«PORQUE SOLO DIOS PODRÍA CREAR UNA SONRISA TAN HERMOSA»

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  Él nunca había pasado tantas horas bailando sin cansarse, pero estaba con ella. Las horas, el cansancio, no parecía importar. Y luego estaba el día de campo en el inmenso jardín de la propiedad. Había un gran mantel, canastas y platos, y un par de bocinas. La música de fondo era la melodiosa voz de una chica que no conocía. Justin podía oler un reguero de flores de los arbustos organizados de forma alegre. Todos estaban sentados formando un círculo. En el centro había una fogata. ¿Quién lo iba a decir? Compartiendo con los Douze sin gruñidos ni malos ratos. Era como una reunión con buenos amigos. Su demonio tenía un dulce color escarlata en las mejillas, y era todo lo que necesitaba para pasarla bien. Verla sonreír, porque solo Dios podría crear una sonrisa tan hermosa.
—Espero que ninguna de ustedes esté descuidando sus responsabilidades por estar aquí —las reprende cariñosamente su padre.
Las doce sueltan una carcajada.
—El principio de todo éxito inicia con la fuerza de voluntad —corean las doce.
Justin frunce el ceño.
—Es el lema de papá —explica Olivia.
Beaumont asiente.
—No es fácil criar doce niñas —dice él.
Su esposa asiente, sonriendo.
—Son doce personalidades diferentes, doce gustos diferentes, doce manías, doce pubertades.
Las doce vuelven a soltar una carcajada.
—Lleva un punto en que debes darte cuenta de que debes dejar un legado, algo que marque a tus hijos, que a su vez marque a sus hijos.
—Desgraciadamente existe el legado negativo como las drogas, el alcohol y la violencia —dice Lucy, su esposa.
—Se vuelve un reto cuando son doce, que las amo, pero son totalmente diferentes. Así que mi legado para ellas es una lección. El principio de todo éxito inicia con la fuerza de voluntad ¿Comprendes lo que quiero decir, muchacho?
Justin parpadea sin estar muy seguro. Beaumont solo sonríe.
—Me refiero a que no hay éxito si no tienes la fuerza de voluntad para enfrentar lo que venga. Tienes que ser persistente, decidido y fuerte.
—Fuerza de voluntad —corean las doce.
Justin asiente.
—Solo supone por un momento que tienes un hijo.
Justin mira discretamente a su demonio.
— ¿Qué quisieras que hiciera con su vida? ¿Desperdiciarla en problemas, alcohol y drogas o que decida tener una buena educación y así un buen futuro?
Justin tiene la pequeña sensación de que lo está describiendo a él.
—Un buen futuro, desde luego.
Beaumont sonríe.
— ¿Sabes por qué te lo digo, cierto?
Justin se encoge de hombros.
—Es que me parece que sales con mi ___________.
La chica se encoge tras Justin.
—La verdad no me gustaría que estuviera involucrada en una relación con un vago problemático, ¿entiendes?
Él sonríe.
—Estoy procurando apartarme de todo eso, señor.
—Me alegra muchísimo, porque creo que le agradas a mis otras hijas también.
El resto de las once sonríe mientras asiente.
—Va a ver un día en que vas a darte cuenta que decirle no a una mujer es como iniciar una guerra mundial, así que si les agradas a doce mujeres en especial, sobre todo cuando viven bajo mi mismo techo, no puedo echarte de mi casa —sonríe—. Aunque me agradas más que antes —Beaumont mira fijamente a su pequeña ________—. Tú, criatura, deja de esconderte. Hoy no es luna llena, no me convertiré en hombre lobo.
Sus hermanas sueltan una carcajada. La chica alza la vista por encima del hombro de Justin. El móvil de Justin suena. Lo saca del bolsillo y ve "Mamá" en la pantalla. Contesta.
—Justin. Drew. Bieber —grita su madre—. ¿Qué te dije de salir con esos amigos tuyos?
—Este, yo...
—No, nada. Te dije que si seguías comportándote correctamente iba a darte la llave de la moto, pero ahora te olvidas de eso. Te quiero en casa en quince minutos. ¿Me escuchaste?
—Mamá, yo no estoy...
—Justin, no me respondas. Te quiero aquí en quince minutos.
—Pero yo no he salido con ellos, mamá. Estoy en casa de los Douze.
Su madre permanece en silencio por unos cuantos segundos.
— ¿De verdad?
—Mi fama de vago problemático te hace dudar, ¿eh?
Beaumont sonríe divertido.
— ¿Y exactamente qué estás haciendo ahí?
—Me invitaron a una especie de día de campo. Te aseguro que aquí no hay alcohol.
Ella suspira.
—Está bien.
— ¿Aún me quieres que esté en casa en quince minutos?
—No, Justin, pero al menos llámame cuando vengas de camino a casa.
—Sí, mamá. Te quiero.
Pattie sonríe, consciente de que su hijo no puede verla.
—Yo a ti, Justin.
Cuando cuelga, Justin busca a ciegas la mano de su demonio. Ella se la aprieta, recibiéndolo.
—Aún no te he presentado con mamá y ya le agradas. Eso es un punto a nuestro favor.
La chica suelta una tierna carcajada y se acurruca en sus brazos.  

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Tenia Que Ser Una De Las Doce [Justin Bieber&Tn]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora