Yo iba en el camino, aquella ruta larga, extensa y solitaria, a las orillas del desierto, donde ocurrió lo que llaman "el caso 34"...
Hay un pueblo, llamado "Lonely Ranch", un pequeño pueblo de no más de 534 habitantes, era un pueblecillo carretero, justo al lado de la ruta 74, famosa por ser atemorizante a mitad del abierto desierto, el lugar era solitario, parecía salir de una foto del viejo oeste. Yo había ido a ahí a conocer, ya que es lugar con historia. Cuando tomé la interestatal para entrar a dicha ruta, inmediatamente encuentro un anuncio que decía difícilmente, "Bienvenidos a la ruta 74", ya que estaba agujereado por balas. Me detuve a admirar los cañones y el imponente desierto, eran las 8:45 pm, así que estaba oscuro, al no haber luz pública en la carretera, el cielo era hermosamente estrellado, podías ver todo con una tremenda claridad, admiré la noche, y seguí el camino hacia el pueblo.
En la carretera logré ver el sitio a lo lejos, estaba a 4 km, el pueblo me pareció sospechoso y pensé -¿Cómo puede haber un lugar así en medio de la nada y seguir a flote?-. Seguí mi camino, el asentamiento era tal y como del viejo oeste, un clásico poblado rodeado de cactus y enormes rocas. Cuando llegué, busqué un lugar donde dormir, eran las 11:57, y tenía mucho sueño, divisé un pequeño hotel, era simple y económico, me costó mucho dormir, por el ruido de la madera vieja al rechinar, y el incesante sonido de los coyotes aullando a la luna, después de un buen rato asimilando los sonidos, finalmente me dormí.
A la mañana siguiente, decidí conocer el resto del pueblo, tenía varias estructuras en ruinas, pero la mayoría estaban en condiciones, no había muchos habitantes, y por consiguiente, no muchos turistas, algunas personas me dijeron que era una de las pocas personas que había visitado ese lugar en mucho tiempo, pregunté el por qué y no me quisieron contestar. La voz con la que me respondieron se quedó grabada en mi consciente y me hizo reconsiderar más de 2 veces el seguir mi camino a través del destartalado lugar.
Conocí el monte Cambridge, al norte del pueblo, conocí la parte más antigua de todo el lugar, que era un pequeño poblado al este del cañón, el letrero de entrada decía: "Bienvenido al pueblo de Bakersfield, fundado en 1798", era un pueblo del viejo oeste, estaba la cantina, el bar, la cárcel, la alcaldía, la bodega y la tienda general, podías sentirte en un pasaje de aquella época, excepto porque ahora está en ruinas. Caminé un poco, oí algunos ruidos extraños y voces en ese lugar, inexplicables, pero no me importó demasiado, lo consideré razonable, pues es posible que hayan ocurrido cosas raras en el pasado. Cuando llegué y le conté al alcalde lo que había oído, él no supo nada al respecto.
Esto me pareció raro, pues, él, siendo el alcalde del lugar, y no sabiendo lo que pasa en el mismo, es raro. Me di cuenta que esas voces y sonidos no era lo importante que ocurría en el pueblo, sino los ovnis en el cielo, pero ¿Tendrían algo que ver...?
Una noche, estaba cenando en un restaurante en el centro del pueblo, noté que el cielo estaba un poco nublado pero no lo suficiente para dejar de admirar la noche, así que salí del restaurante y me estacioné en la entrada del pueblo, viendo hacia la sospechosa carretera, salí del auto y me recosté sobre el techo para ver las estrellas, las nubes pasaban y develaban el cielo, no había luna esa noche, en los momentos en los que no había nubes, veía toda la noche a la par, era tan limpio. Las estrellas parecían venir hacia a mí, cuando de repente comencé a ver unas luces que pasaban de un lado a otro a toda velocidad, revisé la hora, eran las 9:36, cuando vi otra luz, era más grande que las demás, se veía como a la misma altura de las estrellas, hasta que comenzó a descender dejando tras de sí una estela de color rojo, cuando la vi cerca del monte Cambridge, creí que se estrellaría, pero ese objeto lo esquivó, pero lamentablemente se estrelló en la siguiente montaña, llamado el monte Denison, una vez que se estrelló, la noche se volvió rápida e inexplicablemente clara, como si se hubiese soplado todas las nubes que quedaban y que podían obstaculizar la visión de las estrellas. Me metí al auto y traté de llegar a aquel monte.