Capitulo 20

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  Llegué al disqueras Platinium bastante temprano. Llegué a mi piso y me encontré con la desagradable sorpresa de que Gena estaba en mi silla atendiendo el teléfono. Con los puños preparados caminé a mi escritorio. Ella colgó el teléfono y me lanzó una mirada asesina.
- Fuera – ordené apuntando el elevador.
- Como usted diga Srta. Jefferson, me alegra que haya venido a relevarme – tomó sus cosas – además ni me gusta tu escritorio, es mejor el mío... bueno tu jefe es mejor que el mío – rió.
- Tiene novia – dije impulsivamente. Era mentira, él era soltero, y estaba en todo su derecho.
- Novia o no... no está muerto cariño – rodeó la mesa y se meneó con exageración hasta llegar al elevador.
- Oye – la detuve. Se volteó - ¿Qué hacías aquí? Tú trabajas abajo...
- Tu padre me puso acá por las mañanas porque el Sr. Baker necesita secretaria temprano, y como tú, chiquita, vas a la escuela, yo hago tu trabajo en la mañana – entró al elevador, y para su suerte, se cerraron las puertas antes de aventarle un zapato por la cara.

Me senté y traté de ordenar un poco el desastre que Gena dejó en mi escritorio. El teléfono sonó haciéndome soltar los papeles y dejar todo aún peor.

La luz roja del teléfono indicaba que Zachary era quien hacía la llamada.

- ¿Sí?
- Oh, por fin llegaste... - dijo él del otro lado de la línea.
- ¿Me necesitabas? – pregunté.
- Sí, entra... - cortó. No parecía contento, tampoco enojado. Me confundía su actitud.

Me puse de pie e instintivamente empecé a arreglar mi cabello. Entré a la oficina, estaba en silencio y él parecía sumamente concentrado en unos papeles. Cerré la puerta y me senté frente a él.


- Hola – dije... levantó la vista con una media sonrisa.
- Oh Sam, por fin llegaste. Me has salvado – arregló los papeles.
- ¿Qué necesitas que haga?
- Necesito que te quedes aquí y termines esto por mí – me entregó una pila de papeles – tienes que firmarlos, es todo, tienes autoridad para hacerlo.
- ¿Y por qué no lo haces tú? – pregunté confundida.
- Tengo que atender algo importante, debo marcharme ahora mismo, pero volveré antes de las seis – se puso de pie. Lo seguí con la vista mientras recogía sus cosas.
- ¿A dónde vas? ¿Cosas del trabajo? – quise saber.
- Es... un asunto familiar – hizo una mueca.
- Puedes contarme –
- Prefiero no hacerlo, no quiero preocuparte – besó mi mejilla.
- Pero...
- Sam, entiende por favor, es urgente, no me iría si no fuese necesario... - asintió rápido mientras llegaba a la puerta – puedes quedarte en mi oficina si te acomoda más – abrió la puerta y se volteó a mirarme. Yo estaba algo aturdida. ¿Qué pasaba con él? – no me mires así Sam- pidió – te lo diré todo más tarde, pero ahora tengo prisa...
- Bien... ve no pierdas tiempo – intenté sonreír.
- Gracias, te la debo.
- Te la cobraré –
- Te la pagaré – guiñó un ojo.

Terminé todo lo que me dijo y aún no daban las cinco. Me puse a revisar la oficina. No era correcto, pero pensándolo bien, todo ahí era por derecho... mío.

Abrí varios cajones, pero no había más que papeles aburridos, agendas, libros...
Una fotografía cayó cuando abrí un cajón y saqué un libro. Dejé el libro sobre la mesa y recogí la foto. Debo decir que me causó mucha ternura. Un niño de unos dos años, rubio y adorable, con Zachary sonriendo de oreja a oreja. Parecía que se estaban divirtiendo.
Guardé la fotografía donde estaba y me fui a mi escritorio. La tarde avanzó hasta dar las seis, las siete, las siete y media, y Zachary se dignó en aparecer en la oficina quince minutos antes de las ocho.


- Te has tardado – le dije mientras lo seguía con la vista, se apoyó en el escritorio.
- Me tomó más tiempo del que creí – suspiró, parecía cansado.
- ¿Me dirás qué pasó? – pregunté buscando su mirada perdida.
- No creo que te importe... - intentó sonreír. Fallido intento, estaba triste y yo ya lo había notado.
- Me importa... tú me importas – admití. Wow, me importaba. Él me miró con aire sorprendido y sonrió de verdad.
- ¿De veras? – preguntó.
- Sí, de veras... puedes confiar en mí, lo sabes –
- Sí... pero, no es momento –
- Zachary...
- Sami, escucha. Es complicado y no quiero que salgas perjudicada...
- ¿Es grave? ¿Peligroso?
- No, es complicado, sólo eso. No quiero hacerte... cargar con un peso así.
- Bien, entiendo.
- No te enojes...
- No estoy enojada...
- Lo estás – insistió. Pero era mentira, no estaba enojada con él, estaba enojada con su "Problema complicado". lo miré ceñuda y él sonrió – quiero besarte – susurró. Me puse de pie y besé sus labios con dulzura - ¿A eso le llamas beso? – rió.
- Confórmate... te daré un beso de verdad cuando decidas que soy lo suficientemente madura como decirme que pasa – guiñé un ojo.
- Que infantil – se burló.
- Tengo diecisiete, no se te olvide – me crucé de brazos riendo.
- No se me olvida... ¿Qué te parece si mañana... salimos? – preguntó. Lo miré con ojos como platos.
- ¿Salir? – reí, él asintió – me parece... bien – intenté disimular mi emoción.
- A eso de las...diez – dijo mientras tomaba uno de los lápices de mi escritorio y escribía una dirección en un papel – ve ahí, informal... - guiñó un ojo.
- ¿Qué haremos?
- Es sorpresa... ah, y dile a tu padre que te quedarás en casa de una amiga, porque no vas a volver a casa después de la cita – se alejó y entró a su oficina.

Un cosquilleo de emoción me recorrió el cuerpo. Me había invitado a una cita y eso era bueno, incluso me gustaba la idea de una cita.

Me abofeteé mentalmente recordando que no era parte del plan salir con mi "víctima de seducción".

<<No te hará mal>> me dije a mi misma <<Aprovecha>>

El jueves amaneció lloviendo. Me abrigué antes de partir a la escuela, no quería pescar un resfrío antes de un fin de semana largo y de mi cita informal con Zachary.


Llegué a la escuela muy animada, saludé a medio mundo antes de entrar a mi primera clase.

- Kim – corrí hasta mi amiga que estaba en su casillero.
- Hola linda – me dijo mientras sacaba sus cuadernos – veo que amaneciste contenta – rió. Abrí mi casillero con una sonrisa en el rostro.
- Sí... digamos que, la vida me está sonriendo – saqué unos libros y cerré.
- Genial, así estarás de ánimos para el evento de esta noche... -

BAM. Me cayó como un balde de agua fría al escuchar eso. Lo había olvidado por completo. Cerré los ojos y le sonreí a Kim. Ella se cruzó de brazos.

- No me digas que lo olvidaste... - pidió.
- No... claro que no – mentí - ¿a qué hora es?
- A las nueve en punto –
- Bien... - suspiré. Tenía un problema. 

Eres tu, Solo tu -Zacky V.- [Adaptacion]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora