Capítulo 4

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El primer pensamiento de Camila fue huir, pero su intensa mirada capturó su voluntad. Su cuerpo se dejó arrastrar por él, que se abría paso con facilidad entre el gentío. Blake avanzo captando toda clase de miradas por parte de las mujeres e incluso de algunos hombres. No le resulto extraño, ese hombre también era capaz de provocar efecto en ella. No solo por su impecable aspecto, sino por lo atractivo que era. Algo que no había podido notar con anterioridad, ni siquiera cuando la llevo en brazos.

Blake no pudo evitar observar su atuendo. En ese momento, no estaba tumbada sobre una cama y bañada en sudor a causa del dolor, así que se deleitó apreciando sus torneadas piernas y sus firmes pechos, que su corto y ajustado vestido remarcaba. Así mismo, noto que usaba una venda en la espalda. Algo estúpido desde su punto de vista, pues de esa manera no permitiría que sus heridas sanaran, eso sin añadir el hecho de estar dentro de la jaula moviéndose de un lado a otro.

― ¿Trabajas aquí? ―pregunto una vez que se alejaron de la entrada, lo suficiente para que la música se convirtiera en un tenue susurro.

Camila lo miro y sonrió divertida, no solo por su pregunta, por la expresión que mostraba. Desagrado.

«Seguramente tú solo te llevas a la cama a mujeres que usan cosas de marca. A las cuales atas y después azotas. Eres igual que Derek. ¡Idiotas!», pensó con una mueca.

Aunque no le conocía y tampoco tenía intención de hacerlo, la conversación que había escuchado aquella noche y su amenaza, le bastaron para deducir que era el dueño del club. Y que gustaba de las mismas preferencias, las cuales, no deseaba experimentar de nuevo.

―Si ―mintió con descaro. Desde luego que no trabajaba ahí, aquello había sido mera diversión. Un impulso por probar y liberar la tensión acumulada, después de la discusión con su padre sobre la cancelación del matrimonio. Sin embargo, no pensaba sacarlo de su error, mientras menos supiera de era mejor. Aún representaba un peligro, pues tendría que explicar porque tenía en su poder aquella tarjeta. Por un instante, le resulto divertido el hecho de que su padre supiera, pero aquello dañaría su reputación y todo se complicaría.

―Vaya ―dijo moviendo la cabeza. Por lo poco que había podido observarla aquella noche, no parecía ese tipo de chica. No obstante, su aspecto en ese momento, indicaba lo contrario. «¿Cómo rayos termino involucrándose con ella?», se preguntó mentalmente. Conocía poco a Derek Tyler, pero sabía que era hijo de un senador y que siempre cuidaba su reputación. Ella no encajaba en su perfil y no porque fuera fea, todo lo contrario. Sin embargo, las pocas sumisas que tenía eran otro tipo de mujeres, frívolas, acostumbradas a sus juegos.

Camila imagino las ideas que cruzaban por su mente. Derek era un niño rico y con su aspecto, seguro creía que ella había sido solo un juguete. Pues ese lugar no era para nada de alto nivel. Cosa que le dio una idea.

―Sube ―ordeno abriendo la puerta de su impresionante BMW. Aunque fuera una simple bailarina o sexoservidora, necesitaba comprobar algunas cosas y asegurarse de que no volviera a aparecer por su club y cometiera otra locura. Blake era consciente que tal vez era solo curiosidad lo que lo movía, pues no podía evitar querer saber más de ella.

― ¿Vas a secuestrarme? ―pregunto apoyando la mano en la cadera, fingiéndose despreocupada.

―Yo no secuestro a nadie ―dijo con voz fría―. Vamos a conversar. Me lo debes.

Sin tener nada que argumentar, obedeció y entro en el auto. Sería inútil reusarse y además ya tenía algo en mente para salir de aquel inconveniente.

Lo observo rodear el frente del vehículo dando grandes zancadas, abrir la puerta y acomodarse detrás del volante. Todo con extrema elegancia que la dejo embobada unos segundos. Sin decir nada, puso en marcha el auto y comenzaron a adentrarse en las calles de Chicago.

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