10. Esto no va a quedar así

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Cierro los ojos y inspiro y expiro profundamente.

Pero aún así no consigo calmarme. No consigo saciar mis pensamientos asesinos contra el profesor de historia.

No me culpéis, tengo una buena razón.

¿A quién se le ocurre ponerme en  el mismo grupo que Alex? Es de locos.

Vuelvo a respirar fuertemente mientras abro mis ojos de forma brusca mareándome un poco en el acto.

En estos momentos me encuentro sentada en un banco esperando al autobús. Puedo verlo a lo lejos, me incorporo rápidamente y me dirijo hacia el borde de la acera. Una vez éste ha llegado, me subo rápidamente y me coloco en el mismo sitio de siempre.

El viaje se hace eterno como de costumbre, aún sigo sin poder quitarme el olor a chicle, sobaco y colonia barata que abunda en aquel autobús.

Subo rápidamente hacia mi piso, tengo que preparar todo antes de que vengan mis compañeros a hacer ese dichoso trabajo.

A esa tal Alicia no la conozco, es más, nunca había oído hablar de ella.

Pero a Alex..., quizá habría sido mejor no conocerlo. ¿Pero qué digo?

Alex cambió mi vida por completo. La mejoró mil veces, restauró el dolor de mi corazón y lo cambió por amor y felicidad. Y nunca podré estarle más agradecida. Sin él no sé si podría haber salido de mi casa algún día, el me animó a seguir adelante. Siempre me susurraba la misma frase: "no dejes que tu pasado te impida vivir tu futuro".

Oírlas viniendo desde él, con su sedosa voz mientras me miraba y me transmitía paz y serenidad como nunca la había sentido. Me hacía sentir bien, especial. Y es que esa frase viniendo de él, me hacía creer que de verdad vivir valía la pena.

Echo de menos a Alex.

Muchísimo, más de lo que pueda imaginar y admitir.

Pero ahora mismo ni se acordará de mí. Sólo fui una broma pesada.

Y eso me duele muchísimo.

Un timbre me saca de mis pensamientos más profundos. Corro hacia la puerta, deben ser ellos.

Abro y mis sospechas son confirmadas. Alex se encuentra tras la puerta. Puedo ver cómo se rasca el brazo, cosa que hace siempre que está nervioso.

Él carraspea y automáticamente salgo de mi trance echándome a un lado para dejarle pasar.

Él se de adentra un poco indeciso. Se relame los labios para a continuación poder hablar.
- Hola. - dice mientras se rasca el brazo con más velocidad.
- Hola. - digo mientras conecto con sus ojos que me miran impacientes porque haga algo. - ¿Quieres tomar algo? - no quiero ser descortés, y sobretodo quiero cortar este silencio incómodo que se a formado entre nosotros.
- No, no, gracias. - dice desviando la mirada.
- ¿Una limonada? - digo muy segura. Alex adora la limonada, ese sabor ácido le encanta. Me mira confundido y con una pizca de asombro. En seguida me doy cuenta de mi error y rectifico. No quiero levantar sospechas de quién soy. - ¿O agua, coca-cola...?
- Una limonada estaría bien. - dice mientras me regala una sonrisa torcida de esas que hacen que me derrita como un cubito de hielo.

Me alejo hacia la cocina con una sonrisa boba en la cara, tan sólo verlo sonreír hace que dentro de mí miles de mariposas revoltosas se hagan presencia.

Como echaba de menos sus sonrisas...

Me acerco hasta la nevera y extraigo agua y limón. Preparo la limonada y me dirijo hacia el salón donde se encuentra Alex.

Cerrando los ojos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora