Solo imagine un conflicto en el que debían participar un gran número de países, donde murieron muchos hombres solo por defender sus raíces, y todo ello, por la ambición de un solo país en particular, Alemania. Nada más y nada menos que la primera y la segunda guerra mundial, una guerra internacional.
Narrada por un soldado que recuerda esos pasajes inimaginables, trágicos sucesos que, desafortunadamente, ocurrieron y dejaron una huella en lo que se conoce como la historia del mundo.
-Era un hermoso día, soleado y despejado, la flota de aviones enemigos descendieron con dirección al este, ahí es cuando todo cambio y el día soleado, se convirtió en un día triste y oscuro, no sé porque la flota de aliados no volaron para interceptar el ataque, pero ese día, vi desfallecer a mi país. Ese día me juré que no vería caer a una nación de tal manera, nunca más.
Las balas, dominaban los cielos así como algunos misiles que volaban entre las nubes, así también como bombas caer desde las alturas. Aviones derribados, artefactos en que pusimos nuestro empeño al construirlos, solo para la guerra y para su destrucción. Los aeroplanos se desplomaban como bolas de fuego, donde los aterrados pilotos de las aeronaves, no podían hacer más que mirar, ya que no tenían paracaídas, solo debían esperar hasta caer, y si no lograban dispararte, debías estar muy alerta, por si en los cielos repentinamente aparecía una flota enemiga, siempre estabas muy nervioso, esperando que no te hallaran en las alturas del solitario, pero ocupado cielo.
Había sufrido en campamentos militares, zonas de batalla y había visto el horror que representan los campos de concentración, pero nada me había preparado para la frustración de escarbar trincheras para sobrevivir, gracias al gas venenoso, como el pimienta o el mostaza, aquellas armas químicas dieron origen a básicamente una guerra biológica y se crearon rápidamente artefactos realmente atroces, como las máscaras de gas, que realmente no servían de mucho, ya que muchos compatriotas cayeron por el uso del mismo usando máscaras, ya que el gas penetraba el cuero y la tela, prácticamente, era un horror innecesario. Este terror psicológico de sobrevivir de una manera tan atroz contra el enemigo.
Solo imagínense en un campo de batalla, oyendo el agudo sonido de las bombas siendo arrojadas desde los aviones, cayendo desde los cielos, y el estruendoso ruido de dichos proyectiles al explotar al caer a la tierra, directamente hacia la gente. Las sirenas antiaéreas, que sonaban fuertemente para alertar a los soldados y a los civiles, aquel sonido que subía y bajaba lentamente, una y otra vez, de agudo a grave, de grave a agudo, al oír esto, los civiles debían esconderse en sus sótanos o en bunkers comunitarios, escuchando y sintiendo las bombas al explotar en sus casas. Qué culpa tenían los ciudadanos en todo esto.
Imaginen a un soldado corriendo y cruzando el campo de batalla, oyendo las bombas caer y el traumático sonido de esas sirenas de alarma y de repente, encontrarse cara a cara con otra persona usando una máscara de gas para intentar retrasar la muerte, sin saber quién era realmente, un amigo, un enemigo, un civil. Tu desconociendo totalmente sus intenciones, que ocultaba detrás de esa horrible careta, sin saber si deseaba matarte, lo único que podías hacer es huir por tu vida y esperar tu muerte o que la batalla hiciera un cese al fuego un momento y poder sobrevivir.
Los soldados ingleses habían inventado un nuevo concepto de la matraca, no como las que utilizamos para hacer ruido durante una celebración de año nuevo, pequeñas y finamente decoradas, sino con un concepto más oscuro, eran unas matracas como del doble o triple de grandes. Cuando el enemigo atacaba con el gas, el comandante de tropa hacía sonar fuerte y atemorizantemente la matraca que era la orden de ponerse las máscaras anti gas, por lo general, ese penetrante sonido era lo último que escuchaban...
Algunas veces el uso de esas armas químicas era completamente inútil, ya que si se las arrojabas al enemigo detonaban liberando todo el gas y repentinamente, el aire cambiara de dirección, el mismo atacaría tus tropas, estarías matando a tus propios hombres con tus mismos artefactos. Parecido al concepto de "fuego amigo", donde eras "sacrificado", por tu propio país; consiste en lo siguiente, si en un campo de batalla estaba una gran parte de enemigos contra una pequeña parte de tus compatriotas, se aplicaban ataques para la muerte de los enemigos, pero tú, al estar en ese lugar, morías por tu propia tropa de artillería.
Era bastante horrible tener que obligar a un niño pequeño a usar una pequeña máscara de gas para sobrevivir, llevándolo a la escuela y a pasear. Aunque tratas que tu hijo sobreviva, lo haces de una manera horrible, incluso creando carriolas herméticas y máscaras de gas para bebes, así como mismas caretas equinas y perrunas, para aquellos animales de jefes militares. Extraño, que hasta puede sonar cómico, pero si fue una cruda realidad.
Aquellos barcos que disparaban proyectiles hacia los cielos, navíos creados únicamente para pelear, oyendo el fuerte ruido de los cañones disparando, y repentinamente, sin ningún aviso, son completamente hundidos, debido a los ataques secretos y sigilosos de los submarinos, todo debajo del agua y sin saberlo, como dice el dicho, "en el amor y en la guerra, todo se vale".
Imaginen a las bellas ciudades europeas, delimitadas por muros, cercadas por fuego en las montañas de cuerpos que estaban siendo quemados, soldados extranjeros matando a civiles inocentes, que nada tuvieron que ver con la guerra. Tanques y flotas de biplanos, cazas y bombarderos lanzando balas y bombas sobre aquellos edificios llenos de gente. Y tú eres parte de ello, es realmente perturbador atravesar las paredes para matar a civiles, que por el simple hecho de ser parte de un país, morían cruelmente.
El temible holocausto, según los alemanes, la forma de limpiar la población, eliminar a toda esa gente, matándolos únicamente por sus ideas religiosas o lugar de procedencia, no ser tolerado por tu forma de pensar.
El día D; el mismo donde el cielo estuvo ataviado de aviones, combatiendo por su país, los ruidosos motores taladraban el silencio, junto con caídas y explosiones. Ataques sorpresas como el de Pearl Harbor, tomando desprevenido a los soldados, repentinamente atacados y muertos; gritos y ordenes, un completo infierno.
Resolver conflictos con guerras es realmente una tontería, ya que involucras al país entero, y no solo a los soldados, a los inocentes civiles que no desean participar de dicho conflicto, e inevitablemente mueren.
Naufragios de barcos, desplomes de aviones, explosiones de vehículos terrestres, derrumbamiento de la sociedad de ciudades enteras y de muchas familias, desafortunadas personas que tuvieron que sufrir por las tonterías que lograron idear los gobiernos para resolver sus conflictos, acabando aun peor con sus ciudades, sin importar el ganador, cuando pudieron ahorrarse la muerte de mucha gente y la destrucción de sus tierras-.