4. Nuestro disco

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Embadurnada.
Así estoy.
Todas mis extremidades están cubiertas por la extraña mezcla de miel y plumas. De las cuales soy alérgica.
Gracias.

Por lo tanto ahora me encuentro llena de miel pegajosa, cubierta de plumas, granos por todo el cuerpo y cara (gracias a mis amigas las plumas), y un enjambre de abejas persiguiéndome. Sin contar unas cuantas picaduras de estas mismas.
Además de toda esa gente riéndose y comentando sobre mi.

Noto mis lágrimas caer velozmente por mis mejillas. Estúpido Alex. Cuando yo lo conocí era diferente, o al menos lo parecía. Aunque el no se acordará de todo eso, de todas esas noches hablando hasta la madrugada. Nuestros secretos. Nuestras bromas. Nunca había confiado en nadie como en él.
Y de la noche a la mañana desapareció.
Dejándome claro que yo sólo había sido un entretenimiento más en su perfecta vida.
Lo que nunca imaginaria es que fuera un capullo integral como para hacer esto.
Me has decepcionado Alex Jameson.

Corro hacia fuera del bachillerato. Ahora mismo las clases es lo que menos me importa. Consigo escapar de la muchedumbre que me señala con el dedo y ríe a mis espaldas. Llegando a la misma acera donde hace unos minutos Alex vino a hablar conmigo. Reconozco que cuando nuestras miradas se cruzaron algo dentro de mi despertó. Nunca vi a Alex en persona, y tengo que reconocer que me ha sorprendido. Es aun más guapo de lo que nunca imaginé. Su piel blanca, su cabello marrón como las montañas y sus ojos azules me eclipsaron por un momento. Pero en seguida me acordé de todas las lágrimas que derramé por él. Y ese pensamiento se borró rápidamente de mi mente.

Cerré los ojos queriendo que todo esto desapareciera; la miel, las plumas, las abejas, las lágrimas, mi corazón dolorido.

Noto como una mano me toca suavemente el hombro. Asustada por ese tacto me aparto rápidamente. Abro los ojos y me encuentro a Rosie Chicle mirándome con semblante preocupado. Ahora en este momento no me incomoda su presencia, es más, siento que la necesito. Sin pensarlo dos veces la abrazo y lloro en su hombro. Y ahí me ves. A Valeria la solitaria. La antisocial.

La que aunque no lo parezca, tiene corazón.

Nos quedamos así por minutos, lo necesitaba. Y ella supo comprenderlo a la perfección. Se fue alejando de mi sin dejar de tocarme el hombro.

- ¿Estás mejor?

- Un poco, gracias.

- Vente a mi casa, soy especialista en quitar miel de la ropa, créeme. - dice con una sonrisa, dejando ver sus dientes blancos.

Con mi mente nublada no pude hacer más que asentir con la cabeza y luego arrepentirme mil veces. En seguida me vino una pregunta a la mente;

- ¿Con qué vamos a ir a tu casa si tu no tienes coche?

- Cojo prestado el de mi hermana, no le importará - hizo una sonrisa maligna que no me gustó nada. - si te preguntas que hago cogiendo un autobús cuando puedo ir con mi hermana, yo te responderé. Me gusta ir en autobús, así conozco a más gente - dijo orgullosa mientras sacaba una llave de su escote - se la robé esta mañana - dijo aclarando mis dudas al ver mi cara de espanto.

A continuación abrió la puerta y yo me senté en el asiento del copiloto. En silencio llegamos rápidamente a una gran casa morada. Me asombró bastante, destacaba por encima de todas las demás. Entramos en la casa y Rosie Chicle desapareció indicándome que me sintiera como en mi casa. No me dio tiempo casi ni a respirar y Rosie Chicle apareció con una toalla y un par de prendas de ropa. Me indicó el baño y yo subí rápidamente por las escaleras. Me equivoqué un par de veces de puerta. Una de ellas me incitó a entrar. Y así hice. Esa era la de Alex. Lo sabía perfectamente por todos los CDs que tenia en la estantería. Entre ellos había uno que destacaba. Ese era: "A Rush of Blood to the Head" de Coldplay. Ese mismo que le regalé por su cumpleaños.

Alex me miró con una pizca de sorpresa al ver el paquete envuelto. Volvió a mirar a la pantalla del ordenador, donde estaba yo, esperando con una gran sonrisa.

- ¡No me lo puedo creer! - gritó Alex entusiasmado mientras desenvolvía el regalo.

- Entonces...¿te gusta? - pregunté con una sonrisa tímida.

- No me gusta, me encanta - me miró con una sonrisa de oreja a oreja - Es el mejor regalo que me han dado nunca, gracias - dijo mirando nuevamente la envoltura de aquel disco que tanto le gustaba.

- Me alegro, este Alex... Será nuestro disco. - dije mirándole fijamente.

- Lo cuidaré como a mi vida, Val - dijo mientras sonreía alegremente.

Sentí miles de descargas eléctricas recorrer en mi interior. Y ahí es cuando lo supe. Estaba enamorada de Alex Jameson.

De repente oí unos pasos provenientes de las escaleras, solté el disco haciéndolo caer al suelo. Y rápidamente salí de la habitación y me metí en el baño. Por una vez la suerte estaba de mi lado y había decidido no jugarme una mala pasada. Abro el grifo y siento como el agua va cayendo poco a poco.

Me pongo el top rosa chicle (como no) que me había dado Rosie Chicle. Junto a unos shorts azules. Por lo menos Alex no había tirado nuestro disco.

Espera un momento.

No.

¿Esta no era la casa de Rosie Chicle?

¿Que hace la habitación de Alex ahí?

Porque era la habitación de él, ¿no?

Antes de que pudiera pensar más, la puerta del baño se abrió con un Alex inexpresivo. Que cambió en el momento en el que me vio. Se le cayó la mandíbula formando una perfecta "O".

- ¿Qué haces aquí? - dijo con un tono de sorpresa, enfado y... ¿Miedo? Como si fuera a pegarle... Aunque ganas no me faltaban.

- Déjala Azulito - interrumpió Rosie Chicle - Ya bastante con rociarla de miel ¿Tu sabes lo que me ha costado sacar las manchas de su ropa? ¿Tu eres consciente? - dijo chillando histérica. Yo solo aguantaba la risa.

¿Azulito? ¿Había oído bien? En seguida Alex se fue con la cara gacha, avergonzado. Al segundo Rosie Chicle me agarró del brazo y me acompañó hasta la puerta. Con un seco gracias pensaba irme.

Pensaba.

Porque cuando me quise dar cuenta, unos chillidos vinieron el piso de arriba.

- ¿Ya se ha ido esa mocosa? - Gritó una voz chillona que no podía distinguir - ¿Sabes como has dejado mi coche, niñata? - si no recuerdo mal, el coche era de su hermana.

- ¿Qué querías que hiciese, Blanca? El capullo de Alex había empapado a Valeria - dijo Rosie enfadada.

- ¿Con que Valeria...? - dijo esa tal Blanca.

Después no oí más, puesto a que se oyeron ruidos y me separé rápidamente de la puerta donde segundos antes tenia pegada la oreja para escuchar lo que decían.

Sin mirar atrás avanzo hasta la parada de autobuses, esperando el mio. Casi sin darme cuenta llegué a mi casa como un autómata. No había nadie en casa, que raro (nótese la ironía). Subí a mi cuarto aún pensando en él.

Alex.

Espero que no piense nada raro cuando haya visto el disco en el suelo. Me ha conmovido el ver que aún lo conservaba. El disco. Nuestro disco. Quizá aun quede un poco del Alex que conocí y tanto me maravilló.

Lo que Valeria no sabe es que el disco no lo cogió precisamente Alex... Y pronto la verdad saldrá a la luz...

*****

Aquí tenéis un capítulo más largo de lo normal, esta novela me está motivando mucho. Ya tengo pensado todo, y os aseguro que os sorprenderá.

>> ¿Por qué creéis que Rosie Chicle es especialista en las manchas de miel?

La pregunta del millón;

>> ¿Quién ha cogido el disco?

Canción: Count on me - Bruno Mars

Gracias por leer.

Cerrando los ojos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora