Amara. Sin embargo, era consciente que después de lo ocurrido, difícilmente aceptaría someterse.

Aquella noche, cuando la llevo a su casa, noto el desprecio en su mirada. Por sus palabras, era evidente que repudiaba a Derek, así que intuía que sentía exactamente lo mismo hacia él. Después de todo, era el dueño del club de sexo, donde se habían conocido.

PleasureWhere stories live. Discover now