𝟶𝟷 || 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚎𝚛𝚝𝚊𝚛

7.2K 453 21
                                    




─── 𝐎𝐍𝐄
❛ despertar ❜




     Abrir los ojos me estaba resultando sumamente difícil, pero tenía que hacerlo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

     Abrir los ojos me estaba resultando sumamente difícil, pero tenía que hacerlo. Los sonidos, tan elevados, me martillean la cabeza con brutalidad. Logro abrir los párpados pasados varios minutos, encontrándome con un lugar que no conozco de absolutamente nada. La habitación en la que me encuentro es amplia, decorada de manera algo antigua—o vintage, según quien lo mirase—.

     El ruido de un plato estrellándose contra el suelo me despierta del todo, y mi cuerpo se puso en alerta de manera instantánea. ¿Dónde me encontraba? ¿Qué me había ocurrido? Miles de preguntas empezaron a hacerse hueco en mi cabeza, la cual martilleaba todavía.

     Daría lo que fuera por conseguir una pastilla, o algún remedio milagroso.

     Aprieto los puños y empiezo a ojear cada rincón del cuarto, buscando algo con lo que poder defender. No encuentro nada, pero escucho con claridad los pasos de alguien acercándose hasta la puerta de la habitación. Mordisqueo mi labio inferior, queriendo que nada malo me pase.

     Suficiente he tenido ya, murmuro en mi mente.

     La puerta de la habitación desconocida se abre lentamente, encontrándome de lleno con unos ojos cafés que, en realidad, ya conozco. Mis rodillas comienzan a fallarme, por el aluvión repentino de los recuerdos ocurridos con anterioridad, y termino derrumbándome sobre el suelo de madera.

     Sus ojos preocupados dejan una bandeja con lo que parece ser comida, y corre hasta mí para sujetarme por los brazos.

     — ¿Por qué te has puesto de pie? —pregunta, regañándome—. Tu cuerpo está todavía sumamente débil, no puedes ser tan cruel con él. Vuelve a la cama, he traído comida para que recuperes las fuerzas. Te duele la cabeza, ¿verdad?

     Asiento automáticamente, realmente estaba siendo complicado escuchar su amable voz por culpa del dolor. Con su ayuda vuelvo a meterme entre las cálidas sábanas, pero manteniéndome con la espalda apoyada en el cabecero. La mujer deja la bandeja sobre mis piernas, sorprendiéndome con el festín que me ha servido.

     Hay un vaso con zumo de naranja, que, sin miedo a equivocarme, diría que es recién exprimido. Un plato de mediano tamaño que está lleno con cuatro tortitas finas y un plátano cortado y colocado perfectamente alrededor de las mismas. Observo, por último, un vaso con un líquido de tonalidad extraña, entre marrón y verdoso, que me hace fruncir el ceño.

     —Este vaso, aunque no lo parezca, es el mejor remedio para ti—comenta, divertida—. Te prometo que sabe bien, diría que es un sabor parecido a la menta combinado con un poco de fresa, además te quitará el dolor de cabeza sin duda alguna.

     — ¿Por qué estás siendo tan amable conmigo? —pregunto, en voz baja—. Ni siquiera te conozco...

     —El que no me conozcas no significa nada—asegura, bastante seria—. Estás desnutrida, bonita, y perdiste el conocimiento porque has pasado por algo lo sumamente traumático para que tu cuerpo no lo soporte. Tampoco parece que tengas a donde ir, y siendo sincera, no iba a poder estar tranquila de haberte dejado en el aeropuerto.

     — ¿Dónde estamos?

     —En Forks, Estados Unidos.

     Observo la ventana por inercia, notando entonces el clima tan malo que hace. Hay mucha humedad en el aire, algo en lo que no me había fijado con anterioridad por estar en alerta, además de estar lloviendo a mares. Tampoco se me pasa por alto la gran cantidad de árboles que parecen rodear la casa.

     — ¿Y tú quién eres? ¿Cuál es tu nombre? —murmuro, con un suspiro.

     —Mi nombre es Emily Young—responde, con una sonrisa.

     Existe algo en ella que, aunque es difícil pasar por alto, no he querido comentar mentalmente. Emily tiene la piel tostada, el pelo negro y totalmente liso, que le llega a la mitad de su espalda. Sus ojos cafés son sinceros, pero no parecen atormentados realmente, a pesar de la enorme cicatriz que recorre su rostro.

     Parece como un arañazo enorme, con tres líneas, que se ha curado definitivamente.

     —El mío es Keira Wright—hablo, dedicándole una sonrisa—. Aunque tengo la sensación de que ya lo sabías...

     —Lo leí en tu pasaporte, lo siento—dice, riendo levemente—. Tuve que utilizarlo para saber tu edad, no quería llevarte conmigo y acabar en la cárcel por robar a una menor desmayada.

     — ¿Y cómo hemos llegado hasta aquí? —pregunto, pensativa—. Es imposible que nadie me haya notado en el avión o algo por el estilo...

     —Digamos que tengo una especie de amigos que han ayudado con ese detalle—comenta, posando su mano sobre la mía—, nos trajeron en avión privado, nadie más que yo te ha visto. Eso te lo aseguro.

     La conversación se termina ahí mismo, porque el sonido hambriento que sale de mi estómago me deja claro lo que debo hacer. Emily suelta una carcajada divertida y sale de la habitación para que pueda comer, me asegura que debo volver a dormir una vez que mi estómago estuviera lleno.

     Mi mirada se queda sobre la bandeja llena de comida, y me debato sobre lo que debía ir a mi boca primero. Lo medito unos segundos, y acabo tomando el vaso de color extraño. Di un pequeño sorbo, para saber si debía tapar mi nariz o no, y mis ojos se abrieron del todo al notar el sabor.

     Emily tenía razón, el sabor a menta y a fresa se pegó a mis papilas gustativas, agradándome totalmente. Vacío el contenido rápidamente, sonriendo por el sabor tan agradable a pesar de su color tan extraño. Continuo mi desayuno con el plátano, las tortitas y finalizo con el zumo de naranja. Todo estaba tan delicioso que hubiera querido tardar más tiempo en comer, para degustarlo, pero mi estómago me obligaba a actuar de otra manera.

     Dejo la bandeja en la mesilla de noche que se encuentra a mi izquierda, que está totalmente vacía. Me confunde un poco que no tenga una lámpara sobre la misma, pero noto que hay una en la otra mesilla, por lo que supongo que no es necesario que hubiese otra.

     Me acomodo en la cama, quedando totalmente acostada, con la mirada en el exterior de la ventana. No estoy segura de sí es la comodidad de la cama y el ambiente, tal vez se trata de la suavidad de las sábanas y la calidez que hay entre las mismas, o puede que simplemente sea la calma tras llenar mi estómago. Pero, en escasos segundos, mis párpados empiezan a ser más pesados de lo normal y, sin fuerzas de pelear con nada, termino cerrándolos para sumirme nuevamente en un sueño tranquilo lleno de brisa tranquila y el eco de la risa suave de Emily.

𝐁𝐑𝐎𝐊𝐄𝐍 ━ jacob blackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora