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 "Incorrecto" 

LYDIA

Golpee la acera con mi zapato repetidas veces, sacando de algún modo la desesperación que sentía por tener que esperar por tanto tiempo a que alguien tuviera la gentileza de venir por mi.

—¿Quieres que te lleve?—dijo Luke con su aliento chocando sobre mi cuello.

Disfrute esa sensación un segundo. 

—¿A dónde me vas a llevar?—cuestioné dándome la vuelta.

—Es una sorpresa.—respondió y extendió su mano. 

Correspondí a eso y subimos a la motocicleta. No me intereso en el momento llamar a Karen, para avisar que no llegaría, pero estaba bien porque lo que fuera que pasara hoy, valdría la pena para soportar alguno de sus regaños.

El camino fue largo y por lo tanto callado. El aire azotaba en mi pecho y cara, a pesar de que Luke tapaba gran parte de mi. 

Se detuvo frente a una enorme casa, con un inmenso jardín delantero. 

—Es hermosa—admití cuando Luke bajo de la motocicleta. 

La miro un poco y sonrió después. 

—Es de mi madre—dijo. Y abrió la puerta de la casa. 

No hubo palabras exactas para hacerle saber lo aún más hermosa que era por dentro. Era amplia pero acogedora. Estaba llena de muebles que eran admirables de mirar, y el acomodo exacto en el que estaban era aún mejor. 

—Te daré el mejor día de campo que jamás en la vida tuviste.—sonrió. Y yo sonreí al verlo también.
Comenzó a sacar alimentos de una pequeña alacena y también del refrigerador, balbuceando cosas que no podía entender. Lo único que hacia era mirarlo, y en realidad no me cansaba de hacerlo. 

Después de un rato, él me miro también. 

—¿Puedes adelantarte?—cuestionó, yo sólo me limite a asentir y salí al jardín trasero. 

Respire el aire fresco, alejado de la ciudad y me senté bajo la sombra de un árbol. 

Luke no tardo en salir con una manta y un montón de cosas para preparar sándwiches. 

—Son los mejores que jamás hayas probado—me aseguró y me entrego el sándwich. 

Yo lo comí y sonreí. Su sabor era común y normal, lo que lo hacia extraordinario era que Luke lo había hecho. 

—Te lo dije—sonrió al ver mi reacción. 

Me miro unos segundos más y luego se levantó. Él estaba tan nervioso como yo, o tal vez fuese porque no había hablado en todo el día. 

En un instante se quitó la camisa, y arremango su pantalón abajo de las rodillas. Corrió y se lanzó en forma de ovalo a una alberca que no había notado.

Segundos después él salió a la superficie. 

—Ven conmigo—suplicó desde el agua. 

—No creo que deba—dije. 

—Solo hazlo hoy, haz lo que menos creas correcto. Lo que realmente quieras hacer—respondió. 

—La última vez que hice lo que me parecía más incorrecto, termine con una resaca tremenda al día siguiente—defendí. 

—No vamos a beber—aseguró y yo reí. 

Me quite los zapatos y las calcetas que van con el tonto uniforme. Me lance dentro de la piscina. Una sensación de placer llego cuando sentó el agua tibia recorrer todo mi cuerpo. 

Cuando volví a ver a Luke el sonrió en victoria. Siempre terminaba haciendo lo que él me pedía. 

Él me tomó por la cintura y comenzó a besarme suavemente. Disfrute el sabor de sus labios chocando contra los míos. Luke subió la intensidad de lo que pasaba y comenzó a desabotonar mi blusa. Yo correspondí deseosa y temerosa a ese placer que solo él había causado en mi. 

—Te quiero,Luke—susurré entre jadeos. 

Él se separó de inmediato de mi con los ojos bien abiertos. 

Al ver eso me arrepentí al instante. 


LUKE

—Te quiero,Luke—dijo como un pensamiento en voz alta. 

La costumbre me separó de ella de inmediato. Ella bajo la mirada, avergonzada. 

—También yo—mentí sonriendo. 

Ella volvió a su cara resplandeciente. Y me abrazo evadiendo lo que pasaría después de eso. Sabía que no ella no podía hacerlo, ni yo. Por lo menos hoy no. 

—Será mejor salir de aquí antes de que terminemos como ancianos—comenté. 

Ella río y alivió la tensión del momento. Luego asintió. 

Me encamine de inmediato y salí con cuidado de no resbalar. Después ayude a Lydia a salir también. El otoño en Nueva York ya había caído y yo estaba temblando de frío y también por la confesión que Lydia me acababa de hacer. 

Todo el demás tiempo hasta dentro de la casa fue callado. Tome otro atuendo y le presté a Lydia ropa de mamá. 

Era un poco más de las ocho cuando la noche comenzó a caer y Lydia me pidió que la llevara a casa.
Cuando paré frente a su casa, ella sé bajó de inmediato y camino hasta la puerta. Yo la tomé del antebrazo. Y la mire un segundo. 

—¿Eso quiere decir que estamos juntos?—pregunté rascando mi nuca. 

No sé que era lo que me tenía temblando internamente mientras esperaba su respuesta. 

—¿Es tu manera de pedirme que sea tu novia?—cuestionó sonriendo. 

Asentí.
Tome sus dos manos la mire sin miedo a los ojos. 

—Lydia Martin, ¿Me harías el honor de ser mi novia?—pedí. 

Ella sonrió. 

—Por supuesto —respondió. 

Respire aliviado nuevamente, y no supe en que momento hacerle esa pregunta me puso tan tenso.
La bese en los labios y disfrute el sabor de ellos. La tomé por los hombros como si cuando la soltara, fuese a desvanecer. 

Y mi cabeza me gritaba que sentía miedo, por no verla nunca más. 

—Te veo mañana—aseguré. 

Ella asintió y me miro a los ojos.

—Espero hacerlo—respondió y abrió la puerta de su casa. 

Me recargue en la motocicleta y no deje de verla hasta que se perdió en las dimensiones de su casa. 

—¿Qué estas haciendo idiota?—me pregunté a mi mismo. Y negué sonriendo. 

forget;lrhDonde viven las historias. Descúbrelo ahora