-¿Cómo saldremos de esta isla?-Cuestiono Ace una vez habíamos llegado a la orilla.
-¿Te dan miedo las alturas?
Ace se giro para mirarme con un interrogante en la cabeza. Le sonreí y abrí los brazos.
-¡Dame un abrazo!
Vi como su espalda se llenaba de llamas y como sus dientes se volvían más afilados.
-¡¿A ti te parece normal pedirme un abrazo ahora?! ¡Nada de lo que dices tiene nunca sentido!
Inflé los mofletes. No le recordaba yo tan cascarrabias, supongo que comenzar la busca de Alexiel le corre prisa.
-Eres un aburrido, aunque eso sí. Un aburrido muy lindo.-Dije guiñándole un ojo. Sus mejillas no tardaron en colorearse de rojo. – Ya que no tenemos un bote para salir por mar, tendremos que salir de aquí por aire ¿no te parece?
-¿Por... aire?
-Hai.-Sonreí. Cerré los ojos y suspire. Note un gran escalofrío recorrió mi cuerpo. Sentí mi cuerpo elevándose unos centímetros del suelo, antes de que mis alas saliesen de mi cuerpo. Mis pies volvieron a tocar el suelo. Abrí los ojos para ver como Ace miraba asombrado, aunque estaba sonriendo.
-¡Sugoi!
Me sonroje. Me divierte provocarle pero que él me sonría así, derriba todas mis barreras.
-¿Te gustan mis alas?
Se acercó a mirarlas con una sonrisa en la boca.
-Cuando me dijeron que en la Grand Line vería cosas que ni siquiera he soñado, nunca pensé que se eso llegaría tan lejos. –Alzó una mano dispuesto a tocarlas, pero antes de que hiciera un solo movimiento me aparte espantada.
-¡No me toques las alas!-Grite. Mi corazón se había disparado. ¿Él... estaba a punto de...? No. Ace no sabe nada de eso. Por otra parte me miraba con una mezcla de sorpresa y preocupación.-Yo...
-Tranquila.-Me interrumpió Ace. Le mire agradecida.-No te tocaré las alas, no te preocupes.
Normalice mi respiración y asentí. Me acerque a él, abriendo mis alas.
-Abrázame y sujétate fuerte.
Los fuertes brazos de Ace me envolvieron sin rozar mis alas. No pude evitar sonreír.
-Agarra. Agarra. Que sé que lo disfrutaras.
Ace enrojeció.
-Sólo vámonos de aquí.-Dijo agarrándome con fuerza.
Alce el vuelo, no solo alzando mi cuerpo y el de Ace, sino también el pasto y las flores.
-¿Te has despedido de tu padre?
-Hai.
-Bien.-Sonreí.
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-Tengo hambre.-Se quejo Ace.-Mucha hambre.-Pellizco mi mejilla.- Alia tengo hambre. Hambre, hambre, hambre, hambre.
-¡Basta! No me obligues a soltarte y dejarte caer al mar.
-No serías capaz.
-Tiéntame.-Le dije mirándole a los ojos.
Ace infló los mofletes.
-Bien, pero sigo teniendo hambre.
-Pues he tenido suerte. Veo una isla.-Mire a Ace.-Comes y continuamos.
-¿Tú no comerás?
-Dudo que sirvan ambrosia.
-¿Ambro-qué?
Rodé los ojos. ¿Cómo me he podido enamorar de este inculto? Ah sí... es perfecto.
Para evitar revuelos aterrice lejos de la ciudad, dentro de un bosque. Lo complicado de eso es que no soy muy buena aterrizando y menos con árboles de por medio. Resumiendo, nos dimos un buen piñazo.
-¿Cómo no puedes saber aterrizar?-Me pregunto un molesto Ace mientras se quitaba ramitas de la cabeza.
-No es tan sencillo ¿vale?
Caminamos por la ajetreada ciudad como el que no quiere la cosa. Al parecer la gente estaba demasiado ocupada corriendo de un sitio para otro que no se habían fijado que Portgas D. Ace se estaba paseando por su ciudad. Reí ante solo imaginarme lo que hubiera pasado si esta isla fuese más pequeña.
-¿Hueles eso?-Pregunto mientras se formaba un charco de babas a su alrededor.
-En esta ciudad se pueden oler muchas cosas.
-¡Ven!-Agarro mi mano.-Huelo algo delicioso.
Tiro de mí calle abajo. Lo dijo y lo repito. Me encanta provocarle, pero que él haga esto con tanta naturalidad me descoloca. Corrió arrastrándome hasta que llegamos a una taberna en la zona baja de la ciudad. Manda huevos que me haya traído aquí.
-¡Huele delicioso!
-Yo no huelo nada.-Dije frunciendo el ceño.
-Anda vamos.-Dijo entrando.
-¡Oi! ¡Espérame!
Quizás debería haberme quedado fuera. Todos los hombres (porque solo había hombres) se giraron a mirarnos. Sus miradas nos siguieron hasta que llegamos a la barra.
-¡Jefe comida!-Habló Ace dando un golpe en la mesa.
-Un momento.-Hablo una voz a nuestras espaldas. Un horrible escalofrió surco mi columna vertebral. –Ese tatuaje. Esa cara...
Hubo un sielncio sepulcral en la taberna hasta que todos los hombres asustados comenzaron a gritar.
-¡¡HIKEN NO ACE!!
-¡¡ES IMPOSIBLE!!
-¡¡HA VUELTO DE ENTRE LOS MUERTOS!!
El tabernero estaba incrustado en la pared con los ojos fuera de las cuencas.
-¿Y mi comida?-Preguntó ajeno a todo. Apoye mi cara en mi rostro y le mire en una sonrisa.
-Creo que están un poco en shock.
Me miro.
-¿Eso quiere decir que no puedo comer? Alia tengo hambre.
-Lo sé. Dame un segundo.-Di un saltó sobre la barra, agarre un pañuelo que estaba en atado al delantal del que supongo que es el dueño de la taberna y me lo ate en la cabeza.- ¿Qué quieres que te preparé?-Levante un dedo acallándolo mientras los hombres gritaban y salían corriendo de la taberna.-Carne.
Ace sonrió.
-Me conoces bien.
-Mejor que nadie.-Me gire al hombre.-Jefe ¿dónde está la cocina?
-Te-tenéis que iros.
-¿Por qué?-Cuestiono Ace.
-Los pacifistas podrían venir y destrozar mi bar.
-¿Pacifistas?-Pregunto Ace preocupado.
-No te preocupes. Yo te protegeré.-Dije segura.- ¿La carne la quieres con algo?
Ace sonrió.
-Eres genial angelita.
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Mi Ángel ||One piece|| AcexOc
Romance-¿Quién eres? -Soy tu protectora. Tu ángel de la guarda Portgas D. Ace.