23. No tiene ni idea de la suerte que tiene

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Entreabro los ojos y puedo alcanzar a ver la silueta de Alex.

Se encuentra de espaldas, mirando la pantalla del móvil con la máxima concentración.

Yo sonrío involuntariamente, echaba de menos tenerle cerca de mi.

Aunque sé que no tendría que tener este sentimiento después de todo, pero no puedo separar mi cabeza de mi corazón.

Vuelvo a dormir, deseando que se pare el tiempo a su lado.

Una hora más tarde, me despierto sin dejar de sonreír.

Me giro buscando a Alex, pero no lo encuentro.

Me levanto aturdida y lo busco con la mirada pero no está.

Abro la puerta de la habitación y lo llamo por su nombre, esperando que salga de alguna de las esas habitaciones.

Pasan los minutos y no hay ni rastro de él.

Hasta que la puerta del baño se abre lentamente, y yo vuelvo a sonreír esperanzada.

Pero la ilusión se me va en cuestión de segundos.

Rosie aparece con una sonrisa de comparecencia.

Se acerca a mi y sin mediar palabra, me abraza.

Pasan los minutos y me susurra en la oreja:
—Se ha ido.

Noto como mis ojos se cristalizan y me siento más tonta que nunca.

Pensaba darle otra oportunidad después de todo.

Pero como siempre, me ha clavado el puñal por la espalda.

Las lágrimas caen lentamente y Rosie intenta consolarme.
—No merece la pena Valeria, encontrarás a alguien mejor. —dice mientras me seca las lágrimas de la cara.
—Lo sé. —digo entre sollozos.
—No des más oportunidades, ha perdido la suya. Tú tienes que vivir y el ya se dará cuenta de lo que ha perdido. —me regala una sonrisa torcida.
—Tienes razón. —digo y me seco las lágrimas restantes.

Me da un último abrazo y me susurra:
—Siempre fuertes.

Me acompaña a la puerta y decido ir a dar una vuelta para despejarme.

Andando sin rumbo acabo en un pequeño parque.

Voy decidida a un banco, pero me doy cuenta de que hay alguien llorando en él.

Me paralizo por unos segundos, pero me acerco lentamente hasta acabar a su lado.

Me siento e intentó acercarme a él.
—Perdona, ¿estás bien?

El susodicho levanta la cabeza y yo me quedo más en shock que antes.

El chico vulnerable que estaba llorando no es nada menos que Tom.

Ha perdido toda su chulería, ahora mismo tiene las mejillas cubiertas de lagrimas y los ojos rojos.

Cuando Tom se da cuenta de que soy yo quien está a su lado, se seca las lagrimas en un rápido movimiento.

Cerrando los ojos ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora